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Por alguna razón, el tipo de ropa que llevaba aquella chica me llamó la atención dejándome embobado con su hermosa silueta.
¿Cómo no había percatado de eso al comienzo de nuestra cita? Aunque claro, recién estaba empezando.
Subí la mirada hacía su rostro y noté sus mejillas rojas de la... ¿Vergüenza?
Rápidamente dirigí mi vista a cualquier otro lado que no sea al frente mío. Sentí el ligero ardor en mi cara sabiendo perfectamente que ella me había atrapado en aquel acto de perversión. Solo esperaba que los pensamientos de ella hacía mi sigan siendo buenos.
Debería arrancarme los ojos para no tener esta clase de pensamientos maliciosos.
Después paré de fijarme en eso solo para darme cuenta de que las hermosas elecciones de Jennie en moda eran espectaculares, mientras que yo solo había ido con unos jeans holgados, una camisa blanca, un sweater sin mangas de color marrón y una abrigo negro.
Tal vez debía esforzarme más.
Normalmente elegía mis prendas con cuidado ya que, por alguna razón, era bastante estricto con ese tema, pero este día me sentí más nervioso de lo normal haciendo lo que probablemente sea una mala elección de moda.
— ¿Nos vamos? — Preguntó sacándome de mi burbuja.
¿Cuánto tiempo había estado pensando en eso?
No lo sabía, pero tampoco quería centrarme en eso y perder más tiempo.
— Si, si, perdón. — Dije con nerviosismo.
Ella río suavemente trayéndome tranquilidad casi al instante. Es tan perfecta.
Continuó su camino guiándome por los pasillos de la plaza, parecía saber perfectamente a donde iba, yo, sin embargo, apenas sabía de aquel restaurante ya que se encontraba al frente de la entrada y se podía apreciar muy bien de entre todas las tiendas.
Caminamos un tiempo hasta que por fin habíamos llegado.
Me quedé asombrado por lo bello que era el lugar. Destacaba mucho de entre todos los demás locales, este se veía rustico y con luces tipo lluvia en las paredes tanto afuero como de adentro. También tenía pequeños focos colgando de los techos dejándose ver a la perfección acompañados de hermosas flores y hojas, las sillas y mesas hacían juego con el lugar, parecía haber sido sacado de una especie de bosque encantado.
— Lindo ¿Verdad?
— ¿Qué? Ah, si. — Solo no tenía palabras.
Escuché esa melodiosa risa que me hacía alucinar.
— ¿Entramos?
— Claro.
Le abrí las puertas del local de comida, oía un suave "Gracias" y me adentré también.
