Puente

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Ahora que la urgencia de encontrarse con Leah no se cernía sobre ella pudo permitirse pensar con claridad, y Rosalie no se creía lo estúpida que fue.

     Intentó recordarse que los latidos y respiraciones que podía oir con claridad, aunque bastante peculiares, podían asegurarle que todo estaba en orden.

     Pero no podía dejar de reporcharse lo idiota que había sido al correr y dejar a Reneesme con un par de imbéciles inestables.

     A unos pasos de la entrada Rosalie redujo su velocidad hasta un paso humano apresurado, Leah se detuvo.

     —Entra tú —pidió. Leah pensó en que quizás no habría problema si entraba ella también, pero no pudo evitar sentirse cohibida.

     Rosalie asintió —tal vez demasiado —consciente del hecho de que Leah estaba desnuda. Trataba de ordenar su lista de prioridades en el momento; número uno: asegurarse de que el perro y el idiota de su hermano no se habían matado o dañado a su sobrina; número dos: admirar a Leah. Respiró hondo y añadió:

     —Te traeré algo de ropa, si estas bien con ello.

     —Estoy bien —respondió. Rosalie asintió una vez mas y acto seguido desapareció en el interior de la casa.

     En un segundo se encontraba en la habitación en la que había estado antes con Reneesme.

     Edward estaba preparado para recibirla con una sonrisa burlona, sabiendo de antemano que, o quien ocupaba los pensamientos de su hermana.

     Y Rosalie, quien pensó haberse preparado para todo se quedó perpleja un momento ante la imagen que tenía al frente, lo cual solo provocó que su hermano riese entre dientes.

     Jacob, a quien se le notaba por demás cercano a Edward, estaba alimentando a Reneesme en brazos, con el biberón metálico y de contenido que horas antes había repudiado. Levantó la mirada con un esbozo de sonrisa burlona y miró a Rosalie con una expresión altanera.

     Rosalie contempló el escenario extraño un momento. No solo las acciones de Jacob eran confusas, si no también la manera en la que estaba cerca de su hermano, no era como si estuvieran uno encima del otro, mas bien estaban separados por centímetros, pero había algo entre los dos, como una especie de electricidad, algo tan obvio que hasta un humano lo hubiera notado. Y la manera en la que se movían, como magnetos.

     Miró a Edward y su gesto incrédulo se transformó en uno de burla y reproche. ¿Te gustaría compartir algo con la clase? Pensó, con el tono irónico que usaba para irritar a Edward, pero este solo río por lo bajo.

     —Te lo explicaré —concedió —. Pero creo que ya lo has entendido, en tu propia situación.

     Esta vez fue ella quien río entre dientes y antes de que su hermano pudiera decir otra cosa levantó una mano al frente, indicándole que parara.

     —Yo... Iré a buscar ropa antes.

     —¿No dejó Esme ropa suya en el garaje, ropa que le quedaría perfecta? —preguntó, con el tono irónico que ella usó.

     Por supuesto que sabía que Esme había dejado ropa para la manada en el garaje, por si querían usarla, también sabía que la ropa de Esme seguro le quedaría a la medida, pero no pudo evitar desear que Leah usara algo suyo, que usara su ropa como si fuera propia. Que Leah usara todo lo que fuera de ella como propio.

     Totalmente avergonzada a sabiendas de que Edward tenía acceso a todo lo que pasó por su mente ignoró sus palabras y se dirigió hacia las escaleras, pero antes de subir a velocidad sobrehumana Edward habló.

     —Rose, esta a salvo conmigo, nunca le haría daño, lo sabes, ¿no?

      Rosalie se sorprendió una pizca por el repentino tono serio que Edward tomó. Dudó, a decir verdad, dudó, frunció el ceño, pero al ver la expresión totalmente dolida de su hermano ante la idea de lastimar a la niña su expresión se suavizó. Asintió.

      —El tampoco lo haría —agregó, mirando a Jacob, y no fue solo por el extraño comportamiento del lobo hacia Reneesme, si no que fue la manera en la que Edward lo miró que hizo que Rosalie se mostrara de acuerdo.

     En cuanto la vampira hubo desaparecido en el piso superior, Jacob habló:

     —La ropa, es para Leah, ¿no?

     Edward sonrió.

     —Lo es —y ambos se dedicaron una mirada cómplice.
    
    







Hola, tiempo sin leernos, los extrañé y agradezco su compresión de una manera infinita.
     Se que esto es en extremo corto, y vengo a explicar el porqué, porque lo hay. Llamaremos a esto "puentes", serán pequeños fragmentos que quizás no sean 100% necesarios para contar la historia y que no pienso que quedaran como parte del capítulo, pero aún así era un fragmento que quería contar. No se cuantos de estos vaya a tener la historia pero creo que me ayudo a hilar mejor lo que viene, espero que les haya gustado este pequeño texto y prometo que pronto habrá un capítulo.

Les quiero.
Suya, su pésima escritora.

Ruptura del equilibrio- Edward x Jacob/ Rosalie x LeahOù les histoires vivent. Découvrez maintenant