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Un día de chicas, eso le había propuesto su madre y luego de eso la tomó del brazo tironeando de esta hasta que llegaron al auto y se sentaron. Saori suspiró sin ánimos mientras se ponía su cinturón de seguridad, algo que amaba era ir de compras, pero le gustaba ir con Aiko y no con su madre que prácticamente la obligó a ir. La mujer coloco algo de música en la radio y manejo hasta el centro comercial más cercano en la zona.

Apenas se bajaron del auto Saori sintió el viento en su rostro y se arrepintió de no haber sacado un abrigo antes de salir o ser arrastrada por su madre hacia el auto. Nuevamente la mujer tomó del brazo a su hija y la llevó hacia la entrada del centro comercial. Ambas caminaban mientras miraban las tiendas de ropa o zapatos y de a poco fueron yendo de una en una, hasta que a Saori se le pasó la incomodidad y feliz gastaba el dinero de la tarjeta. Amaba ir de compras y gastar el dinero de su padre, amaba las tarjetas de este y amaba sacárselas a escondidas para comprarse ropa. En fin, amaba la buena vida y el dinero.

Ya con un montón de bolsas con ropa y zapatos ambas mujeres caminaban alegres con sus nuevas cosas. De un momento a otro los ojos de la rubia se toparon con algo que le hizo sentirse muy nerviosa y su corazón comenzó a latir rápidamente. Intentó esconderse entre la multitud de gente para que el pelinegro no la viera, pero fue en vano ya que este ya la había visto.

Iba vestido con el uniforme de su escuela y a su lado iba un rubio vestido igual que él. Ambos caminaban en dirección contraria de Saori y su madre, la joven al ver al pelinegro caminar hacía ella miró a su madre que observaba un maniquí con una ropa costosa de la tienda que estaba justo al lado de ellas. Saori deseó poder volverse invisible y así evitar que Hajime la viera.

El joven apenas vio a la rubia sonrió y camino hacia esta recibiendo una mirada extraña por parte de su acompañante. Saori sintió como le sudaban las manos y en cuanto vio que Hajime la iba a saludar corrió su rostro hacia otro lado dejando al muchacho con la palabra en la boca, ignorándolo completamente se acercó a su madre que observaba el maniquí. Se odio a si misma por haber echo aquello, pero prefería eso a que su madre se diera cuenta de que lo conocía.

Hajime dándole una última mirada confundido a la rubia caminó lejos de ahí. Saori observó de reojo como el acompañante del pelinegro seguía viéndola y eso hizo que se pudiera aún más nerviosa y se sintiera peor de lo que ya se sentía.

—¿Crees que me quedara ese vestido hija? —Preguntó su madre haciendo que se girará hacia ella.

—A ti todo te queda bien mamá... —Giró su cabeza hacia la dirección en donde se fue Hajime, arrepentida por lo que había echo quería correr hacía él y saludarlo, saber como estaba y es que desde aquel día en que fue en la madrugada a su casa que no lo había visto.

—¿Hacía donde miras Saori? —La madre miró hacía la dirección en la que miraba la rubia.

—No es nada mamá... —Fingió una sonrisa —Yo digo que te compres el vestido, a papá le encantará. —Cambio el tema sabiendo que su madre lo dejaría pasar.

—¡Ay! Bueno me lo compró. —Sonrió y entró a la tienda seguida de su hija.

Saori se sentó en unos de los asientos que estaban ahí y observó a su madre probarse felizmente el vestido. Le quedaba perfecto y es que a pesar de ya tener sus años, la madre de Saori conservaba su figura. De vez en cuando Saori veía a su madre hacer ejercicios u otras cosas o hasta dietas estricta para mantener su cuerpo en un buen peso según ella.

La joven no pudo evitar sonreír al ver a su madre vestida así y es que a sus ojos su madre era hermosa. La mujer feliz se metió de nuevo al probador para quitarse el vestido y llevárselo a la casa. Saori vio como su madre salió con una sonrisa en su rostro y fue a pagar el costoso vestido, pagando con la tarjeta de su marido.

𝗦𝗵𝗲 ; 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘒𝘰𝘬𝘰𝘯𝘰𝘪    Where stories live. Discover now