Tomé el frasco de jarabe de maple que estaba en el centro de la mesa y vertí un poco en la pila de panqueques frente a mí, impaciente por sentir aquél delicioso sabor dulce, sin dudarlo, tomé el tenedor y corté un trozo de aquel delicioso manjar de desayuno; mi paladar explotó en sabores deliciosos que no me preocupé por degustar con prisa.

—Toma un poco de jugo, te vas a atragantar.

—Gracias mamá —le dije con la boca llena.

—Tranquila vaquera, come con calma —me dijo mi padre.

Bien, bien, no era un secreto a voces que a mí me encantaba la comida pero ¿A quién no? Solamente experimentar sabores nuevos en bocados de diferentes tipos de comida; simplemente maravilloso.

Transcurridos ya unos minutos en los que desayunamos entre risas y conversaciones de todo tipo ya era hora de que yo me fuera a la universidad y mi padre se fuera a su trabajo así que ambos, después de ayudar a mi madre a limpiar la mesa nos fuimos a comenzar nuestra jornada matutina.

Caminaba por la acera, aspirando el refrescante aire fresco con mis audífonos en mis orejas disfrutando de la melodía que se escuchaba a través de estos. Afortunadamente la universidad no quedaba tan lejos de mi casa así que alrededor de treinta minutos yo ya estaba cruzando el gran portón metálico.

—¡Cuidado!

Un grito de advertencia dirigido a mi me hizo voltear a todos lados desesperadamente para descubrir cuál era el peligro del que debería de tener cuidado pero antes de poder darme cuenta sentí un impacto directo en un costado de mi pierna izquierda, el golpe logró desequilibrarme causando que casi me cayera de rodillas en el suelo pero afortunadamente logré mantenerme de pie. Un balón de fútbol fue lo que me había golpeado, ahora solo quedaba descubrir quien había sido el culpable de haberlo lanzado. Mire en todas las direcciones posibles hasta que el cuello me tronó de tanto girar la cabeza, hice una pequeña mueca ante el dolor pero después frente a mi apareció una persona.

—Lo siento.

Un chico de cabello negro despeinado, ojos grises y rasgos muy marcados se disculpó conmigo. Tal vez él debió de haber lanzado el balón.

A este paso yo ya había tomado el balón en mis manos mientras miraba fijamente a aquel chico.

—Creo que esto es tuyo —le lance el balón una vez que estuvo frente a mí y él lo atrapó en el aire.

—Sí, gracias y, perdona por haberte golpeado —se disculpó—. Es solo que los gorilas con los que juego no saben medir su fuerza.

—No te preocupes, aunque, creo que deberían jugar en el campus y no aquí donde pasan un montón de estudiantes despistados como yo —reí.

—Lo tomaré en cuenta —afirmó—, ¿Cuál es tu nombre?

—Alice ¿Y el tuyo?

—Soy Matthew.

—Encantada de conocerte Matthew.

—Lo mismo digo Alice.

—¡Matthew! —gritó un chico de cabellera oscura— ¡Deja de coquetear y mueve tu trasero hasta aquí de una vez!

—¡Tranquilo Dan! ¡Ahora voy! —volvió a mirarme pero antes de que él dijera algo yo lo hice.

—Creo que deberías ir o los gorilas con los que juegas te van a venir a patear el trasero.

—Sí, muy probablemente —rió— me dio gusto conocerte Alice.

—Lo mismo digo, aunque debo decir que no fue una linda forma de conocernos.

31 Días [COMPLETADA ✔]Where stories live. Discover now