Capítulo dos: «Un rojo amanecer doble»

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Cuando abrí mis ojos, parpadee observando a mi al rededor.
Poco a poco, los recuerdos del día o ¿Días? Anteriores aparecieron en mi mente.
— ¡Los gemelos! — Me levante de la cama y casi caigo al hacerlo. Mis piernas al estar tanto tiempo sin usar se sentían entumecidas.
Pero por supuesto, eso no me iba a detener.
Así que salí de la habitación, y antes de llegar al comedor, escuché unas voces hablando muy bajito.
— ¿De verdad una chica muy bonita nos trajo a vivir aquí?
— ¡Si! Incluso fue ella quien te curo. Y ¡Con magia!
— ¿De verdad no me estás mintiendo?
— ¡No, Saeran no te mentiría! ¿Acaso no crees en tu hermano mayor? — Se escuchó una suave risa. — Incluso fue ella quien nos dejó está comida preparada.
— ¿Pero no tendrá veneno?
— Bueno, la comida de mamá era peor que esto. Y ella si nos envenenaba. — sentí mi corazón estrujarse al oir esas palabras. ¿Por qué el lo decía tan alegremente?
— Oye, eso no es divertido. — se quejo la voz más suave.
Fue en ese momento que aproveche para ingresar a la cocina.
Dos pequeños niños, completamente bonitos y ya sin ninguna herida en sus rostros abrieron sus ojos como plato, al verme.
— ¡Señorita maga! — Alegremente exclamó Saeyoung.  — Estaba preocupado por usted porque no sabía dónde estaba. Pero encontré las notas que usted me dejó y decidí no molestarla.— sonreí suavemente.
— Lo siento, ¿Han despertado hace mucho tiempo?
— Despertamos hace un rato. — Eso era bueno, al menos, no habían estado solos hace mucho tiempo.
Me acerque a Saeran lentamente. Este estaba medio escondido detrás de Saeyoung y me agache para quedar a su altura.
— ¿Saeran? ¿Te sientes bien? — Sus ojos brillaron con duda e inseguridad. Pero luego asíntío tímidamente.
¡Era tan lindo! Quise acariciar su cabeza como acto reflejo, pero el se encogió con sus ojos brillando con miedo.
Y sentí un escalosfrios.
Es verdad, ¿Cuántas veces estos pequeños niños que brillaban como dos estrellas habían sido maltratados?
Saeran era quien mas tenía tanto heridas externas como internas.
Sería un largo trabajo.
— ¿Y tú, Saeyoung? ¿Estás mejor?
— ¡Si! ¡Gracias a la señorita maga! — sonrió.
— Eso es algo bueno. Ahora, deben tener hambre, ¿Verdad? Déjenme calentar esta comida. Los niños no deben pasar hambre. — Calenté la comida, prometiendome que a la noche les prepararía algo nuevo y delicioso y observé el antiguo calendario que tenía en la cocina.
Dos días. Habían sido dos días durmiendo.
Gracias al universo no había sido tanto tiempo.
Lo cierto era que yo nunca había estado rodeada de niños.
Es por eso que no sabía de qué hablarles o como tratarlos.
Solo sabia que este era un caso delicado.
Así que, de verdad estaba esforzándome.
Prepare la mesa y al servir los platos, los ojos de ambos pequeños se abrieron con sorpresa.
— ¡Es la primera vez que veo este tipo de comida!
— ¿Es así? — Era un simple plato de sopa de verduras, con arroz y un poco de carne de cerdo.
Comida típica.
Pero para los ojos de esos pequeños era la primera vez que la veían.
— Por favor, coman todo lo que quieran. Están muy pequeños y ¡Necesitan crecer muy altos!
— ¿Tan altos como tu?
— Mhn. Más altos. Yo soy pequeña, Saeyoung. — solté una risita.
Al principio ví la inseguridad en sus ojos así que para darles tranquilidad, lleve un bocado a mi boca.
Luego de eso, ellos comenzaron a comer y en un abrir y cerrar de ojos ya tenían menos de medio plato.
— ¿Te gusta, Saeran?— El dejo de comer y me observo unos cuantos segundos en silencio, y luego asíntío, con un sonrojo leve en sus mejillas.
— ¿Vives aquí tu sola, señorita maga?
— Mhn. Si. Vivo aquí sola.
— ¿Cuántos años tienes?
— Gracias a la magia, mi edad en apariencia es de 20. Pero en números humanos, Mhn.... 74 años. — Incluso los ojos de Saeran se abrieron con sorpresa y no pude evitar reír. — Es la verdad. No miento. Es el poder de la magia.
— ¡Woah! Eso es realmente increíble.
— Y mi nombre es Shairim. Pero pueden decirme Shai.
— ¿Shai? Es un bonito nombre. — Saeran hablo bajito, al parecer, tanto Saeyoung como yo nos sorprendimos. — ¿Por qué nos rescataste? — pregunto tímidamente.
— Eso es porque una persona me pidió que lo hiciera. Al enterarme de su situación, no dude en hacerlo.
— ¿Una persona? Tal vez... ¿Rika noona?
— Si. Fue Rika. Ella es mi hermana.
— ¿¡Usted es la hermana de la que siempre nos hablo Rika!?— pregunto sorprendido Saeyoung. Y luego cubrió su boca. — Lo siento por levantar la voz.
— No me molesta, no necesitas disculparte por eso.
— Entonces es verdad que la magia te hace ver más joven. Porque Rika-noona ya está viejita. Y según lo que ella nos dijo, tu eres mayor que ella. — Saeran estaba hablando poco a poco.
— Asi es. Solo tenemos dos años de diferencia.
— ¡Woah! La magia es increíble. — solté una risita y luego asentí. De repente, el espejo que yo usaba para comunicarme con un antiguo mago que había conocido hace tanto tiempo y se había convertido en mi instructor cuando empecé a usar magia, brillo.
El estaba llamando.
Frunci el ceño.
— woah. Esta brillando.— Murmuró Saeran. Moví el espejo en nuestra dirección y encendí la comunicación.
La imagen frente a mi era de un joven de aproximadamente mi edad con ojos grises y rostro estoico.
— Hola, Jumin. — saludé alegremente.
— ¿Shai? ¿Dónde demonios estabas? Intente comunicarme contigo hace dos días e incluso ayer fui a tu casa porque estaba preocupado. Y, ¿Adivina qué? La barrera que pusiste me transportó a mi casa de nuevo.
— Lo siento por eso. Estaba durmiendo.
— ¿Durmiendo? ¿Dos días seguidos?
— Uh, si.
— Usaste casi todo tu mana, ¿Verdad? Sabes que eso es peligroso y puede acabar con tu vida ya que no podemos medir nuestras cantidades de mana al usarlo.
— Lo se. Pero fue por una buena razón. — observé a los pequeños que observaba con curiosidad mientras comían el espejo.
— ¿Una buena razón? Espero que sea lo suficientemente buena como para arriesgar tu vida.
— Creeme, lo fue. Y por eso necesito tu ayuda.
— Siempre que te llamo, me pides algo. — frunció el ceño— ¿Y bien? ¿Que es está vez?
— Yo no puedo salir de casa aún. Asi que necesito que me consigas ropas para niños de entre 11 y 12 años.
— Un momento. ¿¡Fuiste a buscar a los niños que te dijo la bruja de tu hermana!?
— Si. Mira que bonitos que son, Jumin. Ellos son Saeyoung y Saeran. — con magia moví el espejo mostrándole cada niño a Jumin.
Jumin se aclaró la garganta.
— Eh, hola. — saludo cortamente.
— ¡Hola, señor! — saludo Saeyoung, por su parte, Saeran solo frunció el seño en su dirección. Volví a enfocarme con el espejo.
— Esos son los pequeños Choi. Y necesito ropa para ellos porque a partir de ahora vivirán conmigo.
— ¿Cómo vas a hacerte cargo de ellos si ni siquiera sabes tratar con niños?
— ¿Y tú si? Tu solo tienes a tu gata.
— No hables así de Elizabeth III.
— Elly. — me burle. — Por favor, ¿Si? ¿Puedes conseguirme ropa para dentro de un rato? Y también libros para cuidar niños.... — fingi ser linda, haciendo un puchero y el ceño fruncido de Jumin se suavizo y sonrió.
— Bien. Estaré allí pronto. No te olvides de quitar la barrera porque me transportare hacía allí.
— Entendido, señor.
— Realmente haces que siempre me preocupe por ti y siempre haces las cosas por tu cuenta. Podrías haberme pedido ayuda, Shai.
— Lo se. Se que estás siempre para mí. Es por eso que te quiero, Jumin.
— Yo también te quiero. — exclamó algo sonrojado y apartando el rostro.
Luego la llamada se terminó.
— Señorita maga, ¿Es tu novio?
— No. Es fue mi maestro. El me enseñó a usar bien la magia.
— ¡Entonces existen más magos en el mundo! Yo también quiero serlo.
— Solo algunos cuantos. Tal ves a futuro, también puedas ser uno de ellos.
— ¿¡De verdad!?
— Si. La magia no se trata de dones, se trata de habilidad. — asentí. — ¿Les gustó la comida?—
— Estaba deliciosa.
— Si. Me gustó.
— Bien. A la tarde les prepararé unas galletas así las toman con leche.
— Eso... Eso hacen en la cuentos de hadas que me leía Saeyoung.
— ¿Te gusta leer, Saeran?— El pequeño asíntío. — ¿Cómo aprendieron a leer?
— Rika-noona nos enseñó. Bueno, me enseñó a mi y yo le enseñe a Saeran.
— Tengo una biblioteca, creo que les gustará. ¿Quieren que les muestre la casa? No es tan grande pero tiene varias habitaciones. Ya que a partir de ahora se van a quedar aquí.
— ¿De verdad podemos quedarnos contigo?
— Por supuesto. Siempre que así lo quieran. A partir de ahora este es su nuevo hogar.
— Y ella... ¿Ella no vendrá a buscarnos? — los ojos de Saeran se empañaron con lágrimas.
Me coloque a su altura e intente regalarle mi mejor sonrisa.
— Saeran, ella no volverá a tocarlos. E incluso si lo intenta, no podra.
— ¿Puedes jurarlo?
— Si. Lo juro. — asentí.
Porque hoy mientras ustedes duerman yo me haré cargo de ella.
— Vamos, les mostraré la casa hasta que llegue Jumin con sus nuevas prendas. Oh, cierto. — había olvidado aclarar algo así que llame nuevamente a Jumin y el me contestó inmediatamente.
— ¿Que sucede ahora? — estaba sin camisa y sudando.
— ¿Estabas haciendo ejercicio?
— Bueno. Es la mejor hora para hacerlo.
— Me da pena verte así.
— ¿Pero no me has visto ya en peores formas?
— ¡Jumin, estoy con los niños! — exclamé. Aunque los pequeños solo me observaron confundidos. — Y estas mintiendo. Solo quería pedirte que trajeras alrededor de quince conjuntos distintos. Yo te devolveré el dinero.
— ¿Quince? ¿No es eso demasiado?
— No. De hecho es poco. Tráeme al rededor de veinticinco. Llenaré sus armarios así tienen ropa para invierno, verano, primavera y otoño. Y por supuesto, traeles zapatos. Es hora de usar el presupuesto que he estado acumulando todos estos años.
— ¿Pido talle para niños de 11/12 años?
— Si, en caso de que no les entre iremos a tu casa y llevarás a un sastre para confeccionar ropa y zapatos a sus medidas.
— ¿No te estás tomando muchas libertades en mi palacio?
— No. Para eso están los amigos.
— Si, amigo. — rodó los ojos.
— Bueno, ve a hacer ejercicios. Prepare algo para cuando vengas.
— Bien. Te quiero.
— Yo mas.
El espejo volvió a su lugar y yo sonreí Alegremente a los pequeños.
— En caso de que necesiten algo, sea lo que sea, incluso si es lo más mínimo, no duden en pedírmelo. Conseguiré todo para ustedes.
— ¿Por qué haces tanto por nosotros?
— Porque se lo que han pasado. Y quiero cuidarlos y darles todo lo que les ha faltado. Tal vez no sea muy buena con los pequeños y me cueste a veces ser demostrativa porque me acostumbré a estar sola. Pero quiero ayudarlos. Y hacerlos feliz. Así todas sus heridas desaparecen. Ahora vamos, vamos a recorrer la casa.

Tendí mis manos hacia los costados, y a pesar de que dudaron al principio, las tomaron.
Sus pequeña manos estaban frías, pero se sentían suavecitas y era incluso extraño para mi, quien hace tiempo no tomaba la mano de nadie.
Pero era encantador.
Y pensé, que quería tomar estás manitos fuertemente cuando las estiraran pidiendo por ayuda.
En realidad, pensé que quería tomarlas siempre.
Y devolverles un poco de la felicidad que les había Sido arrebatada.
Tal vez nuestras historias no eran parecidas en lo absoluto.
Y tal vez, si no fuera por Rika, nunca los hubiera encontrado.
Y había un sinfín de cosas que tendría que aprender.
Y había un sin fin de cosas que tendría que intentar arreglar dentro de ellos.
Pero la verdad era que desde que sentí el dolor y el sufrimiento por el que pasaron, no podía dejarlos en manos de nadie más que yo misma.

Pensé que tendría que salvarlos para cumplir la última petición de Rika y luego mi idea era conseguirles una nueva familia a la cual visitaría el resto de mi vida para saber si los cuidaban bien.

Pero no. Desde que ví sus recuerdos, sentí que era mi tarea ayudarlos.  No podía lavarme las manos y desprenderme de ellos fácilmente. No podía dejar esas heridas a alguien más.

Si a futuro ellos querían irse y armar sus vidas, por supuesto que no los detendría. Ellos tenían derecho a ser felices.

Pero mientras tanto, los cuidaría.

Me dedicaría a enseñarles magia, les daría estudios e incluso los educaría para que a futuro, pudieran adaptarse fácilmente a la sociedad cuando entrarán a la academia de magia.
Y sobretodo, les daría esa felicidad y libertad de la que habían sido privados hace doce años.

Y, por supuesto, les permitiría ver las nubes en el jardín tanto como quisieran y los llevaría a conocer y recorrer lugares maravillosos.

Reemplazaría esos tristes recuerdos por unos más hermosos, únicos, y llenos de magia.

Los pequeños pelirrojos serían felices. Lo juraba por mi misma.

Mis gemelos» (SevenxSaeranxMc) Mystic Messenger. Where stories live. Discover now