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Todos apresuraron el paso tras su nuevo amigo, que los condujo a un ritmo sorprendentemente rápido, y siempre por las zonas más espesas del bosque, durante más de una hora. Todos comenzaban a sentirse muy cansados y hambrientos cuando de improviso estaban de pie en el borde de un valle escarpado y estrecho, por cuyo fondo discurría (o al menos habría fluido de no haber estado congelado) un río bastante grande. Justo debajo de donde estaban se había construido una presa a través del río, y cuando lo vieron, todos recordaron de improviso que los castores se pasan la vida construyendo presas y tuvieron casi la completa seguridad de que el señor Castor había construido aquella.

Aquello fue lo que los otros observaron principalmente, pero Edmund vio algo más. Un poco más abajo del río había otro río pequeño que descendía de otro valle para unirse a aquél; y al alzar la vista hacia el valle, Edmund distinguió dos colinas bajas, y estuvo casi seguro de que eran las dos colinas que la bruja blanca le había mostrado cuando se separó de ella en el farol aquel día. Por lo tanto entre ellas debía de estar su palacio, a sólo un kilómetro y medio o incluso menos.

Se puso a pensar entonces en las delicias turcas y en la idea de convertirse en rey junto a Amelia como su reina (preguntándose al mismo tiempo qué le parecería aquello a Peter), y una serie de horribles ideas acudieron a su mente.

-Perfecto, mi esposa está haciendo té, les vendrá bien algo caliente- hablo amable el nuevo amigo.

Amelia observo que en ese momento su compañero lucía una especie de expresión humilde; la clase de expresión que muestra cualquiera cuando alguien visita un jardín que ha creado o lee un relato que ha escrito.

Así pues fue más que suficiente que Amelia le hablará tratando de hacerlo sentir mejor. -Es una hermosa presa-

-Ah no es nada en realidad, le faltan detalles, así que no está lista aún, va a ser un gran negocio cuando esté lista- hablo orgulloso ayudándonos a entrar a cada uno.

-¿Castor? ¿Eres tú? Si me entero que estuviste toda la tarde con tu amigo el tejón... ¡Oh santo cielo!- lo primero que se vio fue a una anciana castor de aspecto benévolo, dulce y amable, sentada en una esquina con un hilo en la boca, muy atareada con su máquina de coser.

La señora Castor interrumpió su trabajo y se puso de pie en cuanto vio a los acompañantes de su esposo. -Nunca imaginé que viviría para ver este día- hablo feliz juntando sus manos -¡Oh! Pero mira mi pelaje, no me diste ni 10 minutos para arreglarme- comenzó a pasar sus pequeñas manos por sus mejillas y rostro.

-Nunca hubieras estado lista ni aunque te de un mes- Amelia sonrió divertida por el comentario y vio como la señora castor le daba un pequeño golpe en el brazo a su esposo.

-Por favor pasen, les servirá pastel de mermelada acaramelado y té, deben tener hambre- la señora castor rápidamente corrió a la cocina para comenzar a preparar los platos con ayuda de las chicas y Peter y el señor castor empezaron a servir el té. Edmun por su parte tomó asiento en las escaleras algo alejado con millones de pensamientos en su cabeza.

-Entonces ¿Hay algo que podamos hacer para ayudar a salvar al señor Tumnus?- pregunto Peter una vez todos ya estuvieran comiendo y bebiendo té.

-Debe estar en el castillo de la bruja y ya saben lo que dicen... muy pocos han logrado cruzar las puerta y vuelto a salir. Estatuas. Dicen que su castillo está lleno de estatuas; en todas partes. Es gente que ha convertido...- hizo una pausa y se estremeció -Que ella ha convertido en piedra con su magia obscura-

-Pero hay esperanza queridos- hablo la señora castor después de ver el rostro decaído de los jóvenes en la mesa. -La hay ¿cierto?- le preguntó a su esposo.

-¡Oh! Pero claro que la hay, ahora que Aslan viene en camino- en eso todos los jóvenes sintieron una energía en sus cuerpos al escuchar aquel nombre, "Aslan" era como la primera señal de primavera o la señal de buenas noticias.

