†El Encanto Efímero de Lucybell

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Los hombres me infundían miedo, desconfianza y asco, creando una paranoica aversión a sus toques que apenas lograba disimular. Tenía miedo de los hombres, sin embargo, aún no había decidido orientar mis afectos hacia las mujeres. Pero con Lucybell, el amor se gestó casi a primera vista.

¡Dios! Me duele rememorar los hermosos momentos que compartimos al principio.

Ese día permanece grabado en mi memoria de manera nítida. Todo mi día había sido detestable. Afortunadamente mi turno estaba cerca de acabar.

Estaba muy cansada y para colmo, un compañero me pidió  llevar un pedido a una mesa. 

Allí estaba Lucy.

Su sonrisa iluminó mi existencia, y yo le respondí con igual gracia. Me parecía extraordinariamente hermosa: sus ojos miel, su cabello castaño y sus finos rasgos la convertían en un ser sumamente atractivo. Cruzamos apenas un par de palabras, pero fue suficiente para dejar una marca indeleble en mi corazón.

Abandoné la cocina esperando captar otra mirada, otro destello de esa luz que irradiaba. Mi corazón latía con una fuerza desbordante. Su voz y sus palabras resonaban en mi mente, no podía disimular mi fascinación. 

Al concluir mi turno en el restaurante, me fui y ella fue tras de mi.

Verdaderamente sentí un sentimiento abrumador entre timidez, emoción y algo de cosquillas dentro de mi estómago. Después de un par de palabras, me acompañó hasta mi humilde morada, y por timidez, no la invité a pasar. Lucybell, una dama de clase y refinamiento, mientras que yo, ¿quién era yo? Nadie.

A pesar de mi inseguridad, acepté la invitación a salir con ella. Lucybell, ocho años mayor que yo, se convirtió en una presencia confortante y una compañera con la que congeniaba a la perfección. La inseguridad me embargaba, pero Lucybell, con su encanto y paciencia, logró conquistar mi corazón. La acepté en mi vida, a pesar de la diferencia de edad y estatus social.

Nuestras salidas se volvieron rutina. Paseábamos por el parque, compartíamos risas en modestos cafés y, a medida que el tiempo pasaba, yo creía que nuestros lazos se fortalecían. Aunque venía de un mundo diferente, Lucybell nunca me hizo sentir inferior. Su amor y comprensión me daban fuerzas para enfrentar mis propios demonios.

Sin embargo, la felicidad efímera parecía siempre a punto de desvanecerse. Mis miedos y traumas, arraigados en el pasado, amenazaban con resurgir y oscurecer nuestro amor. Lucybell no sabía el tormento que había vivido ni la sombra que oscurecía mi pasado.

En aquellos días de luz y oscuridad, nuestra relación florecía como una extraña flor en un jardín lleno de espinas. Cada encuentro con Lucybell era un bálsamo para mi alma, pero la sombra de mi pasado siempre acechaba, amenazando con desgarrar nuestra conexión aún frágil.

Nuestros primeros días juntas fueron maravillosos. Yo nunca había tenido amor y  Lucybell cuidaba de mí con ternura y paciencia, creando un refugio donde los fantasmas del pasado parecían desvanecerse. En sus brazos, experimentaba una sensación de amor y protección que parecía real.

Salíamos a caminar tomadas de la mano, compartiendo risas y confidencias. Las tardes se volvieron cómplices de nuestros secretos, y cada beso sellaba el compromiso silencioso que habíamos establecido.

Aunque ella intentaba sanar mis heridas, había aspectos de mi dolor que ni siquiera yo misma comprendía. La sombra de mi pasado se cernía sobre nosotros, amenazando con destruir lo que habíamos construido.

En cuanto a las relaciones, no fue sencillo tomar la decisión de dar ese paso con Lucybell, y cuando finalmente lo hicimos, elegí que fuera mi primera vez. En mi mente, no debía existir un antes de ella. Deseaba que fuera especial.

La Sombra De RoseWhere stories live. Discover now