Lo peor era que ésta no era la primera vez. Cada vez que Collins se enojaba con él por algún motivo desconocido para el de cresta y, por razones laborales, debían verse, los comentarios homófobos estaban a la orden del día. Que si tal tiene pinta de maricón, que si el otro tira el jabón a propósito, que si el nuevo tiene pinta de saber mamarla. Nunca se los decía directamente a él, pero se aseguraba que los escuchara al pasar, como había hecho recién. Eso, o se ponía a ligar con la mujer que tuviera más cerca.

***

Estaba resultando ser una mañana algo aburrida para Miriam, aunque así la prefería luego de la semana tan ajetreada que había tenido que padecer. Después de haber estado yendo y viniendo con Horacio, tomando declaraciones, haberse visto involucrados en un tiroteo entre bandas en el cementerio, sin contar la visita a la casa de Taisha y su posterior declaración... En fin. Era mucha información y muchos acontecimientos acaecidos en poco tiempo.

Se reclinó en su silla, despegando la vista de los papeles que hubo estado completando hasta recién y estirando un poco sus músculos, suspiró. "Viernes", pensó. "Hoy tengo una cita".

El sólo hecho de repasar mentalmente el asunto la hacía sonrojar de inmediato. Estaba ansiosa, y no podía evitar sentirse algo aturdida. Que sí, que el hombre era guapísimo y al parecer muy amable, pero entraba en pánico con facilidad al imaginarse a solas con él. La inseguridad, esa maldita inseguridad, comenzaba a hacer mella nuevamente en su interior.

En ese tiempo habían estado intercambiando un par de mensajes y alguna que otra llamada telefónica, sobre todo por la noche o al despuntar el alba, antes de ir a trabajar. Nada extraño, un simple "¿Cómo amaneciste hoy?", "Buen día", "Buenas noches". Nicky se había preocupado mucho por su bienestar sabiendo que aquellos habían sido unos días algo complicados para la joven. Le prometió que se encargaría de darle una sorpresa en su cita, algo que haría arrancarle una amplia y "hermosa sonrisa".

Mientras rellenaba expedientes y escuchaba algo de música al azar por sus auriculares, buscando hacer más ameno todo aquello, Horacio irrumpió en la oficina, al parecer de muy mal humor. Tomando asiento en su escritorio, con el entrecejo fruncido e ignorando a su compañera, abrió una carpeta al azar y comenzó a leer.

- ¿Buenos días, Horacio? -musitó débilmente Mimi, bajando el volumen de la canción que resonaba desde su móvil.

- Hola- saludó, sin siquiera levantar la vista de los papeles-. ¿Alguna novedad?

- No. Ha estado todo muy tranquilo por suerte. Fede pasó a dejarme un paquete de galletas dulces, dice que son de su país. Coge una si quieres -dijo señalando el envoltorio abierto frente a ella- ¿Y tú como estás? ¿Por qué esa cara?

- Pues aquí ando... Aguantando a Collins y su mal humor de siempre- se refregó la cara con las manos, intentando disimular un bufido-. No sé qué hice ahora que lo molestó muchísimo.

Mimi se movió en su sitio, meditando lo que había oído de boca del moreno. Haciendo a un lado los audífonos, finalmente se giró hacia él.

- Horacio -le llamó en un susurro-, una vez me dijiste que lo de ustedes es un polvo cada tanto y ya. Nada serio. Pero... Es que me pregunto: ¿él pensará igual que tu? Quiero decir...

- Ya... Somos amigos y nos liamos de vez en cuando, ¿sabes? Pero esto ya... Supongo que tengo que hablar con él- se rascó la nuca-. Es difícil. Quiero decir... Me cae bien, nos llevamos bien y... Bueno. Nos entendemos en la cama- se sonrojó al recordar su último encuentro-. Pero no estoy seguro de querer nada más con él.

La joven suspiró. Lo suponía. Mimi podía ser extremadamente perspicaz para determinados asuntos. Con Collins apenas había llegado a cruzar un par de palabras, pero interpretó de inmediato aquella escena de celos durante el operativo en Rancho, aún cuando Hache siquiera se hubo percatado de esto, o simplemente había optado por ignorarlo. Podía ser que el moreno no sintiera nada más que cariño hacia el sheriff, pero éste sentía algo más por él. En conclusión: no estaban en la misma sintonía.

Cazador de SantosWhere stories live. Discover now