Era un masoquista, pero porque él quería.

Me levante del sofá dando fin a mi monólogo mental. El libro se deslizo desde mis piernas hasta el cojín cuando yo me puse de pie. Había dejado de prestarle atención a las letras en el momento que Tetsuhiro se me vino a la mente. ¿Cómo estará? ¿Enfadado por apartarlo de repente?

Yo aún buscaba el motivo exacto del porqué lo alejé sin pensar que exageraba o estaba malinterpretando todo.

Camine hacia la cocina dispuesto a seguir con mi labor en la corrección de evaluaciones. Me senté en la silla, acomodé mis gafas y tomé la primera hoja que mis dedos tocaron. La alce, leí su contenido y me di cuenta que una persona había prestado atención.

Nota máxima para esa evaluación, me llenaba de reconfort.

Así seguí hasta acabar todos, habían sido más notas bajas que notas altas, pero al menos había un porcentaje interesado, por no decir "fingiendo interés".

El reloj de la pared marcaba las seis y media. Mi estómago rugió, él hambre me llevo a la nevera y ahí parado con la puerta abierta, me di cuenta que no tenía nada para preparar algo. Molesto cerré el artefacto y chasqueé la lengua, ahora debía salir a buscar comida. Y comida preparada, porque se me quitaron las ganas de hacerla yo mismo.

En el fondo agradecía no tener alimentos ya que cocinar se me daba fatal.

Me puse en marcha a conseguir alimento. Coloque una bufanda amarilla alrededor de mi cuello para protegerme del frío. Tomé las llaves de casa, y salí.

Las calles estaban iluminadas por los faroles, el sonido de ambiente era el natural: grillos, aves y brisa moviendo hojas en los árboles, todo eso mezclado con el charlar de la gente y una que otra risita. A decir verdad, era un ambiente relajante. No me gustaba la bulla, pero la gente hablaba bajo y no molestaban mi oído.

Camine calmado, mis brazos se movían a los lados de mi cuerpo y mi cabello suelto danzaba con el aire. Había olvidado la coleta.

Llegue a una panadería donde también vendían desayuno, almuerzo y lo que yo necesitaba: cena. Entre, una campanilla sobre la puerta avisó mi llegada dando un tenue tintineo. Me encamine a los mostradores donde una mujer amablemente me atendió.

Cabellos negros y ojos marrones, una dama muy bien parecida fue la que me entregó la bolsa con mi pedido. Tomé la bolsa, extendí el dinero y ella lo tomo de mi mano delicadamente. Nos despedimos con una pequeña reverencia y yo salí del local.

Más adelante me detuve en un puesto donde compré tabaco y un encendedor. Era un fumador constante cuando nadie me veía, solía calmar mis nervios y ese mal hábito empezó el día que me marche de Nagoya. He intentado dejarlo, pero no he podido.

Al tener todo lo que necesitaba, opté por ir a la placita para fumar, a esta hora debía estar casi vacía y podía meterme tras un árbol para no ser pillado. No estaba prohibido, pero no era correcto un maestro fumador. Camine llevando la bolsa en mi mano derecha.

Mis zapatos dejaron de presionar grava para pisar pavimento. La placita era en forma circular, situado en medio había una pequeña fuente y alrededor de esta, arbustos. Me parecía más tranquila que la plaza monumental y el pueblo solo contaba con esos dos sitios recreativos. A las afueras había un rio con una cascada, pero estaba prohibido estar ahí para no arruinar la flora y fauna.

Me adentro al sitio, dejé la bolsa en una banca y de ella saqué un tabaco. Le encendí y luego estuvo entre mis labios. Una calada lleno mis pulmones de humo, aparte el cilíndrico objeto y deje escapar el humo perdiéndose este en el aire.

Planeaba dejarlo hasta la mitad, pero lo fumé todo.

La coletilla quedó en el cesto de basura abandonada por mí. Me dispuse a marcharme hasta que mis ojos captaran una silueta que reconocería en cualquier sitio.

Era Tetsuhiro acompañado de una dama.

Ambos observaban el sol perderse en la lejanía, luego sus rostros se miraron y aquella mujer tuvo indicios de querer acercarse.

No supe porque, pero aquello me causó una pequeña molestia. Como una punzada que me hizo caminar, me acerqué a ambos interrumpiendo lo que claramente, sería un beso. ¿Por qué interrumpir? Eso se me hizo infantil, y rápido me arrepentí.

Pero ya estaba ahí.

-Tetsuhiro -Mi voz salió seria, con un deje de molestia. Carraspee la garganta queriendo conseguir que mi tono cambiara.

-S-souichi-san -Pronuncio mi nombre en un tartamudeo tonto. Yo llevé mis manos a mis caderas sin deja de observarlo.

Era una escena graciosa, a decir verdad, su rostro reflejaba sorpresa y hasta parecía que yo le había descubierto haciendo algo malo.

-Que sorpresa encontrarle por aquí, Tetsuhiro -Comente, ladee mi cabeza haciendo que los mechones de mi cabello se deslizaron por mi rostro, causo leves cosquillas. Me sorprendía un poco verlo con una dama ya que él me había dicho que no estaba interesado en alguna pareja. -Siento haber interrumpido, solo te vi y quise saludar -Mis ojos conectaron con los de aquella mujer. A decir verdad, era muy bonita. Rubia de mirada celeste y sonrisa delicada, se me hacía familiar aquella joven. Ella se levantó y extendió su mano hacia mí para presentarse a mí con una emoción que me aturdía ¿Por qué tan sonriente? ¿Por qué tanta felicidad? Estreché mi mano con la suya notando lo pequeña que era a comparación de la mía.

-Un gusto conocerlo, Souichi-san. Usted es el profesor de biología, ¿no? Le imparte clases a mi hermano -Me pregunto y yo conecte. Era la hermana mayor de ese chiquillo rubio fastidioso.

Desinteresado en hablar con ella, solo asentí afirmando lo que decía. Tal vez estaba siendo un poco grosero al responder de esa manera y desviar mi mirada de ella para ver a Tetsuhiro.

Ella solo se contrajo un poco y bajo la mirada.

-Que pasen buena noche -Empecé a retroceder dispuesto a marcharme ya. Pude ver en el varón el querer detenerme como siempre, pero quien detuvo mi intento de marchar fue la mujer.

-Ya es tarde Tetsuhiro, deberíamos ir a su casa ya -Engancho su brazo confianzudamente al del pelinegro y este solo asintió.

¿A su casa? ¿Estos llevaban saliendo tiempo? Invitar una dama a casa solo significaba una cosa: sería presentada a los padres. ¿Tetsuhiro y era mujer tenían algo más? ¿Por qué me pregunto todo esto? ¿Por qué me molestaba? Chasqueé la lengua y me di la vuelta sin decir más.

Camine en dirección a la bolsa dejada sobre la banca, la tome y me marche a casa.



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Abrí la puerta, entre y cerré detrás de mí. Camine a la cocina y deje la bolsa sobre la mesa. La molestia pronto paso solo a incomodidad, tampoco debería importarme mucho lo que él haga.

Tal vez esté experimentando los celos de amigos, al no haber tenido uno tan cercano como él a lo largo de mi vida. Debía ser eso, estaba celoso de perder a mi único "amigo" y quedar solo nuevamente. ¿Así era crear vínculos?

Me sentí como un niño al pensar aquello, como alguien infantil e inmaduro.

Solo me limite a dejar de pensar en el asunto y comer lo que compre. Agradecía esta extraña hipnosis en la que los alimentos me sumergían, no pensé más en él y lo que sea que vaya a hacer con aquella mujer en su casa.

Porque ¿Qué me importa? Como amigo debía apoyarlo, ¿no? Esta sensación se me quitará.

R E B O R N • Koisuru BoukunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora