Sin que pueda evitarlo la letra que le escribimos a la canción de piano sale de mi boca mientras pienso en él, en lo que era pasar la tarde junto a él escuchando la lluvia o viendo alguna película en la intimidad de nuestra habitación.

Abro los ojos cuando la pieza se termina y al soltar el aire en mis pulmones escucho los aplausos que me regresan a la realidad. Me quedó en donde estoy mientras pienso que tal vez debí esperar a estar sola. Escucho una tos que hace que gire mis ojos a mi hermano que se sienta a mi lado.

—Nunca habías tocado con tanta pasión como hoy—sonrío despacio recostando mi cabeza en su hombro—. Me asombras.

—Idiota—se ríe antes de mí antes de poner sus manos sobre las teclas y moverlas de forma suave en una melodía que me sé—. ¿Qué haces?

—Levantándote el ánimo—niego despacio limpiando las lágrimas en su camisa—. Cruela…

Dejo un beso en su mejilla antes de poner las manos sobre el piano para comenzar a tocar junto a él, ambos llevamos las notas tan altas como podemos, creo que es la primera vez que me río desde que Samuel no está a mi lado.

—Gracias.

Deja un beso en mi cabeza para después guiñarme un ojo, niego poniéndome de pie, soy consciente de que mi instrumento pesa mucho, así que no pediré que lo cambien de lugar hasta dentro de unos días, haré una nueva sala de música para que puedan meterlo ahí, que está con el que enseñé a Bastián y tiene valor sentimental.

Bajamos del escenario para escuchar una revolución afuera del comedor, mis guardias abren la puerta para arrojar a Marcos contra el suelo. Miro al capitán de guardia que se acerca a mí con ese gesto militar que le conocemos.

—Capitán.

—Estaba drogándose afuera de su habitación, majestad—llevo mis ojos al guardia que me describe lo que hacía Marco—. Entró a su recámara sin importarle que su mascota le saltará encima—miro a Marco con verdadera molestia que no me había dado dolor de cabeza—, su tigresa defendió la habitación y bueno…

—¡Demandaré a la corona por esto!

Ruedo los ojos.

—Creí que mi hermano había dejado claro que no lo queríamos en el palacio—Bastián está a mi espalda y lo noto en el volúmen de su voz—. ¿Quién demonios lo dejó en el interior?

El capitán mira a su guardia mientras esperamos una respuesta, Samuel dejó claro que no lo quería aquí que podía trabajar para nosotros en otras cosas, pero no adentro del palacio.

—El que Samuel no esté no significa que puedan desobedecer una orden directa—realmente está enojado y no me voy a meter—. Quiero a este pendejo en una celda hasta que se le baje lo drogado, después lo quiero vigilando uno de los palacios más alejados de este.

Le asienten a Bastián antes de tomar los hombros de Marco y sacarlo de mi vista, miro el suelo que tiene su sangre y mis ojos van a mi madre y en silencio ordenó que limpien esto.

Bastián pide una disculpa en nombre del palacio antes de pedir a las empleadas que sirvan doble ración de postre como compensación por estos altercados. Niego antes de caminar a la salida del lugar que necesito calmarme.

Tomo aire un par de veces mientras voy caminando por el jardín que arreglé con ayuda de Liz hace mucho tiempo, lo dejamos muy bonito. Voy tratando de respirar, me detengo en una fuente antes de sentarme en uno de sus lados, ladeó los labios antes de levantar mi vista al cielo que deja caer las gotas de lluvia sobre todo.

Cierro los ojos disfrutando de las gotas antes de sonreír. No puedo mojarme así que regreso al palacio para caminar a la habitación de mi pequeño que se quedó dormido hace rato, le sonrío antes de cargarlo dejó un beso en su frente.

—Cuando crezcas te voy a enseñar a tocar piano—me voy y me siento en la mecedora mientras mi bebé abre sus ojitos—. Mamá te ama con todo su corazón y tu papá también lo hace, estamos orgullosos de ti, mi niño.

Le doy un beso en su frente para acomodarlo y quedarme dormida con él.

///

Bastián y yo tenemos nuestra terapia para relajación cómo todas las tardes, mañana es la boda y me muero de miedo, no quiero hacerlo. Pero debo hacerlo por el bien de mi nación que tal vez me odie por lo sucedido, pero es regla que debo seguir si quiero que Marcus asuma el trono cuando tenga la edad.

Ambos decimos que tomaríamos unos días para hacer terapia psicológica que consistía en decir las cosas que nos molestaban en el día, y el idiota tuvo el descaro de decirme que le daba coraje no tener un trío con mi hermana y una de las princesas.

Casi le doy con una vela que no encendimos.

Ahora estamos teniendo lo mismo que cuando empezamos con una fuente que trajo porque quería oír agua real, también trajimos humo con esencia y ahora el lugar es un lugar precioso para meditar.

Nos reímos de las cosas antes de que me dé algo que no había visto que metiera.

—Mi regalo de bodas—ladeo los labios cuando me da la cajita.

Lo abro con cuidado para encontrarme unas llaves de un auto, le pregunto para que son y sólo se encoge de hombros. Idiota.

—Me siento mal por esto—sonríe burlón mientras yo quiero golpearlo de nuevo.

—Tranquila, Samuel debe estar con unas palomitas y un refresco—arqueo una ceja por ese comentario.

—Bastián…

—Ya no diré nada.

Raro.

///

Veo el vestido frente a mí y sólo paso saliva por lo que se avecina mañana, no quiero que llegue y no tengo ganas de hacer nada.

Logan se quedó a dormir conmigo, pero yo no puedo cerrar los ojos por el dolor que me causa hacer lo que haré mañana. Samuel es… mi amado, espero y pueda perdonarme.

Yo amo a mi niña como no tienen una idea y ya casi terminamos esto, nos quedan máximo unos cuatro capítulos… ya sé es triste.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora