Capítulo 9

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- Aquí agente Hache del FBI para la LSSD. Eh... ¿Miller y Collins están en frecuencia?- habló por radio.

Con un rápido movimiento acomodó sus lentes de sol sobre el puente de su nariz. Abril estaba llegando a su fin y el sol brillaba con fuerza, anunciando un próximo y caluroso verano.

- Diez cuatro, agente- respondió de inmediato Miller.

- ¿Podemos reunirnos en comisaría de Sandy?- preguntó- Hay un asunto que tengo que hablar con ustedes.

- Diez cuatro. Aquí le esperamos.

Horacio mordisqueó su labio inferior. Normalmente era Collins quien le respondía en estos casos, no Miller. Bufó, agobiado de antemano. Seguro que el rubio se habría ofendido porque no habían podido verse esos días. Y es que, luego de la reunión con Volkov, él y Mimi no habían hecho más que ir y venir de comisaría de Vespucci a las oficinas del FBI para corroborar información y guardar copias de todas las declaraciones del tiroteo que tuvo lugar en el entierro de Clinton.

Muchos de los detenidos habían sido puestos en libertad por tratarse de menores de edad. Sólo una multa a sus padres y para casa. En el caso de los mayores de dieciocho años, muchos habían sido sentenciados a un par de semanas tras las rejas por tenencia ilegal de armas y alteración al orden público. Ninguna denuncia de por medio, lo que indicaba que la familia de Clinton estaría tan limpia como un vertedero. "Seguro prefieren arreglarlo en la calle", pensó Horacio.

Volkov había intentado que Taisha Mason impusiera una denuncia, pero sólo se prestó a dar declaración. Con la cabeza gacha, les dijo que sólo quería enterrar a su pareja y ponerle fin a todo el asunto. Ya no quería hablar con más policías.

Cerca del mediodía, Horacio aparcó frente a comisaría de Sandy. Fuera lo esperaban Miller y Collins, ambos vistiendo sus uniformes beige y esos ridículos sombreros que el capi se empecinaba en que todos sus agentes usaran.

- Buenas- los saludó, su voz amortiguada por la máscara que cubría medio rostro-. ¿Qué tal la mañana? ¿Muy movida?- preguntó, intentado aplacar la mirada asesina que el rubio le dedicaba.

Éste lo miró directo a los ojos, luego de analizar con desagrado su vestimenta, bufando en respuesta. No hubiese sido propio de él montar una escena frente a comisaría y en presencia de Miller, sabiendo que este no estaba al tanto del particular vínculo que unía a su adjunto con el agente del FBI.

Estaba furioso ante el desplante del de cresta. Collins solo quería apoyarle, estar a su lado. El "ntp" del último mensaje se había grabado a fuego en sus recuerdos. ¡Qué mierda! Se preocupaba por él y aún así el hombre lo ignoraba. ¡Ah! Pero para una ronda de sexo frente al mar bien que era el primero en llamar. "¡Cojones! Puto ruso, maldito Pérez".

- ¿Qué quiere, agente? -escupió entre dientes.

- Hostia...- susurró Horacio, sorprendido ante la agresividad contenida en la voz de Collins.

- Todo muy tranquilo por aquí- se adelantó a comentar Miller, mirando de reojo a su adjunto de sheriff-. ¿Quiere que hablemos dentro?- le ofreció.

- Eh, sí, sí. Diez cuatro- asintió rápidamente.

Dejando que los dos hombres se adelantaran, el federal los siguió. Intentaría mantenerse lo más profesional posible, ignorando cualquier mal trato del otro. Ya hablarían en privado por qué estaba, otra vez, enojado.

Miller lo condujo hacia su oficina, en donde lo invitó a tomar asiento en uno de los sofás. Collins, por su parte, se quedó de pie junto a la puerta, los brazos cruzados sobre su pecho.

- ¿En qué podemos ayudarlo, Horacio?- preguntó Miller.

- Pues... Supongo que sabrán todo lo que está pasando en el sur. El tema con las armas de alto calibre y tal...- comenzó a explicarles.

Cazador de SantosWhere stories live. Discover now