-4-

13.2K 789 53
                                    

" Mi maldición es esperar la libertad en cualquier forma."

Dejo de mirar al cielo para mirar mi pintura, miro al lugar donde tenía mis pinturas notando como se seco. Dejo todo en su lugar para limpiar mis manos con su trapo y quitar el delantar,salgo del cuarto de pinturas para bajar por una merienda, justo cuando paso por el come puedo escuchar la risa de mi padre y su voz.

— MORGAN, cariño ven acá, tengo una maravillosa noticia. — dice, dejo de caminar hasta la cocina para llegar a él, su mirada está perdida en una carta.

— Si, padre? — preguntó, el me mira con una sonrisa. Se levanta de su asiento para darme un abrazo fuerte, me aguanto un poco mientras sostengo la curita en mi rostro para que no salga.

— El señor con el que estuviste anoche pagó varios dolores por ti, con esto nos puede bastar con varios meses. Podemos volver a estar en la cima poco a poco, todo gracias a mi...— su emoción me hace sonreír, que ganas de golpearlo y dejar que se desangrara.

— Um... aprovechando que, estas feliz... me preguntaba si podía salir.— preguntó, el asiente hasta que carraspeo.

— Salir sola... iré al pueblo más cercano, solo quiero unas pocas cosas y volveré, no hablaré con nadie.— junto mis dedos nerviosa mientras  bajo mi mirada asustada por su mirada, eso hasta que sonríe.

— No me importa lo que hagas hasta que te necesite otra vez, vuelve rápido y con el auto en perfecto estado.— dice para lo que yo asiento con diversión para poder irme.

No me dolían sus palabras, no cuando podía ser libre.

Corro hasta mi cuarto para tomar mi bolso y salir, tomo las llaves de mi auto para poder irme encontrando al guardia limpiandolo con una sonrisa hasta que me ve.

— Escuchamos que su papá le dio permiso así que le limpiamos su auto un poco, solo le quitamos el polvo de adentro y afuera.— dice con una sonrisa a la cual le doy una igual de felicidad.

Entro a este para encenderlo y dejar mi  bolso aun lado, acomodo todo para encender la radio y irme. Dejo los cristales a bajo para poder sentir el aire chocar contra mi viento, cualquier rastro de enojo, ira o dolor desaparece.


El camino al pueblo es tranquilo, puedo aparcar el auto un poco lejos pero aun así tomo mi bolso para empezar a caminar. Camino hasta la tienda de artes notando el olor a pintura que me hace sentir en casa, tomo un pequeño cesto para adentrar pinceles nuevos junto con la pintura que dije iba a comprar, cuando tengo lo que necesito voy a la caja para pagar con mis ahorros que por una razón bastante obvia, estaban escondidos.

— Buenos días Señorita Morgan, hace mucho no la vemos por aquí. Es lindo volverla a ver tan radiante y hermosa como siempre.— mis mejillas se sonrojan ante el alago del caballero enfrente de mi, le agradezco con ternura para tomar la bolsa y poder irme a seguir viendo por las demás tiendas.

Encuentro varias cosas hermosas que no tomo por querer ahorrar el dinero, veo varios guantes que harían juego con unos atuendos que tengo pero de igual forma decido dejarlos para hacer la fila en una heladera, puedo sentir algo detrás de mi pero lo ignoro al creer que es alguien que quiere un helado.

— Es lindo verte, otra vez.— me volteo un poco notando al chico de ojos azules, gran parte de mi duda al notar que tiene un guardia a su lado.

— Diría lo mismo pero, no lo conozco.— digo para voltearme y dar un paso al adelante viendo como es demasiado larga la fila. El chico da un paso al frente quedando a mi lado, no era tan alto pero de igual forma si me pasaba.

— Nos conocimos en la fiesta, en la que chocaste conmigo por estar llorando.— lo miro con una mueca para volver mi vista al frente, puedo sentir su mirada curiosa por lo que lo volteo a ver sintiendo su mano acariciar la venda en mi rostro.

Sus dedos arreglan la pegatina de la venda mientras que sus ojos miran la herida, me alejo un poco poniendo mi cabello en su lugar.

— Le agradezco el que se preocupe por mi pero le pido un poco de espacio.— la fila se vuelve a mover y yo ya no puedo esperar para saborear el helado de aquella tienda, tal vez no podía salir de mi hogar ni podía venir al pueblo pero cuando digo que el mejor helado lo tenía esta tienda, es por que realmente es cierto.

—Cuál es tu nombre?— pregunta, lo miro.


— Morgan.— junto mis cejas un poco confundida, creí que lo supo en la fiesta. El me da una mirada de lógica por lo que asiento.

— No tengo apellido, soy una mujer en espera.— comentó para al fin poder llegar al mostrador y ver a la dueña de él.

— Hola, me puede dar un helado de chocolate con almendras?— pregunto viendo todos los helados con una sonrisa, miro a mi lado notando al chico aun ahí.

— Me puede dar otros dos?— pregunto, ella asiente mientras que yo solo tomo mi cartera para pagar y tomar el primer helado que sale.

Sostengo mi helado y la bolsa de pinturas mientras camino viendo a los niños correr detrás de unas niñas que le quitaron su balón, sonrió cuando ellas dicen que solo quieren jugar. Los miro jugar de lado a lado comprobando que en efecto, las niñas son mejor jugando.

— Qué es una dama en espera?— pregunta, pego un salto notando como los dos llevan rato viéndome a mi lado. Vuelvo a mi camino viendo las demás tiendas altezanales que se encontraban en las afueras.

— Una dama en espera es la hija de un líder, sus padres la entrenan para servirle al hombre que pague por ella. Mi padre suele llevarme a la mansión para que los hombres paguen por mi atención, algunas veces les pinto cuadros, otras toco el piano y en otras, hago lo que me pidan.— digo para detenerme en una tienda.

Miro el collar con una pequeña sonrisa para volver a mi caminata dejando a los otros dos atrás, el chico de ojos azules no tarda en tomarme el paso por lo que me desespero.

— Necesitas algo más? En primer lugar qué haces aquí? No puedes estar caminando por aquí sin antes haberle pedido permiso a mi padre, deberías irte antes de que alguien de sus informantes te vea.— murmuró para resivir de su parte una risa pequeña.

— Digamos que, tengo un nivel más alto que tu padre. — dice para ahora ser el quien camine rápido, lo sigo como puedo para ver como alguien nos detiene.

El niño enfrente de nosotros nos entrega una flor a cada uno, sonrió para agradecerle.

— Me dirás tu nombre?— pregunto viendo como corta el tallo de la flor para ponerlo en mi oreja llevándose cosigo un mechón de mi cabello.

— ¿Por qué debería? — pregunta para darme una sonrisa pequeña y bajar su cabeza en una reverencia para darme su espalda y seguir su camino lejos de mi.

Junto mis cejas para tocar mi mejilla notando lo caliente que esta por causa de su mano.

— Serás idiota Morgan, apenas te rompieron el corazón y andas sonrojandote por otro.— murmuró para tomar las llaves de mi auto y tirar la basura que quedó del helado, camino hasta mi auto para dejar la bolsa de pintura en el suelo y mi bolso en el sillón.  Pongo la flor en un lugar donde no se dañe mientras enciendo y arranco el coche, el camino a la mansión es más tranquilo que la salida mientras me miro en el espejo.

Sonrió.

La libertad se sentía tan bien que sin duda alguna, me dejaba desearla más.


•••

Capítulo dedicado a: las_patas_deAres

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora