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La semana siguiente fue estresante

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La semana siguiente fue estresante.

Taehyung me trató de una manera mucho más fría y dura que de costumbre
- supongo que en un intento por reafirmar su poder después de la pequeña escaramuza que había sufrido nuestra relación -.

Sin embargo, yo me comporté como si no hubiese cambio alguno. Sonriente y dócil, le entregaba los informes y las diapositivas de manera puntual y manejaba su agenda tan eficazmente como lo había venido haciendo los tres años anteriores - e incluso más -.

A pesar de todo, parecía que cuanto más amable me mostraba yo, más desconcertado se sentía él.

Por fortuna, llegaron mis esperados días libres. Jimin se fue con su padre al hospital y yo me quedé en casa con Beomgyu.

Y lo más importante: perdí de vista a Taehyung durante algún tiempo. Cada día me resultaba más agotador tratar con él y fingir que estaba encantada de que sus ojos brillasen con tanta intensidad cada vez que me miraba. Era agotador que mi jefe quisiera asesinarme a cada instante de su existencia por haberle obligado a suplicar unas clases de francés.

Sí, era mejor que me perdiese de vista unos días.

Mientras tanto, yo había concertado cita con el neurólogo para Beomgyu y ya íbamos justas de tiempo.

Nos vamos ya Beomgyu. Apaga la tele, cariño - le dije mientras rebuscaba el teléfono móvil en el mochila.

Había llamado a un taxi para que nos llevase hasta la clínica, la cual estaba demasiado lejos de casa y además, muy mal comunicada en cuanto a transporte público.

- ¿Me puedo llevar el cuaderno de pintar Hoseok? -. preguntó el.

- Cógelo y date prisa, que el taxi nos está esperando en la calle -. respondí yo, agobiado.

Beomgyu salió disparado hacia su cuarto y dos minutos después estuvo lista para salir, con su abrigo puesto y un cuaderno de tapa morada de corazones en una mano más una caja de crayones de colores en la otra.

Bajamos en el ascensor y salimos a la calle.

Ambos nos subimos en el taxi y éste arrancó.

Media hora después, estuvimos ya sentados en la sala de espera para las consultas de neurología. Aquel lugar siempre me hacía reflexionar.

Beomgyu estuvo muy tranquilo todo el rato: pintando, jugando con las construcciones que había especialmente para los niños y pintando otra vez.

Era un niño que tenía muy buen carácter. Porque a sus catorce años, con el retraso mental que acarreaba, no se le podía pedir más madurez que a un crío de seis años. Pensé que tal vez debería plantearme volver a pagar una escuela especial para el, pero era tan cara y yo tenía tan pocos recursos...

A fin de cuentas, Jimin trabajaba mucho con el: trataba de enseñarle a leer y a ser independiente - en la medida de lo posible - para vestirse, asearse, lavarse los dientes... E incluso ld había enseñado a cocinar. A mi hermano le encantaba mezclar la masa para hacer bizcochos - luego había que lavar su ropa para quitar la harina, el huevo y la mantequilla que se había huntado por los pantalones -.

Rozando el Cielo [Vope]Where stories live. Discover now