—Pero ya no me vas a querer.

—¿Q-qué?

—Estoy rota y papá dijo que lo roto se desecha —musitó con un hilo de voz y la mujer sintió que iba a llorar de nuevo —No quiero que me desechen...

Su madre la abrazó con fuerza y se puso a llorar mientras negaba con ímpetu.

—¡Por supuesto que no mi amor! ¡Jamás te desecharía! —le tomó de las mejillas y le hizo que la mirara —¡Kota no estás rota, no hay nada malo en ser daltónico! ¿Entiendes? Eres preciosa y estás bien así, tendrás que aprender a vivir así como lo has hecho hasta ahora, eres muy inteligente, podrás hacerlo, t-tengo a la mejor hija del mundo y te amo, ¿sí? Aun si no puedes ver colores, eso no te define, no es malo.

—¿En serio?

Su madre asintió y se limpió las lágrimas parándose, suspiró y le extendió la mano, sonriendo en grande. Kota jamás la vio sonreír tan brillante como esa vez y para ella esa sonrisa había iluminado el ambiente gris que la rodeaba, por primera vez pensaba que estaba viendo otro color que no fuera blanco o negro.

—Mamá... ¿cómo son los colores?

—Pintan al mundo...

—¿Cómo las sonrisas? —preguntó con sus lindos ojos, viéndose animados por primera vez.

—¡Sí, como las sonrisas! ¡Por eso Kota debes sonreír! Tienes una sonrisa muy bonita.

Y Kota, por primera vez, después de 6 años, había sonreído. La niña le tomó la mano y salieron juntas del hospital.

—Oye mamá, ¿qué color de ojos tengo?

La mujer la miró.

—Unos muy bonitos, cuando alguien te diga el color sin que preguntes entonces sabrás que esa persona es importante para ti —le respondió —Kota, el mundo no solo es bonito por los colores, si no por las personas, ¿bien?

—¡Mhm! —respondió con una sonrisa, en una monosílaba.

[Presente]

Kota le contó la historia a medias a Suna, evitando narrar lo que había dicho su madre sobre sus ojos, él la escuchó con atención.

—Ella siempre pensó que las personas hacían al mundo bello, pero yo siempre creí que eran las sonrisas, por eso fotografío a la gente, en especial a las sonrisas, las cosas no las encuentro tan bellas —terminó de contar rascando su nuca, sintiéndose avergonzada de contar por primera vez eso en voz alta, se sentía pequeña al tener los ojos de Suna sobre ella tan atentos.

—¿Extrañas a tu madre?

—A veces... empecé a sacar fotos cuando mamá murió, queriendo encontrar una sonrisa como la de ella... aún no la encuentro —comentó con una mueca —Pero sé que lo lograré, solo debo esforzarme más.

—Gracias... por contarme, eres muy valiente.

—Nah... es solo una dificultad, no me complica no ver colores —le restó importancia y Suna deseó, muy en el fondo, por un efímero momento, abrazarla y darle confort, pero se recordó que él no era de contacto estrecho y mucho menos con personas que acababa de conocer, su madre era la única que le daba abrazos y él respondía, pero con nadie más —. Ahora, ¿cuál de estas es la pastilla roja y la verde?

Kota le sonrió en grande, cerrando los ojos y para Suna fue una linda imagen que guardar, aunque se viera enferma, esa sonrisa hacía que todo su rostro se iluminara.

—Toma esta primero —le pasó la pastilla roja y Kota sin dudar la metió en su boca y tomó un trago de agua, luego Suna le pasó la pastilla restante e hizo el mismo procedimiento —Te vas a sentir cansada.

Smile For Me [Suna Rintaro]Where stories live. Discover now