Gulmi se encaminaba a su casa cuando sintió un escalofrío, como si de una película de terror se tratase se giró lenta y exageradamente hacia atrás un pequeño gritito se le escapó pero luego se calmó al ver que se trataba de su ahora "amigo".
—¿Vives por aquí? Preguntó sorprendida ya cuando Hoshi se aproximó quedando a su lado.
—Noup. El mayor esquivo la mirada de confusión de la pequeña y siguió caminando como si nada.
—Ya veo. Tomó una de sus leches sabor banana y la tomó en cuestión de minutos.
—Realmente ¿No te cansas de tomar siempre eso?
—Noup, además me recuerdan a mi hermano.
Gulmi se quedó unos minutos en silencio y sin quererlo las lágrimas amenazaron con salir.
Hoshi al ver que la pequeña se había quedado atrás corrió hacia ella.
—¿Estás bien?. La tomó de la barbilla y notó su ojos rojos y sin dudarlo la envolvió en sus brazos.
A causa de la gran diferencia de altura entre ambos, Hoshi colocó su cabeza sobre la de Gulmi.
Un abrazo era todo lo que Gulmi necesitaba en esos momentos y la calidez que los brazos de Hoshi le daban era algo que no quería que terminara.
—Lo siento. Secó sus lágrimas y lentamente soltó a Hoshi.
—¿Pasó algo? Puedes contarme si quieres. Se colocó a su altura para verla a los ojos.
Ella negó con la cabeza, y aunque en ese momento lo único que quería era llorar y volver a abrazar al mayor no se sentía lista para ese tipo de acercamiento.
Sin saberlo Hoshi le recordaba a su hermano.
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