La historia de Chelsea III

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No hicimos mucho este día, solo pasamos un brillador y un plumero para quietar el polvo pues todo estaba realmente limpio, eso y que todas queríamos saber que rayos había pasado. Por mucho que Chel dijera que podía controlar sus sentimientos, estoy segura de que terminan enamorándose pues al fin y al cabo esta es una historia de amor, eso acordamos que contaríamos.

Chelsea, continuó de la siguiente manera:

La noche se hacía infinita, y sus encantos continuaban intentando ablandar la dura roca que dicen algunos que tengo por corazón.

̶ hoy venía pensando en el amor de mi vida, o en el que pensé que lo era, una chica que me ha destrozado en pedazos, pero hoy, después de hablar contigo, he descubierto que hay momentos fugaces que parecen eternos, entendí lo que quería decir aquel cantante con instantes de una primavera eterna, y por eso, quiero darte algo –me dijo

-Sabes, pensé que eras un chico más que quería dormir una noche con la actriz de un teatro, con la chica que todos miraban desde abajo sin poder tocar, pero pareces distintos.

-no me gustó la chica que actuaba, me gustó la chica que estaba bailando como si el mundo fuese a detenerse a pesar de que la estuvieran obligando.

En eso el director gritó que nos iríamos, que debíamos salir para llegar dentro de un día y medio al próximo lugar de la gira y él solo colocó algo en mis bolsillos y empujó mi espalda delicadamente hacia el bus.

Me giré unos segundos, lo besé y me fui caminando hacia el bus. En ese momento pensé en aquella antigua historia de la cual no recuerdo el nombre, en la cual una muchacha debía escapar del infierno mientras oía la voz de su amado, pero sin mirar atrás pues entonces el moriría, en ese momento, sentí que sentí que no debía mirar atrás, pues si lo hacía, él sufriría igual que en la historia…

-Y que hiciste –pregunté

-Sí, cuéntanos –exclamaron muy curiosas las chicas

Bueno… en la historia ella termina mirando atrás y el… bueno, ya se imaginan. Siempre pensé que la chica de la historia era una tonta, pero se día la entendí, lo prohibido, es excitante, al punto que se vuelve inevitable.

Subí al bus, y me fui a mi sitio para intentar conciliar el sueño, pero algo no me dejaba dormir, y después de muchas vueltas, algo pinchó mi muslo, una pequeña llavecita y una tarjeta de presentación.

Solo le timbré, me pareció mal no hacerlo y le escribí un mensaje diciendo que era yo. Entonces mandó un mensaje multimedia con una foto de un colgante, un colgante plateado de un corazón, un colgante que tenía un pequeño agujero en el centro en forma de cerradura y el texto decía… Na, mejor les digo mañana.

From the heartWhere stories live. Discover now