Capítulo 5

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DANIEL◇

Los chicos me estaban atormentando porque les comenté lo que había sucedido con Abigaíl y su novio. Eran unos exagerados, ellos hubieran hecho lo mismo. Eso fue lo que les dije, pero mi argumento se vió invalidado cuando Roberto aseguró de que no era la primera vez que me veía con ella, dijo "veía" como si tuviesemos encuentros reales y claramente no era así,  ella no era más que una desconocida con la que me había cruzado un par de veces.

-Por si no lo notaron paso la mayor parte del tiempo aquí, con ustedes.

-Seguro se hablan por teléfono, por las noches- Aportó Diego- En la cocina, para que nadie lo oiga.

-¿Le gusta cocinar?- Preguntó J- Quizás conseguimos alguien que alimente a nuestro gordito.- Todos rieron. Esto se estaba saiendo de control.

-No- dije serio- Ya les dije, el ex se estaba pasando de verga con ella, me interpuse, pero fue ella quién lo golpeó. La conocí hace unos días, la vi llorando y era porque había discutido con él o algo así. Fue ese día en que me pasé miles de horas esperando a Saracho.

-También la vimos el otro día por la mañana- agregó el mencionado.

-Sí. Y fueron las únicas veces que la vi, ni siquiera hablamos. Es una desconocida ¿por qué tienen que ser tan castrosos?

-Ay ya no te enojes- Roberto amenazó con besarme en la cabeza y lo detuve. Podían ser un cansinos cuando se lo proponían.

Instalarnos en la casa no fue tan fácil, no porque tuvieramos muchas cosas, todo lo contrario. No teníamos nada, estábamos siendo unos verdaderos artistas dispuestos a morir de hambre, ya saben, por amor al arte y a seguir nuestros sueños. No teníamos cama, solamente colchones. Diego y yo compartíamos la habitación, Josejan y Saracho otra. Anuel, el gato que había traido J a casa, tenía la libertad de elegir dónde quería dormir.

El refri tenía lo justo y necesario para alimentarnos, por el momento. Ya habíamos acomodado nuestros instrumentos, nuestras ropas, todo lo que podíamos acomodar a fin de que la casa quedara habitable. Nos turnábamos en la limpieza y en la comida, todo estaba en orden y equilibrio, me gustaba eso.

Los chicos decían que tenía la conducta de un adulto de cuarenta años, gruñón y quejoso. Sostengo, eran unos exagerados, yo solamente quería mantener cierta tranquilidad mientras que nos decidíamos en lo que íbamos a hacer. Fue un logro convencer a Diego para que se mudase con nosotros, era entendible, el más pequeño, alejarse de la familia. Por eso y por todos es que debíamos prosperar, era mi meta.

Ensayábamos todos los días, comenzamos a producir algo propio, canciones propias con las que nos sintamos identificados y que expresen emociones reales, a la vez de que podamos conectar con otras personas. En las redes estaba la materia prima, llegar a las personas, mostrar lo que hacíamos. Subir contenidos para ellos a fin de subir en seguidores y entonces ¡Boom! Wiplash, siendo escuchado por miles de personas. Pero aún faltaba para eso...

Diego se unió a mí en el sofá, con la guitarra en su mano. Lo admiraba mucho, no por nada fue el primero al que contacté, estaba orgulloso de ello. Parecía que quería decirme algo, pero solo estaba punteando.

-Sabes que solo te molestamos... - Habló al fin.

-¿Por?- Dejó la guitarra a un lado y se acomodó su cabello, el cual ya estaba muy largo.

-Por lo de esa chica con la que hablas.

-Apenas la conozco, Diego.

-Ya sé.- Su expresión estoica cambió por una sonrisa. –Pero puedes conocerla más o a cualquier otra persona , tu responsabilidad no está solamente con nosotros. Debes vivir.

Novio por un día  *(Daniel Gal)*Where stories live. Discover now