-¿Quién diablos es Aslan?- cuestionó Edmun lo que todos los jóvenes se preguntaban pero el castor al escucharlo se hecho a reír fuertemente.

-¿Quién es Aslan? ¡Ay que simpático eres!- el castor seguía riendo como si fuera el mejor chiste, pero la señora castor lo detuvo dándole un pequeño golpe con el brazo y en cuanto el vio los rostros de confusión de los chicos entendió que no era un chiste. -¡Oh! ¿Enserio no saben?-

-Bueno, no hemos estado aquí mucho tiempo- dijo con burla Amelia.

-Es el rey. Es el señor de todo el bosque, pero no anda por aquí a menudo, ¿comprenden? Yo no lo he visto nunca, y tampoco estuvo en tiempos de mi padre. Pero nos ha llegado la noticia de que ha regresado. Está en Narnia en estos momentos. Y el podrá matar a la bruja blanca- hablo con calma está vez el castor.

-¿No lo convertirá también en piedra?- quiso saber Edmund.

-¡Por el amor de dios, muchacho vaya tontería la que has dicho!- respondió el señor Castor con una sonora carcajada -¿Convertirlo en piedra a "él"? Si es capaz de mantenerse en pie y mirarlo a la cara será lo máximo que pueda hacer y más de lo que espero de ella. No, no. Él lo arreglará todo, tal como dice un antiguo verso:

-La injusticia verá su fin, cuando Aslan vuelva por aquí con su potente rugido, las penas habrán desaparecido, en cuanto los colmillos muestre, el invierno estará herido de muerte, y cuando agite la melena, regresará la primavera.-

-¿lo conoceremos?- cuestionó Amelia con esperanza y emoción.

-Pues claro, mi niña, para eso los he traído aquí. He de conduciros al lugar donde se encontrarán con él y así cumplir la profecía- respondió el señor Castor.

-¿Qué profecía?-

-Allá en Cair Paravel hay cinco tronos, uno por cada reino que hay dentro de Narnia y existe un refrán desde tiempo inmemorial que dice que cuando los cinco reyes se sienten en sus tronos, llegará el fin no tan sólo del reinado de la bruja blanca sino también de su vida, y por eso tuvimos que ser tan cautelosos cuando vinimos, pues si se conociera la existencia y llegada de ustedes cinco. Correrían grande peligro-

-¿Y cómo está seguro que somos nosotros?- le preguntó Susan.

-Pues más les vale, por que las tropas de Aslan ya se están preparando- dijo nervioso el señor castor.

-¿Tropas?... mamá nos alejó de una guerra para que nosotros entremos a otra- hablo molesta Susan, inconscientemente Lía se sintió mal. Entonces, durante el momento de silencio que siguió al último comentario.

-Oigan, ¿Dónde está Edmun?- pregunto Amelia mirando a todos lados alarmada en busca del castaño. ¿Dónde se había metido Ed?

Se produjo un espantoso silencio, y luego todos empezaron a preguntar "¿Quién lo ha visto por última vez? ¿Cuánto rato hace que ha desaparecido? ¿Está fuera?", y todos se precipitaron a la puerta y miraron al exterior. La nieve caía con fuerza y sin parar, ni siquiera encontraron alguna pista de pisada por algún camino. Rodearon la casa mirando en todas direcciones, gritando el nombre del castaño "¡Edmund! ¡Edmund! ¡Ed!", llamaron hasta quedarse roncos. Sin embargo, la nieve que caía silenciosa parecía amortiguar sus voces y ni siquiera les llegó el eco como respuesta.

-Lo mataré- hablo molesto el rubio cerrando sus puños con fuerza.

-¡Peter! Cállate- le gritó Amelia desesperada, su hermano había desaparecido y lo primero que él hace es molestarse con él; no sabían nada de aquel lugar, en este momento Edmun podría ya estar muerto y ellos ni siquiera lo sabrían. Peter miro sorprendido a la castaña y su reacción, nunca la había visto hablarle así.

-Tal vez no sea necesario... ¿Edmun ya ha estado en Narnia antes?- hablo el castor llamando la atención de todos.

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Sempiterno─《𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐫𝐨𝐧𝐢𝐜𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora