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" Mi libertad se encuentra con el corazón de los reyes, es una lastima que ellos no tengan corazon."

— Luces hermosa.— el comentario de mi padre me hace sonreír, en cuanto termino de bajar las escaleras tomo su brazo para caminar hasta la puerta principal.


Mientras el camina hasta la camioneta puedo observar su rostro, su frente llena de unas arrugas que se marcan cada vez que alza sus cejas, sus ojos con unas arrugas poco marcadas.

Respiro hondo, luce como un buen hombre pero si tan siquiera lo fuera.

— Iremos a la fiesta, yo iré al área de juegos mientras tu iras al área de espera. Por lo que se hay varios hombres aún detrás de ti.— dice, yo solo entro al auto para sentir como coloca el seguro que me impide abrir por dentro.

Incluso aún si pudiera saltar del auto y terminar con todo esto, seguiría sin ser libre.

— Estare atenta de los hombres ahí, no debes preocuparte por nada.— murmuró esperando a que eso cambie el estado en el que nos encontramos.

Solo aguanta Morgan, solo aguanta.

▪︎     ▪︎     ▪︎

El nudo en mi garganta crece, puedo sentir mis pies caminar por si solos para ir al compás de mi padre. Mi mente divaga entre tantos pensamientos mientras mi cuerpo se empieza a sentir pesado.

La sensación de sentirme atrapada, de estar ahogada entre varias miradas llenas de lujuria y morbosidad, eso hasta que mis ojos se encuentran con cierta mirada.

Esos ojos verdes que me daban fuerzas para seguir adelante o seguir creyendo en los hombres.

— Ve a la zona de espera. — me ordena mi padre, yo asiento sintiendo a mis guardias separarse de los demás para venir conmigo, antes de poder separme puedo sentir la mano de mi padre tomar mi brazo y apretar fuerte de él.  — Y Morgan, no me decepciones más.— murmura mientras sonríe para que nadie note su hipocresía.

Asiento, alzo un poco mi vestido para poder bajar las escaleras y ahora si, poder estar rodeada de hombres que si no fuera por mis guardias, sin duda alguna se lanzarían hasta donde mi con gran hambre.

Camino hasta los pasillos de la mansión, casino o como quieran decirle.

Una mansión casino, es un lugar en donde varios mafiosos se reúnen para hacer sus tratos o para hacer apuestas. Algunos las usan para hacer probar algunas mercancías y otros, como mi padre, usan el término pagar deuda.

— Señorita Morgan, hace mucho no se le veía por aquí. A las demás damas les alegrara verla, les dire a todos los que preguntan por ti que estas aquí.— sonrió, ella desaparece por el lado contrario a mi por lo que la observo hasta que desaparece de mi vista.

Permanezco en el mismo lugar deseando irme por donde mismo ella se fue hasta que alguien en traje aparece, el dueño de esos ojos verdes me mira con amor hasta que me hace una seña por los dos guardias.

— Podrían darme unos minutos?— pregunto, ellos miran a sus espaldas notando al hombre en traje. Dudan por unos segundos hasta que asienten para hacerse aún lado y irse un poco lejos.

— Morgan... tan hermosa y dulce como siempre.— su mano acaricia mi mejilla, tomo su mano con el mismo cariño que sus palabras.

— Señor Vicent, tan apuesto y caballeroso como siempre.— digo para ver su sonrisa, puedo sentir su otra mano tomar mi cuello para acercarme a labios y dejar un beso que simplemente te dejaba desear más.

— Te extrañe mucho, ya no asistes a bailes, tratos o vienes aquí, no sabia como contactarte sin que tu padre lo supiera.— responde,yo solo me separo.

— También te extrañe.— digo, sus ojos me miran con un pequeño toque juguetón para entrelazar sus manos con la mía y enseñar una llave que vuelve a poner en su bolsillo.

Como si fuera todo planeado, veo como la llave encaja perfectamente con la cerradura del cuarto a nuestro lado. Ambos nos adentramos a ella dejando ver las copas y la botella de champang.

Sonrió con ternura hasta que siento sus manos acariciar mi espalda, aparta mi cabello hacia aún lado para dejar un pequeño beso.

— Déjame recuperar el tiempo perdido, Sra.Morgan.— murmura bajando la cremallera de mi vestido dejando que el vestido caiga, sus manos acariciar acariciar parte de mi cuerpo erizando cada parte de este.

Veo como quita su saco para luego ayudarme a descansar en la cama con cuidado, sus ojos me escanean mientras sus manos se abren paso como si ya conociera cada parte de mi. Puedo sentir sus labios marcar mi piel mientras que su mano se entrelaza con la mía.

A pesar de estar en este mundo, en este lugar. Vicent era el único hombre en el que podría creer y en el único que podía ciegamente...

Amar.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora