Capítulo 12

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—Y entonces, ¿cuál es tu plan?

Jennie se quedó con la mirada suspendida en el parque infantil que tenían al lado. Hacía buen tiempo y había accedido a tomar algo con Jisoo en una de las terrazas de las múltiples cafeterías que existían en su barrio.

Meditó acerca de la pregunta, pero se dio cuenta de que todavía no tenía respuesta. Unas horas antes se la había hecho a sí misma, antes de enseñarle a Lalisa el funcionamiento de su consola. A la presunta extraterrestre le entusiasmó tanto el descubrimiento que Jennie se olvidó muy pronto de que tenían cosas más importantes que tratar acerca del futuro inmediato.

Jennie lo achacó a que nunca había podido compartir esa afición suya con nadie cercano. A Jisoo le aburrían los videojuegos y con sus compañeros de trabajo apenas quedaba. Pero Lalisa se mostraba fascinada de que los gráficos fueran tan “primitivos” y parecía genuinamente interesada en todo lo que Jennie le iba explicando: sus personajes favoritos, cómo pasar algunas etapas, algunos truquillos… Cuando se dio cuenta eran las cinco de la tarde, Jisoo estaba esperándolas en el portal y todavía no había tenido ocasión de hablar con Lalisa acerca de su futuro.

—La verdad es que no tengo plan —le confesó Jennie, suspirando mientras observaba a Lalisa, que ahora se balanceaba en un columpio del parque infantil bajo la mirada atenta y desconcertada de algunos niños y de sus padres—. Quería buscarle un hotel, pero luego ha pasado todo lo de mi padre, nos hemos puesto a jugar a la consola y, no sé, estoy bloqueada.

Jisoo arqueó una ceja y puso gesto escéptico.

—¿Qué? ¿Por qué pones esa cara?

—Por nada.

—No, ahora dime, no te quedes callada.

Jisoo dio un sorbo a su cerveza y se limpió la boca con el dorso de la mano. Había un brillo malicioso en sus ojos, una forma de mirar que Jennie conocía muy bien.

—Yo creo que lo que ocurre es que en el fondo no quieres que se vaya.

—No digas tonterías. Mírala, es como una niña. Y yo me comporto como si fuera su madre.

Jisoo dirigió la vista hacia el parque infantil. Los niños parecían encantados con la compañía de Lalisa. Había empezado jugando con uno de ellos y ahora estaba rodeada de una pandilla entera. Los infantes tiraban de sus mechones bicolor, la agarraban de la mano para reclamar su presencia bajo la atenta mirada de sus padres que no acababan de comprender por qué una mujer adulta estaba jugando con sus hijos como si fuera una más.

—Pero a lo mejor es precisamente por eso, porque te hace sentir, no sé, útil. ¿No lo crees? — apuntó Jisoo.

Jennie no supo qué contestar. Era plenamente consciente de que si no se sintiera a gusto con Lalisa, la habría echado mucho antes de su casa, tal y como había hecho en Seúl. Desconocía por qué todavía no la había invitado a irse, y sin embargo, sospechaba que el motivo era algo tan simple como que se sentía a gusto en su compañía.

—¿Te has planteado la posibilidad de que tu padre le eche un vistazo? Para que le diagnostique su tipo de demencia, más que nada —sugirió en ese momento Jisoo.

Jennie descartó la idea con un suave movimiento de la mano.

—Lo pensé, pero ¿para qué? ¿Para que le ponga nombre a lo que tiene? Si está loca, está claro que no es una loca peligrosa.

—O para que la medique. Tiene que haber algo que ayude en estos casos. O a lo mejor le convendría estar interna una temporada, no sé.

—Sí, eso puede ser —respondió Jennie con cierta melancolía. A veces se le olvidaba lo desorientada que estaba Lalisa. Era como si en el fondo albergara la esperanza de que en algún momento su coraza se rompiese, acercarse tanto a ella que esto la ayudara a tomar contacto con la realidad, aunque sabía que sería imposible si realmente sufría alguna enfermedad mental—. Pero ya sabes cómo es mi padre. No estoy segura de que sea la mejor persona para tratar este caso.

De otro planeta  [Jenlisa] Where stories live. Discover now