Hoshi corrió como pudo detrás del autobús, no podía llegar tarde un día tan importante.
—¡Buenos días! Choi Soobin lo recibió en la entrada del colegio.
Choi Soobin era conocido por llegar todos los días tarde asique cuando Hoshi lo vio su rostro se palideció.
Con miedo miró su reloj y casi se tira al piso del enfado, llegaba 30 minutos tarde al colegio.
Osaki Shotaro no me mates por favor.
—¿¡Eres tinto!? El japonés lo recibió con mala cara.
—Se dice tonto no tinto. Respondió Hoshi sacando de su mochila la razón por la que había llegado tarde el pastel sabor banana que Shotaro había encargado.
—Todo está listo. Shotaro corrió a la puerta para ver si la pequeña se acercaba —¡Ya viene!—
—¡Feliz cumpleaños! Gritaron ambos y Gulmi no podía creerlo.
—¡Lo recordaron! Corrió hacia los dos y les dio un abrazo a cada uno.
El día transcurrió rápido, los profesores aceptaron no dar clase para poder disfrutar del pastel de casi 5 kilos que Shotaro había comprado.
—Entonces cuando fui a por el pastel me encontré con que era uno de 5 kilos, llamé a Shotaro y me dijo "confundí el 5 con el 3".
Contó Hoshi entre risas recibiendo un pequeño golpe del mencionado por contar ese suceso bochornoso.
Aunque el día marchaba genial Gulmi sentía un vacío, cada que se acercaba a Hoshi este estaba concentrado en otras cosas y cuando le había intentado hablar este la había ignorado.
—No te podré acompañar a casa hoy.
Fue la frase más larga que este le había dicho en todo el día.
Con un poco de tristeza se encaminó a su casa, fue recibida por su padre quien por trabajo no iba a poder acompañarla en este día.
Un rato después el timbre sonó y con mala gana Gulmi fue a ver quien era.
—¿Creíste que te ignoraría todo el día?
Gulmi corrió a los brazos de Hoshi quien con dificultad le correspondió ya que tenía demasiadas cosas en sus manos.
—Me dolió más a mí que a ti. Dijo cuando Gulmi le preguntó porqué la había ignorado de esa manera. —Quería hablar contigo cuando no hubiese nadie asique espere hasta este momento—
Gulmi dio un suspiro la saber que su amigo había planeado todo, tomó una de las miles de leches de banana que este le había llevado como regalo y la bebió alegre.
—Tengo algo más para ti. Saco de su bolsillo una pequeña caja y se la extendió a la joven.
Gulmi abrió la cajita con cuidado, se trataba de un collar dorado con un dije con forma de banana echo de diminutos diamantes.
—Gracias por alegrar mi vida pequeña pitufa.
Las mejillas de Gulmi se enrojecieron y sus ojos no aguantaron las lágrimas.
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