Domingo 30 de Septiembre, 2001
Desperté en una cama, extraña a la que suelo sentir ¡Podía sentir! ¿¡LO HABÍA LOGRADO!?OWWWW que resaca, espera, no he bebido ¿Ese es un ronquido? Levanté la vista y ahí estaba, un bulto roncando en la cama del otro extremo, era Diego, lo sabía.
Exploré todos mis sentidos, podía olfatear el aroma del desayuno, seguro era Grace cocinando para nosotros; Podía sentir las sábanas caras, podía observar con facilidad a mi mellizo dormido y escucharlo roncar no era difícil, no había duda, había logrado llegar a otra realidad.
Desconcertada me senté en la orilla de la cama, al fin, esta vez no lo estropearé. Dios, mi mente era un caos ¿Qué haría cuando todos despertaran? aún no tenía los recuerdos del día anterior, aún no recuperaba la estabilidad, no podía presentarme así ante ellos ¿Qué se supone que había escrito sobre mi historia? ¿He vivido siempre aquí? Ay, claro que sí idiota, llegaste con Diego. ¿Diego? ¡DIEGO! DEJÓ DE RONCAR, apresuradamente voltee a su cama y ya estaba sentado, estaba tan pequeño, apenas unos 12 años parecía tener ¿Cómo me veía yo a los 12?
—Hey T/N! ¿Todo bien?— Preguntó bastante confundido, era obvio, me quedé pensando mientras lo observaba al menos 5 minutos— ¿Qué diablos? ¿Otra vez te cuesta hablar?
¿Me cuesta hablar? De pronto pequeños Flashback vinieron a mi mente, no era Diego quien tenía el problema de tartamudez sino yo, mierda, yo no especifique eso —Le hablaré a mamá.
—No! Diego, estoy bien— él ya se había levantado y estaba apunto de salir por la puerta, di un último vistazo al cuarto, realmente era como lo había imaginado, agarré valor, no iba a desaprovechar la oportunidad... Lo abracé, con todas mis fuerzas, mi hermano, aquí estaba, no importaba nada más, estaba en casa al fin...
