-Ahora no es el momento, Sirius-, cortó Lupin, tapando el bufido de burla de Harry. Aquellos ojos ambarinos eran comprensivos cuando miraban entre los dos. -Pueden hablar de esto más tarde-.

Siguieron caminando, pero Harry se adelantó medio paso, chocando su hombro con el de su padrino. -Me encantaría vivir contigo-, murmuró, sonriendo ligeramente. -Sólo tienes que decirlo-.

Sirius parecía que todas sus Navidades habían llegado a la vez. Por primera vez, Harry pudo ver en él al hombre de la foto de la boda de sus padres, al chico encantador del anuario. 

-¿De verdad?-.

-Definitivamente-.

Ambos se giraron bruscamente cuando Lupin ahogó un grito silencioso, con los hombros tensos, el gris de su pelo resaltado por la luz plateada de la luna.

La luna llena.

Snape y Sirius se congelaron horrorizados, mirándose el uno al otro. El cuerpo de Ron cayó al suelo con un ruido sordo cuando el hechizo de Snape terminó abruptamente.

-Oh, no-, gimió Hermione, con la mirada fija en Lupin mientras su espalda comenzaba a arquearse. 

-Tu poción-, siseó Snape. -¡Remus!-.

Pero era demasiado tarde, el hombre tenía los ojos vidriosos y su mente estaba claramente en otra parte. 

-Corre-, instó Sirius. -Snape, coge a los niños y corre, ahora-.

No hubo tiempo; Lupin jadeó con fuerza, encorvándose hasta quedar casi a cuatro patas. Su cabeza se alargó, sus ropas se rasgaron y de su piel empezó a brotar pelo. Harry retrocedió varios pasos horrorizado, y en pocos segundos había un enorme lobo parado frente a ellos. Un enorme perro negro lo abordó, Sirius se lanzó a merced del lobo, pero éste lo apartó con un gruñido. 

Harry se quedó mirando, paralizado. Snape se puso delante de él, con la varita en alto. En todo el caos, nadie se dio cuenta de que Pettigrew se lanzaba hacia la libertad hasta que, de repente, se encogió, dejando una maraña de cuerdas a su paso mientras se escabullía en la noche. Snape maldijo, lanzando un hechizo, pero tanto si apuntaba a Pettigrew como al hombre lobo, falló. El hombre lobo volvió a gruñir y golpeó con una enorme pata. Snape salió volando, golpeando la hierba con un ruido sordo.

No se levantó.

Hermione soltó un silencioso gemido de horror. Sirius gimió y luego soltó un fuerte aullido que hizo que el hombre lobo se apartara de Harry y los demás. El hombre lobo aulló a su vez y salió corriendo hacia el bosque en busca de Sirius. Al cabo de un minuto, oyeron el aullido de dolor de un perro. Harry miró al inconsciente -espero que sólo inconsciente- Snape, a Ron igualmente inerte a su lado. Luego giró sobre sus talones y corrió tras el perro y el lobo. 

Sirius necesitaba ayuda. No había forma de que pudiera enfrentarse a un hombre lobo solo.

Hermione le llamó, sin duda quedándose con Ron, pero Harry no vaciló: tenía que llegar hasta Sirius.

Podía oír los aullidos procedentes del lago, hasta que se detuvieron bruscamente. Harry aceleró el paso, con el miedo corriendo por sus venas, con la varita en la mano. 

Cuando el lago estuvo a la vista, Harry supo por qué los gritos habían cesado. El hombre lobo había desaparecido, pero Sirius estaba en la orilla del lago, convertido de nuevo en un hombre, gimiendo con las manos sobre las orejas. Y acercándose cada vez más había un grupo de dementores. 

Harry sintió que las frías manos le llegaban al pecho, succionando todos sus recuerdos felices. Intentó aferrarse a ellos, levantando la varita como Lupin le había enseñado. -¡Expecto Patronum!- Sirius quiere que viva con él. Voy a ser libre. -¡Expecto Patronum!- Tengo a mi padrino de vuelta. No más Dursleys. -¡Expecto Patronum!-.

LILY'S BOY Where stories live. Discover now