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Una semana desde que el signo de la daga marcó mi piel

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Una semana desde que el signo de la daga marcó mi piel. Vivía pensando y calculando las ventajas y desventajas.

La decisión aún no estaba tomada y aunque la tuviera, no podía tan solo ir y gritarla a los cuatro vientos.

Ni siquiera sabía si el príncipe haría algo al respecto, no podía salir de la ciudad y no me sentía completamente segura de lo que le estaba sucediendo. El concepto de los signos era tan misterioso y el dominio que poseía sobre la mente de las personas era algo excepcional.

En palabras que al reino no le gustaban, básicamente eran dibujos que definían tu futuro, sonaba absurdo, pero era la realidad, era a lo que te enfrentabas en el año 2800.

Ares y yo, éramos y seríamos uno solo, un solo ser que tarde o temprano se uniría para siempre. Tan solo esperaba el momento exacto para que aquello sucediera.

En la ciudad había dos secciones designadas para la "recreación". Me encaminé hacia aquel lugar para poder reflexionar. Tomé mi abrigo y anduve por las desoladas calles de Capella, al llegar, el sitio no me pareció tan desagradable como de costumbre, me acomodé sobre el húmedo césped mientras la neblina cubría mi perímetro, abracé mis rodillas a mi pecho y apoyé el mentón sobre ellas, cerré mis ojos con la esperanza de alejarme de todo por un momento, fue imposible.

Exhale, rendida, comprendía que mi destino estaba decidido y que no podía cambiar nada, aunque seguía creyendo que era un error.

Sin darme cuenta, una lágrima corría por mi mejilla y solo veía el signo una y otra vez...

¿Cómo pasó? ¿Cómo llegué acá? Saturno te envolvía tanto en su misterio y soledad que incluso podías olvidar en dónde estabas realmente.

En medio de la neblina, una sombra se acercaba a mí lentamente, la ciudad no era de confianza y la inseguridad me acompañó, luego la voz sé mi madre me tranquilizó.

—¿Qué haces acá? —preguntó mientras se sentaba a mi lado.

—¿Tú cómo sabes que estaba acá?

—Morgan te ha visto salir de casa ¿Sucede algo?

—Eso es lo que no sé...

—Selene, querida, para ser sincera, no sé qué decirte. Nunca imaginé que algún día sucedería algo como esto, me preparé para hablarte sobre muchas cosas, supongo que hoy tendré que improvisar — se acomodó. —Sé que el azar es muy complicado de entender, a veces ni siquiera logras hacerlo, pero si tu destino es estar al lado del príncipe ¿No crees que debes hacerlo? Y créeme que en estos momentos no lo digo por los beneficios que tiene, nada de eso. Toma tus decisiones basándote en una cosa muy importante, tu felicidad, si decides que no lo serás estando con el príncipe, entonces te quedaras acá y listo, pero si piensas que estarás satisfecha siguiendo tu destino, hazlo, yo estaré para ti—sus palabras eran sinceras y profundas, llenas de amor y verdad.

Saturno, el reino de leyendasWhere stories live. Discover now