Capítulo 22

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-¿Qué crees que hace Chahee?

Jennie tenía ahora los ojos fijos en la pista de baile. Su ex no solo estaba allí, algo que ya de por sí le hacía sentir incómoda, sino que hablaba con Lisa, tan cerca de ella que sus intenciones le parecieron claras.

Jennie conocía muy bien esa mirada. A ella también la había mirado así una vez, mucho tiempo atrás, cuando eran otras, cuando creían que les aguardaba un espléndido futuro juntas. En su memoria ahora solo quedaban cenizas de aquella mirada, la que Chahee ya nunca le dedicaría a ella, pero sí podía regalársela a Lisa.

-Pues no lo sé, imagino que lo mismo que tú y que yo -replicó Jisoo.

-Me refiero a qué hace hablando con Lalisa.

-Ah, eso...

-Sí. "Eso" -afirmó poniendo comillas en el aire. Dio el último sorbo a su copa y la dejó sobre la barra. Se sentía mareada, como si su cabeza se hubiera vaciado de pronto. Le costaba pensar con claridad.

-Hombre, a lo mejor me equivoco, pero tiene toda la pinta de que está ligando con ella -razonó Jisoo.

-La tiene, ¿verdad?

-Sí.

-Bien, eso es todo lo que quería saber.

Jennie aspiró hondo y dio los primeros pasos, un poco inestables a causa del ligero mareo que le producía el alcohol. Le costó enderezarse, pero una fuerza desconocida la impulsaba hacia la zona donde charlaban Lalisa y Chahee.

Se fue haciendo paso entre la gente, con la mirada fija en el lugar donde charlaban las dos mujeres. En otra época, unas semanas atrás, o incluso unos días antes, le habría dado pánico acercarse a su ex.

Las cicatrices que Chahee le había dejado eran tan hondas y dolorosas que habría preferido quedarse escondida detrás de cualquier columna o parapetarse tras la figura de su amiga Jisoo para evitar un encuentro entre ellas. Como si hubiera hecho algo malo, como si la culpa, qué terrible palabra, del fracaso de su relación hubiera sido suya por entero. Estaba casi segura de que otra vez sentiría el golpe violento que le haría quedarse agazapada y encogida como un animalillo asustado. Y sin embargo, no fue capaz de sentir nada parecido. Cada paso que daba le hacía sentir más fuerte, decidida, se dio cuenta de que apenas recordaba ya lo que precipitó su separación.

Los recuerdos dolorosos parecieron esfumarse a medida que acortaba distancias. Los calificativos, también. Rara. Celosa. Dependiente. Controladora. Asocial. Friki. Aburrida. Pesada. Insistente. Insegura. Cobarde. Inmadura.

Rodaban las palabras por su mente, las mezclaba, las revolvía, las intercambiaba, pero todas significaban lo mismo: nada. Carecían de significado porque Jennie no podía identificarse con ninguno de aquellos adjetivos. Ella no era eso. Chahee la había convencido de ello, pero ahora comprendía el grave error que había cometido creyéndoselo. ¿Cómo había tardado tanto tiempo en darse cuenta?

Lalisa advirtió enseguida su presencia cuando se aproximó lo suficiente. La miró entre la alegría y la sorpresa y abrió ligeramente la boca para saludarla, pero Jennie se lo impidió escurriendo una mano en torno a su cintura y atrayéndola hacia ella.

Los ojos de las dos mujeres se encontraron entonces en un punto que ya hicieron suyo. Un lugar en el espacio en el que parecían hablar el mismo idioma, sus pupilas manteniendo una conversación intensa pero silenciosa:

«Quiero besarte. Me muero por besarte. Voy a hacerlo», decían las de Jennie.

«Hazlo», contestaron las de Lalisa.

Ella asintió entonces levemente comprendiendo lo que vendría a continuación y Jennie cerró los ojos. La atrajo hacia sí tan despacio que la sintió temblar en sus brazos. Cuando sus labios se rozaron le pareció ser un cometa que estuviera cruzando el cielo velozmente dejando miles de estrellas a su paso. Lalisa partió los labios como si quisiera invitarla a explorar en su interior y Jennie aceptó la invitación acariciando su lengua con tanto corazón que temió haberse dejado el suyo prendido en aquel beso.

De otro planeta  [Jenlisa] Where stories live. Discover now