Rei ³

569 49 52
                                    

Hoy habíamos venido al parque para que los niños jugaran; Jiro, por seguir a Ichiro, se había caído. Estaba por ir a levantarlo, de no ser por Rei que me detuvo.

Ichiro regresó y ayudó a su hermano; le dijo un par de palabras que, aunque fuera difícil de creer, Jiro pareció comprender a pesar de sus dos añitos.

—Ichiro es un gran hermano mayor.

—Si. Imaginate si quiere tanto a Jiro, como no querrá a Saburo.

—¿Qué? ¿A Sabu... ro?— solté una risa. Creo que hablé sin pensar.

—Tendremos otro hijo, Rei.

—¿En serio? ¿Estas hablando en serio?— asentí.

Reí me abrazó y poco después llamó a los niños, a quienes también abrazó.

—Ichiro, Jiro, ¿saben? Soy muy feliz en este momento.

—¿Por qué?

—Porque, van a tener otro hermanito. ¿Eso no los pone felices?

—¿Hermano?— volteó a ver a Jiro y lo abrazó. —¡Jiro! Vamos a tener otro hermano!— y comenzaron a saltar.

—¿Que les parece ir por un helado para celebrar?

—¡Si!— gritaron los pequeños.

Yo tomé la mano de Ichiro y él cargó a Jiro para comenzar a caminar.

—Oye— me llamó y volteé a verlo, él aprovechó para darme un beso. —Te amo, y siempre lo haré.

     

(...)

      

El parto por suerte no se complicó. Rei tuvo que dejar a los niños al cuidado de una vecina, pues no podían estar en el hospital. Ahora sólo contaba los minutos para ver a mis pequeños y presentarles a su hermano.

—Ichiro, Jiro, él es su hermano, Saburo.

—Wow... mira Jiro, que bonito es.

Jiro estiró su mano y picó la mejilla de Saburo. Este se rió y Jiro siguió haciéndolo. Era una escena muy tierna y divertida.

—Deberías irte a acostar.

—Pero yo quiero seguir jugando con el bebé— se quejó Jiro.

—Vamos a la cama, ahí juegan con él.

Ambos corrieron hasta el cuarto y Rei me llevó hasta la cama. Los niños subieron a esta y seguían admirando al pequeño hermano menor.

Los días pasaron normales, como si nada. Eramos la familia perfecta, llena de amor y cariño. Por lo menos hasta ese momento...

—Eh... voy...— balbuceo Rei en el marco de la puerta, los niños se encontraban conmigo, "ayudandome" a darle de comer a Saburito.

—¿Rei?

—Iré... iré a comprar unas cosas, vuelvo más tarde.

—Ah, está bien.

—¿Podemos ir contigo papá?— preguntó Ichiro.

—Mejor quédense con mamá, ayudenla con el bebé.

Los pequeños se resignaron y accedieron a quedarse.

Las horas pasaban y Rei no regresaba. Traté de llamarlo, pero nunca contestó.

A la mañana siguiente, cuando los niños aún dormían, fui al hospital, e incluso a la policía a ver si de casualidad, se encontraba en alguno de esos lugares; pero no.

OSAKA DIVISION | ONE SHOTSOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz