ENTRENAMIENTO

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{NASH}


Rachel vuelve enseguida y Jack y yo vamos a su encuentro.
- ¿Qué tal? ¿Qué te han hecho?- le pregunto.
- ¿Estás bien?- le pregunta Jack a la misma vez.
- Sí. Paul me ha dado pastillas para el dolor. Funcionan. Ya no me duele casi nada, aunque mañana tengo que ir otra vez a por otra pastilla, el efecto solo dura unas horas. Y me ha puesto una crema y una venda en la pierna, no la tengo rota, solo lastimada, en unos días dice que la tendré bien- explica Rachel con una mueca algo feliz y yo me alegro por ella-. Y mirad- nos enseña un palo, parece un bastón-. Para andar por mí misma.
- Ahora pareces una vieja- se ríe Jack y Rachel lo mira de mala manera.

Estamos cansados y nos vamos a dormir a nuestros respectivos dormitorios. Hemos acordado que Rachel, Jack, yo y las primas dormiremos en un dormitorio juntos; Maya, Kate, Larry y Paul en otro; y Elliot y sus padres en el que ya estaban. No queríamos separarnos y lo han respetado. Somos un grupo y ellos son otro, y a la vez, estamos en un equipo mayor todos juntos.

Antes de dormir, me paso por el saco de Rachel, que está al lado de las primas. Jack está solo, más alejado de ellas.
Le doy un beso en la frente a la chica. Tiene los ojos cerrados, puede que ya esté dormida.
- Buenas noches- le susurro y sigue sin abrir los ojos. O está dormida o se hace la dormida.
Me vuelvo a mi saco de dormir y me enrollo en él. Por suerte, no hace frío aquí debajo. Bueno, ni tampoco arriba. Estamos en California, aquí casi nunca nieva y casi siempre persiste el calor.

Mis pensamientos antes de dormirme son sobre Maya. Cuando vi a Maya, me sorprendió lo guapa que era, me llamaba mucho la atención. Y lo que me gustaba más de ella era que yo le parecía indiferente, no como al resto de las chicas que he conocido, eso me atraía aún más. Pensando en ella, me quedo dormido.

A la mañana siguiente, me despierta una luz. Abro los ojos lentamente y me los froto con las manos para ver mejor. Es Larry que me apunta con una linterna. Jack está a su lado, de pie.
- Vamos, levanta- me ordena.
- ¿Pero qué hora es?- logro murmurar y carraspeo para aliviar mi voz.
- La que sea. Vamos, en pie.
- ¿Pero qué...?- pregunto desconcertado y miro a Jack en busca de respuestas.
- Nos va a enseñar a utilizar a armas, a defendernos mejor contra los zombis- me responde.
Alzo una ceja pero no digo nada más. Me levanto y Larry me tira una ropa encima. Ropa militar. Me fijo en que Jack y Larry también la llevan.
- Ponte esto. Deprisa- me ordena con su voz firme.
Asiento y voy al baño, que está en otro callejón, esta vez en una puerta metálica de superficie lisa.
Entro y me cambio rápido. Esta ropa está limpia, por primera vez desde que hace dos días, me siento bien, limpio.
Salgo. En la sala principal me esperan Jack y Larry. Jack tiene mala cara. Creo que no quiere ir, que le ha tenido que obligar Larry.
Nos dirigimos a la verja principal, por la que entramos a este sitio.
- Espera, ¿vamos a salir afuera? ¿No decíais que no es seguro?- pregunto.
- ¿Cómo sino vais a aprender a combatir a un caminante?
- Ya sabemos hacer eso- digo y Jack me da la razón.
- Es lo que le dije yo- suspira Jack.
- Creedme. No lo sabéis todo. ¿No habréis pensado que os quedaríais aquí así porque sí?- se ríe Larry-. Aquí todo el mundo tiene que hacer algo, aportar algo a la comunidad y os tengo que enseñar a combatir caminantes para cuando necesitemos suministros y tengamos que salir a la superficie o cuando inspeccionemos este territorio y nos encontremos con algunas sorpresas.
Ambos asentimos, desganados. Joder, es muy temprano y no he podido descansar lo suficiente de todo lo ocurrido.

Pasamos unas horas fuera del lugar seguro, encontrando zombis que estén solos o en pequeños grupos, evitamos las grandes multitudes. Larry nos enseña a movernos sin hacer ruido, a despistar a los zombis y atacarles por detrás, a clavarle el cuchillo en zonas específicas de la cabeza que costaba menos que atravesarles el cráneo. Se me hacen eternas las horas, llenas de tensión por lo que pudiera pasar y por lo que pudiéramos encontrar. Aunque de todas formas, estábamos seguros porque Larry tenía una pistola y nos aseguró que tenía una puntería excelente y que dispararía si hacía falta, que no nos preocupáramos, que no nos pasaría nada malo estando él allí con nosotros.
Una vez que acabamos de matar entre Jack y yo a un último zombi, nos volvemos al campamento. He empezado a llamar campamento al lugar seguro. En cierto modo, eso es lo que es. Y todos allí lo llaman así.
Jack y yo estamos empezando a coordinar nuestros movimientos, a matar zombis a la vez, es un buen compañero y no se le da nada mal matar, a mí tampoco. Pero todavía estamos en la cuerda floja, todavía no nos hemos acostumbrado del todo a ello y dudamos ante ciertas situaciones. Nos queda mucho camino por delante. En cierto sentido, entrenar es mejor que llorar. Intento mantener mi cabeza ocupada, como me imagino que lo harán todos, para no romperme por dentro. Anoche escuché, en la oscuridad de la noche, a las dos primas pequeñas sollozando, intentando no llorar muy fuerte para no despertar a los demás. Lo dejé pasar y me tapé ambos oídos con la almohada, estaba a punto de llorar también. No sé cómo lo estamos consiguiendo, cómo somos capaces de soportar todo lo que ha pasado sin soportarnos. Como todo está tan reciente, quizás sigamos sin creernos la verdad: que nuestras familias y amigos están muertos, que el mundo se ha ido a la mierda.

- Mañana os enseñaré a utilizar pistolas, ya que veo que matar con cuchillos se os da a la perfección. Y aunque creáis que es más fácil, es justo lo contrario. Se requiere puntería y precisión. Y cuando vea que se os da bien utilizar pistolas, os regalaré una a cada uno.
- Vaya- dice Jack y creo que piensa lo mismo que yo.
- Estoy deseando que llegue mañana- murmuro.

Llegamos al campamento. Ya todos están despiertos y en plena actividad. Rachel y las primas están ayudando a lavar la ropa y tenderla. No hay lavadoras ya que no hay electricidad, pero sí que hay cubos de agua. Lavan la ropa a la vieja usanza. Todas se han cambiado ya de ropa y por lo reluciente que parece que tienen la piel, se han duchado.
- ¿Hay duchas?- le pregunto a Larry.
- Sí, en el baño. ¿No te habías fijado?
-Pues no- y es verdad, no me había fijado.
- ¿Puedo ducharme?- pregunta Jack.
- Pues claro- responde Larry.
- Yo primero- digo y echo a correr hacia el único cuarto de baño del campamento.
Jack corre y me adelanta pero yo le cojo de la camiseta y tiro de él, me adelanto, llego al baño primero, entro y echo el pestillo.
Me río.
- Pardillo- le digo desde dentro.
- Hijo de puta- me grita-. Lávate rápido, guarro, quiero quitarme toda esta mierda de encima- dice y suena sus pasos, alejándose.
Inspecciono el baño y me doy cuenta de que en una esquina hay una ducha en el techo. Me quito la ropa, la aparto a un lado y giro una ruedecita. Empieza a salir agua y me coloco debajo. Está fría. Pero no me molesta, creí que jamás volvería a ducharme.
Giro la ruedecilla hacia el lado del agua caliente pero no hay agua caliente, como imaginaba. No importa. Disfruto de la ducha.
Termino de ducharme, me visto y salgo. Jack entra a ducharse.
Una vez en la sala principal me encuentro con Maya. Me mira y me sonríe, tiene una sonrisa muy bonita.
- Hola- me dice-. ¿Cómo estás, Nash?
- Mejor que nunca después de una buena ducha- le respondo con la misma sonrisa que ella.
- Me alegro. Bueno, me voy, tengo que cocinar.
- Espera- la cojo del brazo-. ¿Te parezco atractivo?
Ella se ríe, no parece extrañada por la inesperada pregunta.
- No esperaba esa pregunta, pero sí- dice mirándome de arriba a abajo-, aunque no por eso me voy a volver loca al verte. Aquí eres uno más, bueno, ahora y antes también. Un chico entre un millón.
- Oh, eso me ha dolido- digo fingiendo tristeza.
- Eres exageradamente guapo, eso no lo puedo negar, pero eso no te hace ser más especial que nadie.
- ¿Ósea, te parezco atractivo pero no soy tu tipo? ¿Eso quieres decir?- me atrevo a preguntarle. Con esta chica se puede hablar de forma abierta, no es tan cerrada como Rachel. Y tras algunas palabras que intercambié con ella ayer, me di cuenta de que tiene algo, algo que se me escapa y que me supone un reto. Me recuerdo continuamente que el mundo ya no es como era, pero no puedo evitarlo, me dejo llevar mucho por las mujeres y el apocalipsis aún no ha conseguido cambiar eso.
- No quería decir eso, Nash- me mira a los ojos.
- ¿Eso quiere decir que te liarías conmigo?- le pregunto sonriendo de lado.
- Eres un puto creído- me dice ella pero me fijo en que se muerde un poco el labio.
- ¿Pero te gusto, verdad?
- ¿Tú no te callas nunca?
- No, si no me hacen callar.
- Más quisieras tú que te hiciera callar- me dice ella y me fijo en que se muerde aún más el labio inferior.
- Calla- le digo, le pongo las manos en su cintura, acercándola a mí, y la beso. Ella me sigue el beso. Sus labios me producen un cosquilleo intenso. Es un beso apasionado. Creí que me rechazaría, pero no, ha sido fácil. Demasiado fácil. Tan solo es una distracción y parece que ella lo entiende también, algo con lo que olvidar los horrores que nos rodean.

Mientras la beso, miro alrededor, parece que nadie nos ve, estamos en la entrada al callejón del cuarto de baño, justo antes de entrar en la sala principal.
Pero me equivoco. Sí que hay alguien que nos mira. Es Rachel. Me doy cuenta de que aprieta los puños, luego desvía la mirada. Y entonces echa a correr y desaparece.

Apocalipsis Zeta - Parte 1: En busca de un lugar seguroWhere stories live. Discover now