-oscura.

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Solo se vive una vez,
pero se mueren demasiadas.

Febrero 29.

¿A dónde se habían ido los «Te amo» que se solían decir al oído?.

¿En qué rincón se esconden las risas provocadas a altas horas de la noche?.

—¿En dónde estás tú?— murmuró.

—Lo siento, pero, necesito saber si tú eres su familiar— dijo el médico mientras sostenía su libreta.

El contrario elevó su vista nublada mientras lo veía.—Soy su pareja, hm.

—Pareja y amigos pueden estar no más de treinta minutos, ¿quieres pasar?.

Asintió sin saber que haría luego de estar allí adentro con él. ¿Qué podría decirle?, ¿que estaba enojado?, eso no hacía falta decirlo pero, aún así, no podía dejarse llevar por tal sentimiento cuando no sabía que estaba luchando internamente.

—Obito...— susurró mientras se sentaba a su lado.—Sostenerte a veces dolía pero aún así lo hacía porque sabía que soltarte me dolería más que cualquier otra cosa.

Sus ojos ya habían comenzado a llorar antes que él pudiera hacerlo. Aquella mirada azul desapareció a medida que iba viendo que los brazos de su amor estaban completamente envueltos.

—Sé que me escuchas, pero también sé que no importa cuánto te diga o cuánto te rogué, pues tú no decidirás quedarte, hm.

A medida que la pantalla hacía resonar lentos latidos, el atardecer frente a la ventana comenzaba a hacerse presente, llenando de un color naranja todo el lugar.

—Mi sol.— escuchó su voz detrás de él, provocándole escalofríos y se levantó.

Giró a verlo y allí estaba, de espaldas al atardecer, en frente a él y, sonreía.
—Gracias por querer salvarme, debí haber puesto mucha más voluntad, mi amor.

Lentamente se acercaban uno al otro, el menor como si estuviera viendo un ángel propiamente dicho, mientras sus lágrimas dibujaban en todo su rostro. Y el azabache, cómo si al fin hubiera encontrado la felicidad.

—Sé que merecíamos más que sólo recuerdos, merecíamos una historia— lo tomó de las mejillas húmedas mientras lo veía fijamente— Una bella historia.

Estuvo lo suficientemente cerca y finalmente, lo besó. Se despidió de la forma más efímera, pues ni bien tocó sus labios, algo se rompió, el sol se ocultó y él desapareció.

Salió del transe cuando la máquina sólo hizo un pitido, marcando el final.
Y así fue, el veintinueve de Febrero a las diecisiete en punto, su vida se fue.
Dejándolo completamente solo en aquel lugar, sin comprender y preguntándose si había sido suficiente.

heavenly - t/obideiWhere stories live. Discover now