8.5 La loba

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Segunda parte del capítulo anterior c:

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8.5 La loba

TIEMPO ATRÁS

Desde la mañana que recibí la invitación para la boda de Rodwell y Linda Bonanni, estaba casi segura de que Luca no iba asistir; nunca estuvo de acuerdo con esa pareja, se sintió traicionado, pero siempre me quedó la esperanza.

Como es boda civil, solo hay una pequeña ceremonia y recepción en un lujoso hotel del centro. Asisto a las dos, pero con dolor tampoco veo por ningún lado a Luca. Ya sea por mí o por su desacuerdo con la relación, tal como supuse, rechazó la invitación.

De quien sí obtengo atención por primera vez, es de Linda Bonanni, a partir de ahora Linda Rodwell, y pese a que en un primer instante quiero ser amable, me repele con la mirada y hace sentir una intrusa. Sé que le pidió a Rodwell echarme de la ceremonia y de Doble R, qué mejor manera de humillarme, pero soy la ejecutiva con la mejor carpeta de clientes y un activo incalculable para la empresa.

Como esposa del presidente, Linda tendrá que acostumbrarse a mí y yo a ella.

El desprecio que si me duele es el de Clarissa. Cuando me acerco a saludarla es evasiva conmigo. Como confidente de Luca está al tanto de lo sucedido, lo demuestra y me disculpo.

—Prometiste alejarte de él —me echa en cara.

—Y lo estoy cumpliendo a la fuerza.

—Eso no le sirve.

—Solo te suplico que le entregues algo —le digo a Clarissa y en un primer momento se niega a continuar escuchando.

Saco un folder de mi bolso y me apresuro a aclarar qué es.

—Son los dibujos de tu padre. —Eso capta su atención de inmediato—. Más una carta poder para que Luca haga uso de los escritos de mi padre... como desee. Está firmada por mí.

Clarissa ve el folder con duda; sin embargo, consciente de la importancia que tiene, finalmente lo acepta.

—Él les dará un mejor uso que yo —recalco.

—Pero aléjate —me vuelve a advertir, yéndose.

—¿Tengo otra opción? —digo para mí, triste.

No sé si Luca utilizará lo escrito por mi padre. Me haría feliz que sí. Es la última esperanza para la mancuerna que alguna vez intentaron formar Basil Rojo y Josimar Bonanni.

Al salir del hotel cruzo la calle para llegar al centro comercial al otro lado. Ahí me espera Pipo en un Café. Le envié un mensaje luego de confirmar que Luca no se presentó.

—No digas «Te lo dije» —digo, cansada.

—¿Yo? —se señala a si mismo—. Yo estoy en silencio.

Salimos del Café para caminar por el Centro comercial y de ese modo distraerme.

—Dijiste que ya no me ayudarías a buscarlo.

—Pero eres necia. —Algo lejano parece captar el interés de Pipo—. ¿Qué me queda más que darte apoyo moral? —Duda de sus propias palabras.

Y como si un imán lo atrajera, Pipo apresura su paso hacia lo que llamó su atención.

—Es mi último intento —suspiro, siguiéndolo.

La jefa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora