𝐶𝐴𝑃𝐼𝑇𝑈𝐿𝑂 𝑄𝑈𝐼𝑁𝐶𝐸

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[...]

Camimaban tranquilamente por las veredas de un Pacífico distrito. Hidan hiba por encima de las pequeñas piedras que estaban como decoración por el suelo, esperando a que no se cayera.

Al moreno le resultaba infantil esta acción por el peli-plata, y a la vez algo tierno que le parecia raro. Simplemente por ver esa sonrisa pintada en los labios del contrario que prolongaba su vista en sus pisadas para mantener el equilibrio.

A lo lejos pudo ver a un heladero, tal vez al omega le encantaria uno. Quien sabe que el calor pudo emanar su cara, esto lo mantendria fresco.

-¿Te gustaria un helado?

Pregunto el alfa avanzando a su lado, por esta interrogante Hidan paro su andar y bajo de las rocas antes de caer. Se sostuvo con ayuda del moreno.

-No estaria mal.

Giro su mirada al parque que tenian al frente este llevaba un buen ambiente y un panorama tranquilo. La entrada ya estaba más arriba, casi estaban por llegar ahí.

El joven que vendia los helados estaba por abandonar el lugar e ir a otro sitio para conseguir más clientela. Justo a tiempo, los dos hayan lograron alcanzarlo antes que se marchará.

-¿De que sabor la quieres?

-Hum... El de vainilla esta bien.

-Okey, deme dos.

Llevo sus manos dentro del carrito sacando dos paletas de vainilla, entregandoselas al menor, mientras tanto el alfa pagaba con un billete, seguido de recibir su cambio.

-Que la pareja tenga un lindo día.

Se despidio como una buena costumbre. Aunque esto casi ahogo al peli-plata con su propia saliva empezando a toser un poco, al mismo tiempo que kakuzu se giro para negar este hecho y que solo son amigos.

-¿Estas bien?

-Eh, si, solo lo tome con sopresa pero ignoremos su comentario.

Argumento el peli-plata. Tomaron asiento en una banca de madera, viendo para otro lado mientras entregaba el otro helado al moreno.

-No entiendo porque la preocupación de que me pasara algo, no es como si fuese a cometer el mismo error de meterme a un atajo.

-Escucha, Hidan te lo dire de la forma menos ofensiva.

-hum?

Solto un respiro apoyando sus codos sobre sus rodillas, volviendo a levantar su cara, y ver fijamente al oji-violeta.

-Eres un imbecil, ¿sabes?

-Ehh?!

Si con esas palabras no buscaba ofenderlo pues ya lo hizo con solo pronunciarlas, que no pudo evitar fruncir el ceño.

-Aunque digas ser fuerte, lo cual no niego por tu debido carácter. No podrias con un grupo completo.

-Las probabilidades de que eso pase son pocas.

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