†Entre Sombras de Deslealtad: Lucybell y sus Engaños

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Estaba aterrada después del escalofriante suceso que había vivido. Me quedé inconsciente y, al despertar, era yo misma de nuevo. Sin embargo, esa experiencia amenazaba mi cordura y era extremadamente intensa.

Decidí no contarle a Lucybell, ya que sabía que no me creería. También decidí dejar el asunto de Carl por el momento y no volver a investigar sobre Rose. Para mi la advertencia fue clara.

En cambio, debía poner un punto final a esa situación, así que la presioné para que nos mudáramos de esa casa. Argumenté que más cerca de la ciudad encontraría trabajo rápidamente.

Pocos días después, ella accedió.

Sentí un enorme alivio, pero al llegar al edificio, Lucy me contó que ese apartamento también era de su propiedad. Ella vivía allí antes de comprar la casa para compartir con Rose. Al escuchar el nombre de Rose, sentía una estocada en el corazón y no deseaba saber más de ella. Así que me embargó la tristeza al enterarme de que había pisado ese apartamento. Esperaba sinceramente encontrar paz.

Creí que en ese lugar mi existencia hallaría una serenidad más profunda. Me equivoqué.

Ahora mis conflictos no se limitarían a Rose, sino que se expandirían a Lucy. 

Lucy a veces adoptaba una actitud extraña cuando me aproximaba a su teléfono. Sin embargo, este comportamiento ya había surgido con anterioridad, basado en la política de privacidad que ambas manteníamos: ella no se acercaba al mío y yo al suyo. Aunque sus reacciones al respecto eran excesivas; se tornaba impaciente cuando tomaba su teléfono solo para consultar la hora, y si me lo prestaba para llamar a Aline rápidamente me lo arrebataba al terminar.

Aunque en ocasiones albergaba sospechas de infidelidad, las disipaba por la convicción de la fidelidad de Lucy. A pesar de todo ella era, sin lugar a dudas, la mujer más leal que jamás hubiera conocido.

Lucy era fiel.

La calma prevaleció por un tiempo, pero las sensaciones desagradables retornaron. Experimentaba un deseo abrumador en contra de Lucy, quería insultarla y golpearla, quería reclamarle que en realidad nunca le había importado y que, encima de todo, me estaba engañando.

Sin embargo, sentía que tales impulsos reflejaban las acciones y palabras de Rose. Yo era más sosegada, una especie de caballo de carga siempre aguantando y soportando todo.

Volví a considerar que lo mejor era poner fin a la relación, pero mi búsqueda de empleo no había tenido éxito debido a mis limitados estudios. Dejar a Lucy significaría enfrentarme a la posibilidad de vivir en la calle, una perspectiva que me aterraba. Tampoco quería ser una carga para la pobre Aline a quien por causa de Lucy había tenido que dejar de lado. A pesar de todas las sombras en nuestra relación, aún amaba a Lucy. Mi situación era sumamente complicada.

Sin darme cuenta, ya llevábamos tres años compartiendo el mismo techo, y para mí resultaba difícil simplemente apartar a Lucy de mi vida. Aunque las condiciones de vida se volvían cada vez más insoportables para mí, y tanto mi cuerpo como mi espíritu se resentían, la idea de abandonarla me aterraba.

¿Cuántas veces me enfermé sin que a Lucy le importara lo más mínimo? Ni siquiera se molestaba en comprarme medicamentos. La situación de mi ropa era aún más lamentable. Cuando salíamos, me esforzaba por vestir mis mejores prendas de segunda mano para no deslucir a Lucy.

A pesar de todo, las personas a nuestro alrededor elogiaban nuestra relación, asegurando que Lucy me amaba profundamente y cuidaba bien de mí. Nada más alejado de la verdad. La realidad de nuestro vínculo estaba lejos de las apariencias, y cada día se volvía más difícil mantener la fachada de felicidad que presentábamos al mundo.

La Sombra De RoseWhere stories live. Discover now