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" Estar con el lobo era malo, pero peor era estar justo en su habitación. "


Doy una vuelta en la cama apretando la sábana a mi cuerpo mientras siento mi estómago pedir a gritos comida. Con cansancio abro mis ojos para notar como no estoy en mi cuarto, mi mirada viaja a la repisa con el espejo viendo todos los perfumes de hombre que de seguro deben costar más que todo lo que tengo en mi poder, miro la sábana suave la cual aparto de mi cuerpo para levantarme sintiendo un mareo que me hace volver a caer a la cama. Mi mirada va hacia la puerta que es abierta dejando ver a un Alexander con un pantalón caído dejando ver su cintura y su cabello mojado.

La sorpresa crece en mi cuando noto que no hay ningún tatuaje en su piel, solo cicatrices. Su mirada va a la mía para acercarse al borde de la cama y mirarme cruzado de brazos.

— Tuve que llamar a un médico.— habla, mis piernas tocan el suelo y mi espalda la cama por lo que decido arreglar mi postura sintiendo otro mareo. — Parece que mientras no estaba las chicas hicieron de las suyas, hace cuanto no comes bien?— pregunta, suelto una risa amarga para levantarme y estirarse haciendo sonar mis huesos.

— Jamas en mi vida comí bien.— digo para tomar la liga en mi mano y amarrar mi cabello, lo veo señalar la cama, sin más remedio me vuelvo a sentar en la cama subiendo mis piernas. Su mirada viaja a mis piernas y luego a mi, un toque de diversión crece en sus ojos pero se borra en cuanto bostezo.

— Tus chicas, tus amantes o como quieras decirles. Necesitan un poco de control, control que no tienen porque sospecho las tienes mala acostumbradas. — espeto. Sus cejas se alzan y yo solo juego con las sábanas notando lo bien cuidado que esta el cuarto.

— Son problemáticas pero nada más, no debes preocupar..— blanqueo mis ojos para alzar mi dedo antes de que siga hablando, dejo de jugar en la cama para poder ponerme de rodillas sobre ella y mirarlo. Mi mano se pone en su hombre cálido para acariciar su rostro, su mirada no se aparta de la mía pero yo solo sigo para reírme y dejar de molestarlo.

—  Eres tan lindo pero tan idiota. — me levanto de la cama para ahora si, poder ponerme mi abrigo y zapatos.

Alzo mi camisa por sobre mi vientre, dejo ver la pequeña herida para luego bajar mi pantalón y enseñarle todos mis moretones. Cuando terminó, tomo mi labio para abrirlo y enseñarle las heridas dentro de mi boca, sus ojos se cierran dejando una maldición, yo solo me termino de poner la ropa en su lugar.

— Ágata tomo un cuchillo y intento cortarme, mi guardaespaldas logró detenerla. Ágata me tiro por las escaleras y por eso los moretones y luego, puso vidrios en mi comida. Lo lleva haciendo desde que te fuiste y tal vez, por eso es que notas que ya no como.— digo, puedo ver la ira en sus ojos pero me mantengo firme. El intenta hablar pero yo levanto mi mano para callarlo, no quería más palabras falsas.

Ya era mi turno de dejar esta actitud Sumisa.

— Corrigue a tus chicas si no quieres que yo lo haga a mi forma.— Digo, el asiente para dejarme ir esta vez.

Alisa en la puerta, de rodillas pidiéndole a Dios por mi. Se levanta para abrazarme, sonrió para que bajemos a la cocina, el hambre que tenia ya no lo podía soportar más.

— En mi antigua mansión solía hacer pasteles para tranquilizarme, debería hacer uno.— digo notando como la cocina esta llena, los guardias se levantan a saludarme de forma cortes y las de servicio intentaban hacerlo sin parar sus cosas, yo solo les doy una sonrisa.

Una vez alguien dijo, si quieres un pueblo debes conquistarlo.

Yo no quiero un pueblo.

Yo quiero una lealtad inquebrantable.

— Estare en la cocina un rato, espero no molestar.— digo para poder mejorar el agarre de mi cabello para que ningún pelo quede suelto. Tomo todo lo necesario y limpio el orno notando como las de servicio terminan sus cosas para poder darme mas espacio, aprovecho todo eso para al fin.

Empezar a hacer mi pastel.

Esta, sin duda alguna era la mejor forma de aliviar mis problemas.


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Mi sonrisa se estira en rostro mientras Alisa toma un poco de las fresas que pique para decorar el pastel, le doy una mirada pequeña mientras otra de servicio corta algunas cosas con una tijera.

— Si sigues comiéndote las fresas el pastel no tendrá fresas.— suelto una risa pequeña, ella baja su mirada avergonzada mientras que el silencio de la cocina es interrumpido por un fuerte grito y estruendo.

Mi mirada viaja hasta la puerta de la cocina notando como Ágata entra hecha furia, su mirada cae en mi haciéndome sentir un ave que esta por ser cazado.

— Tu... le dijiste a Alexander qué me querías lejos de la mansión?— su pregunta me hace pensar en la conversación con Alexander, conversación que yo terminé con una advertencia.

— Yo no le dije nada a Alexander, si el tomo esa decisión es por que tus acciones te llevaron a ella.— comentó, dejo el cuchillo en su lugar para poder mirarla mejor, mi mirada no se despega de la suya a pesar de estar cargada de ira.

Justo cuando creo que se va a disculpar, su mano golpea mi rostro sin vergüenza alguna. Su mano para a tapar su risa amarga mientras habla, yo solo siento mis ojos acumularse de lagrimas.

Pero no de dolor.

De ira.

— Escucha, te tuve paciencia por que venias de una situación difícil, si, ser prostituta por culpa de tu padre es difícil y más cuando eres vendida como un animal pero debes entender que Alexander es mi...— silencio.

Una sonrisa aparece en mis labios en cuanto ella acaricia su mejilla y mi mano pica por el ardor de golpear su rostro.

— Te equivocas, la que te tuvo paciencia aquí fui yo. Paciencia que hoy, ahora mismo acabas de terminar. Vengo de un lugar difícil, y si, eso significa que ya me tienen harta del maltrato y que que no me dejaré de ninguna persona.— mientras mis palabras salen, ella retrocede, yo la sigo viendo como se pega a la estufa caliente quemando su mano. La mantengo en esa área con una mirada determinada en vengarme.

— Soy la prometida de Alexander, eso significa que pronto sere la señora y si no quieres que me vuelva una perra contigo, empieza a lamer mis putos pies.— digo, tomo las tijeras que usaba la mujer de servicio para tomar su hermoso cabello. Con gran lentitud corto gran parte de su cabello hasta cerca de la raíz notando como me mira con odio.

Tiro las tijeras y el cabello para mirarla con satisfacción.

— Haces algo más que me disguste, enoje o me dificulte mi estadía en esta mansión y te juro, que el infierno será mejor que estar conmigo.— me alejo de ella para caminar fuera de la cocina dejando alguien a cargo del pastel, justo cuando salgo choco con el pecho de Alexander quien me mira serio.

Lo miro igual para sonreír de lado y seguir mi paso chocando su hombro con el mío.

Ahora mismo no le tenia miedo ni al mismo Dios.



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Entonces, qué les va pareciendo la historia?  🤌🏼

Casada con el Diablo Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum