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maratón 2/3

꒰♡꒱

Louis cerró la puerta de su casa con un poco de cansancio. El bullicio de sus hermanos menores no se hizo esperar cuando Sophia, una pequeña de 6 años, corrió hacia él y abrazó sus piernas como si no lo hubiera visto nunca; detrás de ella llegó su mellizo, Mathias, alzando sus bracitos pidiendo ser cargado.

El castaño dejó su mochila en el suelo y se inclinó con alzar a ambos niños, quienes se acomodaron en sus brazos y pasaron sus manos por el cuello de su hermano mayor, abrazándolo fuerte.

—Hmm ¿me extrañaron, bichitos? —dijo mientras dejaba dos besos en las cabecitas de los niños, caminando hacia la cocina donde su madre y su padre se encontraban hablando a la vez que terminaban de preparar el almuerzo.

— ¡Hijo! ¿Cómo te fue hoy? —Esther, la madre de Louis, una mujer rubia, de baja estatura y con una sonrisa encantadora. La mujer se acercó para depositar un beso en la mejilla de su hijo, quien sonrió antes de devolvérselo. 

—Bien mamá, hmm pero probablemente ya lo sepas... —lanzó una mirada curiosa a sus dos padres, quienes se miraron entre ellos antes de pedirles a Sophia y Mathias que salgan un momento.

— ¿Qué tiene Lou en el cachete? —preguntó dudosa la pequeña rubia mientras tocaba con suavidad la mejilla de su hermano mayor, donde un lila y verde suave la coloreaban.

—Solo me golpeé, fue un accidente. Hmm háganle caso a papá y a mamá, vayan.

Cuando por fin los niños salieron, la cocina quedó en un claro silencio en donde Louis sabía que recibiría un regaño, así que solo lo esperó con la mirada en el suelo.

— ¿Bill? ¿En serio? —preguntó su madre enfadada.— ¿Ese idiota se atrevió a golpearte? —y bueno, esa no era la reacción que Louis esperaba pero era mucho mejor que un regaño y un castigo.

— ¿Y encima te dejaron fuera del entrenamiento de hoy? —escupió su padre, Philip, con el ceño fruncido.— Ese muchachito todo lo que causa es problemas.

Los adultos comenzaron a hablar entre ellos refiriéndose a Bill con enojo. No era ninguna sorpresa, toda la familia sufrió junto con su hermana Celine cuando ella llegó llorando una tarde después de descubrir que el pelinegro la estuvo engañando todo ese tiempo de relación. La chica estuvo deprimida y en su propio mundo por dos meses, sintiéndose una basura cuando la basura era otra persona.

—Mira cómo te dejó ese desgraciado. —Philip agarró las mejillas de su hijo con ambas manos para luego pasar una por el cabello de Louis y desordenarlo un poco.— Por cierto, ¿hoy vendrá tu amigo, verdad? ¿Henry? —claramente su padre no era bueno recordando nombres... a pesar de que el de ojos azules haya hablado sin parar acerca de Harry en esa semana.

Incluso hubo momentos en que él mismo se forzaba a detener su conversación por las miradas curiosas que Celine le daba. No era tonto, era claro que su hermana sospechaba.

—Sí, papá. —confirmó— Se llama Harry, por cierto.

Tenía mucha confianza con sus padres, en serio la tenía, siempre habían sido una familia sumamente unida mucho más allá de un vínculo sanguíneo. Sin embargo, por alguna razón no podía contarles acerca de lo que últimamente había estado sintiendo por el rizado, le encantaría poder entender hasta sus propios sentimientos y pedirles algún consejo pero cada vez que lo intentaba se detenía abruptamente.

Nunca había sentido una atracción así de rápida por alguien. Había tenido relaciones sexuales antes, una vez para ser exactos, pero solo había sido algo de una noche. Recuerda que sucedió en una fiesta el año pasado, cuando se recuperó de su lesión; habían ganado las olimpiadas contra otra escuela y estaban todos muy eufóricos. La fiesta fue en casa de Zayn y Louis estaba un poco ebrio a un punto de la noche, así como la mayoría. Tiene en su mente algunos detalles de esa noche pero realmente no fue la mejor, solo que al día siguiente despertó junto a una chica rubia del equipo de porristas en la misma cama... La verdad hubiera preferido no recordar absolutamente nada de esa noche.

The Cheerleader of my Dreams (ls.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora