17. Enfrentar al propio miedo

49.2K 3.8K 2.1K
                                    

(Darel)

Las cosas hasta el momento no podían ir mejor.

Ayer había llevado a Paris a un museo local en el que exponían diversas fotos relacionadas con el océano y con la fauna marina de Sídney. Tenía que agradecerle a Owen el que me hubiese dado los pases para la exposición hace unos días en el S.K., ya que gracias a ellos pude quedar con el de pelo azulado de nuevo.

Con lo que no contaba era con que Lori, alias “mete las narices donde no la llaman”, se auto-invitara con la excusa de pasar algo más de tiempo con Paris. Al final ella había acaparado toda su atención durante la mayor parte de la tarde, aunque agradecí que se fuese temprano a, según ella, molestar un rato a Barb. Después de que se fuese, acompañé a Paris a dar una vuelta por el paseo marítimo antes de que éste se marchase finalmente a casa.

Pero estaba feliz. Desde que lo había invitado a comer conmigo y le había llevado al C.R.A.M.S hacía ya tres días, me las había ingeniado para invitarlo a salir los días siguientes a ese también, pasando de esa forma la mayor parte del tiempo a su lado.

Quería ir poco a poco. No sabía realmente si Paris llegaría a sentir alguna vez algo por mí, pero prefería ir despacio para no asustarle. Ahora que me había decidido a actuar después de estar tanto tiempo sin hacer nada, no me importaba esperar un poco más si de esa forma conseguía que Paris se enamorase de mí. Aunque mi auto-control se tambaleaba cada vez que ponía esas expresiones tan adorables o me hablaba con ese ápice de inocencia y dulzura que tanto le caracterizaba.

—¿Vas al C.R.A.M.S?

Bajé de las nubes al escuchar la voz de mi hermano, y dirigí mi mirada hacia él antes de hablar.

—Sip. Al parecer Sophie no está y me envió un mensaje anoche para pedirme que fuese a ayudar al Centro —confesé—. Pero no iré solo. Lori también va, y he invitado a Paris a que pase con nosotros el día.

Sonreí como un bobo tras decir lo último. Sabía que era algo egoísta de mi parte, pero no podía evitar el querer acaparar toda su atención y todo su tiempo.

—Iría contigo —volvió a hablar Judha—, pero tengo que quedarme en el S.K., así que lo siento.

—No tienes que preocuparte por eso. Además, lo más seguro es que dentro de un par de horas Owen se escaquee y venga a hacerte compañía.

El rostro de mi hermano se tornó serio de repente, pero lo intentó disimular esbozando una sonrisa. Aunque sabía distinguir a la perfección cuándo sonreía de verdad y cuándo lo hacía con falsedad, como en este preciso momento.

—Claro. Aquí lo esperaré como siempre.

Judha esbozó otra falsa sonrisa y me dio la espalda, dirigiéndose ahora hacia la cafetera que se encontraba sobre la encimera de la cocina.

—¿Ha pasado algo con Owen? —decidí preguntar.

De Príncipes y Princesos ©Where stories live. Discover now