—Dios no se va a enojar si veo un poco, además, si pone a tanta belleza junta debe tener una razón —dijo y Kota apretó los labios en una línea y frunció el ceño.

—Ni siquiera se les nota la cara con el casco —señaló con obviedad, el video estaba grabado de tan lejos que con suerte se podían diferenciar la cantidad de chicos que había visto en la pista.

—No solo los rostros son lindos, Kota-chan —contestó con un poco de picardía y la castaña se rió fuerte, trató de callarse tapando su boca, sin poder creer lo que acaba de escuchar de la que supuestamente se dedicaría a Dios.

—No puedo creer que acabas de decir algo como eso —dijo entre risas.

—¿Lo malpensaste?

—No me digas que hablas de su personalidad porque eso no se ve a simple vista —dijo Kota secando sus lágrimas que salieron por sus carcajadas oprimidas.

—Y-yo... —Megumi se mordió el labio sabiendo que fue atrapada en el acto.

—Está bien, no soy quien para juzgar, pero, cielos, que risa... Lo siento, es que hace mucho que no me rio así —reconoció, sonriendo brillantemente.

Megumi se alegró de haber sacado una sonrisa así de linda a Kota y su vergüenza se le pasó, también le sonrió a la que ya consideraba más que una conocida, en todo el tiempo que la había visto jamás la notó tan libre, como si sus hombros no pesaran y sus ojos no estuvieran sin brillo. Kota era linda de esa manera.

A lo lejos, un rubio alto miraba a todos lados buscando a cierta muchacha que se había vuelto su primer amor, Osamu estaba a su lado mirando a su mejor amigo jugar en el teléfono. Suna estaba con una mano sujetando la bandeja y la otra el teléfono jugando ese videojuego del gusano.

El castaño al escuchar una carcajada levantó la vista casi como reflejo, perdiendo sin importarle. A lo lejos vio Kota reírse de algo que había dicho Megumi y la contraria se sonrojaba de la vergüenza, era una carcajada limpia, una que iluminó la cara de cachorro que tenía. Suna no fue el único que se dio cuenta, Atsumu también se fijó en esa mesa, solo que en la contraria, en esa chica de cabello corto y sonrojada pareciéndole la chica más linda de la sala. Y Osamu... él esperaba que el arroz no se le enfriara.

—¡Vamos! —el rubio tomó del brazo a su gemelo y prácticamente corrió donde Megumi.

—¡Maldito cerdo, suéltame!

Suna los siguió entre suspiros.

Megumi siguió hablando de ellos mientras Kota volvía a mirar a la nada sin un pensamiento en concreto, más alegre que antes. Cuando sintió que su compañera se tensó miró al frente, los gemelos y Suna estaban ahí.

—¿Mhm? —pronunció Kota.

—Tsumu —pronunció Megumi timida. Kota alzó una ceja y miró a Megumi con claro cuestionamiento.

—Megumi-chan, hola —él se sentó frente a la chica de cabello corto, obviando a Kota. Megumi bajó la cabeza y colocó su cabello detrás de la oreja.

Kota abrió los ojos acusadora, miró a Atsumu y luego a la chica ya pensando que significaban esas miradas y comportamientos, sonrió sin poder creerlo alzando la vista un poco al cielo.

Kota carraspeó —Monja —volvió a carraspear y Megumi se tensó y la miró. La castaña tenía una sonrisa llena de burla y alzó las cejas con picardía. La otra se puso más roja que un tomate. La castaña soltó una risa nasal.

Suna se sentó frente a ella y Osamu a un lado de él.

—Oh, hola Aibō —lo saludó Kota —Gemelos.

Smile For Me [Suna Rintaro]Where stories live. Discover now