Los juegos que nos gustan.

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RenJun se quedó mirando su reflejo en el espejo empañado del cuarto de baño, con un círculo perfecto y condensado enmarcando su rostro. Sus labios se separaron de sus dientes y los humedeció con el dedo índice, asegurándose de que estuvieran tan impecables como lo parecían, antes de darle un trago al enjuague bucal y extenderlo por toda la boca. Sus cejas estaban perfectas y, dado que ya había reanudado su rutina de skincare, su piel se había recuperado de las pequeñas impurezas que había tenido. Sus párpados estaban cubiertos de una brillante sombra, que resaltaba el gris de sus ojos. Su pelo estaba totalmente liso y se había apartado el flequillo de la frente, que llevaba cubierta mucho tiempo. Se apartó ligeramente y escupió el enjuague en el lavabo, antes de abrir el grifo.

Se había preparado concienzudamente para el día que tenía por delante. ¿Por qué motivo? Oh, por ninguno en especial; sólo le apetecía arreglarse un poco... al menos, eso es lo que le diría a JaeMin si preguntaba, cosa que haría. El pobre infeliz no tenía la más mínima idea de que, en cuanto pusiera sus ojos en él, caería en su trampa.

RenJun era la clase de persona a la que le gustaba jugar. Naturalmente, nunca antes había ido detrás de ningún hombre, pero no sería diferente a las actuaciones que llevaba a cabo para sus clientes. Ser coqueto, provocarlos sexualmente y dejarlos con la lengua fuera de sus bocas, mientras jadeaban por él. Era todo cuestión de poder. Incluso cuando adoptaba el papel sumiso, seguía manteniendo el control. A partir de sus trece años, ningún hombre había conseguido hacerle más de lo que él le había permitido.

El rubio pensó convencido que aquel experimento sería igual. No dejaría que JaeMin lo pillase con la guardia bajada, como el día anterior, cuando se puso un conjunto que se había comprado en Tiburón y él le había comentado lo "sorprendentemente bien que le quedaba".

"¿Qué demonios quieres decir con eso?" le preguntó, mientras él anotaba unos acordes en la libreta que apoyaba sobre sus rodillas, mirándola como si aquella pregunta le hubiera insultado.

"Significa que la mayoría de las personas que llevan faldas de colores brillantes y medias de un color opuesto, sobre todo a mediados del otoño,a dan pena. Pero tú, señorito Huang, no sé cómo, pero has conseguido darle clase a ese tipo de conjunto. Felicidades" su tono de voz condescendiente seguramente no buscase hacerlo sentir bien, pero él estaba tan cegado con el cumplido que apenas le importó. Le había dicho que estaba guapo... aunque de una manera un tanto rebuscada. Aún así, había vuelto a recordar su "situación" gracias a eso, decidiendo explorarla.

Y, así, llegó a la conclusión de que había llegado la hora de tantear el terreno. Su curiosidad no podía esperar más. Quería saber qué tipo de comportamiento tendría el malhumorado de su compañero de piso y qué podría provocar él en Huang. Quería satisfacer el ansia que dolorosamente había descubierto cuando lo besó no una, sino dos veces. Y, cuando hiciera todo eso, se acostaría y trataría de eliminar de su cabeza que JaeMin fuese perfecto para él o pensaría lo impensable y se haría adicto a él. Recién duchado e innegablemente seductor, sonrió mientras se inclinó hacia el lavabo y apoyaba un dedo sobre el cristal empañado. Entonces, escribió algo con una letra nítida y curvada, echándose hacia atrás para leer la frase. Objetivo: Na JaeMin.

El pobre no sabía lo que se le venía encima.

"Señorito Huang" llamó JaeMin a la puerta "Normalmente no me quejo del tiempo que pasas en el baño, pero algunos tenemos que ir a trabajar hoy" dijo desde el pasillo. Los ojos miel de RenJun se abrieron de la emoción. ¡Genial! Podría verle en todo su esplendor, antes de que su belleza se estropease por el correr del día. Tomó aire, puso cara de desinterés, se giró y abrió la puerta.

¡Primera ronda!

"Lo siento" le dijo, con una dulce sonrisa, permaneciendo a su lado "Por poco lo olvido."

≡ ꒰ 𝐌𝐔𝐒𝐄 ꒱⠀━━» 𝗿𝗲𝗻𝗆𝗂𝗇ꜜꜜWhere stories live. Discover now