Remember | Draco Malfoy (memoria #2) ©

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Hola de nuevo, hay alguien vivo por aquí?

Lethe

Estaba en el portal del edificio, esperando a que Carlos terminase su turno para poder irnos.

Al final aquel chico me había llamado para proponerme una cita. No estaba muy convencida al principio, pero luego me pareció buena idea. Conocer a gente nueva me haría bien.

A estas horas hacía algo de frío, y el vestido no ayudaba. Era de ceda negro, y en mis pies llevaba unos tacones de charol a juego con él.

Miré hacia la puerta del local, y vi que Carlos salía por ella.

Vestía totalmente de negro, y eso me gustaba, pero no se comparaba a cuando Draco vestía así. A nadie le queda el traje negro como a Draco Malfoy.

¿Podía parar de pensar en Draco en cualquier situación?

—Hola —dijo, mientras se acercaba a mi.

—Hola —sonreí, recibiendo el beso en la mejilla que estaba a punto de darme.

—Estás espectacular —dijo separándose un poco de mi y repasando mi cuerpo con la mirada.

—Gracias —contesté.

—Bueno, ¿a dónde vamos? —preguntó.

—Podemos ir a un bar discoteca que no está muy lejos de aquí —contesté.

—Bien, vamos —colocó su brazo para que lo agarrara.

Sonreí y lo entrelacé con el mío.

Caminamos durante diez minutos, y aún quedaba un tramo más.

—¿Y desde cuándo vives en ahí? —preguntó. —Nunca te había visto, y conozco a casi todos los que viven ahí.

—Hace cuatro meses o así —contesté, mientras que mis palabras se fundían con el sonido de mis tacones chocando contra el suelo.

—Y bueno, ¿me dirás tu nombre? —preguntó, mirándome de reojo y riendo entre dientes.

—Mi nombre es Lethe —contesté, devolviéndole la sonrisa.

—¿Como la Diosa?

—Sí —sonreí.

—Te va bien el nombre de una Diosa —dijo de manera coqueta.

—¿Tiene algún significado tu nombre?

—Olvido —respondí.

—Pues encantado, Lethe —dijo.

—Encantada, Carlos.

Los últimos minutos caminamos en silencio, hasta que nos paramos frente a la puerta del club.

Al entrar en el pude oler el tabaco y años atrás me repugnaría, pero ahora solo me daban ganas de sacar un cigarro y fumar.

—¿Qué quieres pedir? —me preguntó, mientras ambos nos acercábamos a la barra.

—¿Vodka? —dije, y el asintió, pidiéndoselo al chico que estaba tras la barra.

—Oye, ¿tienes tabaco? —le pregunté, y el palpó sus bolsillos.

—Sí —contestó, sacando el paquete y entregándome uno.

—Gracias —contesté, agarrándolo entre mis dedos.

Prendió en mechero y al yo colocar el cigarro en mis labios, lo encendió.

Solté el humo, y vi como me miraba hipnotizado. Sonreí ante eso.