—Podemos ir al mirador. —Ofrezco porque se ha vuelto un lugar especial para nosotros. Ahí fue donde le conté parte de lo que pasó con Soren.

—No.

—Red, estoy aquí. No me apartes.

Él bufa.

—¿No dijiste que necesitabas alejarte de mí?

Eso me toma desprevenida y atribuyo el enojo en su tono a que está furioso por lo de Black.

—Hoy es una excepción.

—Ya.

Veo venir el aviso de la autopista que a la derecha te lleva al pueblo y a la izquierda al camino del mirador. Quiero decir algo más, pero la decisión está en sus manos. Él duda y dejo de respirar mientras el aviso se acerca. Odio sentirme así, es como si estuviéramos constantemente en una situación donde él tiene la opción de escogerme o hacerme a un lado. Y ya sé como eso ha terminado las últimas veces, nunca me ha escogido y ya me he rendido. Sin embargo, la parte de mí que aún siente demasiadas cosas por él no respira mientras lo veo dudar y mi mente grita:

Escógeme.

Necesítame.

Quiéreme.

Aprieto las manos sobre mi regazo y por unos segundos me desilusiono al verlo guiarse a la derecha hasta el último momento cuando gira el volante y toma el camino de la izquierda. Y soy una idiota porque se me acelera el corazón por algo tan simple. Cuando lo miro, él solo se lame los labios sin decir nada.

Tomo una respiración profunda, el olor de su colonia mezclado con el aromatizante de la camioneta me llena y exhalo con lentitud. La adrenalina de todo y el miedo que sentí al ver a Black golpeado se desvanece poco a poco.

Black...

¿Por qué me he olvidado de él?

Aquí estoy con Red, otra vez. Debería haberme quedado con Black, asegurándome de que estuviera bien. Y en vez de eso, decido seguir al impulsivo a mi lado. ¿Por qué, Bea? ¿Por qué sigues atada a lo imposible? Bueno, tampoco puedo superar a Red en unos días.

Eso sí que es imposible.

Al llegar al mirador, Red se estaciona de retroceso para que podamos bajar la compuerta del cajón de la camioneta y sentarnos ahí. Nos bajamos y lo primero que me golpea es la brisa nocturna es fresca, pero no fría. Ya empezamos a despedirnos del caluroso verano. El calor suele recordarme a esa tarde en la gasolinera, el día que conocí a Black.

Red camina hacia el precipicio y ojea toda la oscuridad y el campo en el frente. En la lejanía se ven unas cuantas luces del pueblo, no es gran cosa, no es una vista genial como la de las películas, pero es un lugar tranquilo y solitario, lo que él necesita ahora. Yo bajo la compuerta y me impulso con las manos para subirme y sentarme. La única luz cercana proviene de un poste de luz que hemos dejado atrás a un lado de la carretera.

Red permanece de espaldas a mí y lo veo apretar sus puños. No culpo su rabia, la entiendo, ver a Black así es algo duro, es una imagen que se repite una y otra vez en tu cabeza y te provoca destruirlo todo, acabar con quien sea el que lo haya causado. Aunque tengo mi impulsividad, todo lo que pasó con Soren destapó una frialdad en mí para lidiar con situaciones difíciles que no sabía que tenía. Puedo mantener la calma y la cordura en las situaciones más estresantes. Supongo que depende de las circunstancias porque también he tenido ataques de ansiedad con pequeños detonantes. Por ejemplo, no puedo ver rosas blancas sin sentirme mal y querer vomitar.

Hay batallas, hay victorias y hay derrotas.

Red se gira y se acerca. Y espero que se siente, pero él solo se detiene frente a mí, esos ojos observándome con esa profundidad que me pone un poco nerviosa. Él estira su mano hacia mi cara y su pulgar se desliza por mi mejilla, me estremezco y el contacto termina tan rápido como empezó, él levanta el dedo y me muestra una mancha de sangre.

Black & Blue (Español)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora