Пασyα Zєηιη

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¿Qué la hacía tan especial?

Era decidida, la pobre no había tenido amigos más que el, y aún así no era algo para llamarla “pobrecita” porque a ella no parecía importarle, la relación con su familia era casi nula, siquiera hablaba de su familia porque ni ella misma sabía en donde estaban. Parecía tener una vida triste, pero al parecer a ella no le parecía algo así, solo vivía y le gustaba de ese modo. Pero a Naoya no era eso lo que le atraía de ella, no, a él le atraía lo inalcanzable que resultaba ser a pesar de ser una mujer tan simple, no era femenina, no era dulce y parecía más bien una belleza salvaje que se movía por sus anchas.

Entonces era alguien a quien no podía manejar en la palma de su mano, Naoya estaba seguro de que así había sido apenas hacía dos semanas, y ahora no comprendía con exactitud, porque era él quien estaba sobre la cama suave de su amiga, temblando, con una mordaza en la boca y manchado en su propia esencia, tampoco lograba entender, porque es que lo había disfrutado tanto y más al saber cómo es que ella había conseguido todo lo que uso.

Para comprender los sentimientos de Naoya, volvamos a hace dos semanas y un día.

[...]

Viernes 13 de Abril 20xx

—¡Naoya! —Grito desde el marco de la puerta, cruzada de brazos y recostada en el umbral. Llevaba apenas una camisa blanca grande y unas bermudas negras, con calcetines un poco más arriba de los tobillos.

Naoya miro con disgusto de arriba abajo a su amiga. Quién volteó los ojos al notar que le estaba escaneando de nuevo.

—¿Qué quieres? —Dijo, girando la silla hacia ella, apoyando su codo en la mesa y reposando su cara en su mano.

—Necesito que me acompañes a comprar algo, es de suma urgencia y no puedo ir sola. —Sonrio con burla, levantando una ceja con diversión.

—¿Tanto necesitas mi compañía? ¿No puedes cuidarte sola? —T/N le sonrió del mismo modo, erguida y con los brazos cruzados, levantó el mentón y se vio retadora.

—Si tuviera que escoger a alguien para cuidarme. —Camino con lentitud hasta Naoya, minuendo sus manos en su cadera y agachándose levemente para quedar a su altura—. Definitivamente no serías tú.

Borro su sonrisa juguetona de inmediato y la cambio por una de asco. Una que dejaba ver lo inconforme que estaba con la respuesta, y al notarlo, T/N se permitió sonreír con victoria.

—¿Entonces para que quieres que salga? —Giro de nuevo la silla, volviendo a mirar los papeles en el escritorio.

—Necesito de tu opinión sobre algunas cosas, son importantes y necesito a un tercero. —Se recostó levemente en el escritorio, mirando por sobre su hombro lo que estaba haciendo Naoya—. Solo puedo tener tu opinión, es una molestia hablar con alguien más.

—Jumm, no puedo, tengo fútbol. —El pellizco en su mejilla lo hizo chillar, apartandola con fuerza y empujándola para que se alejara, le miró con ojos asesinos que ella ignoro.

De nuevo lo miraba desde lo alto, con frialdad, le jodía eso.

—Deja de hacerte el apretado, se que no tienes nada mejor que hacer. Tus dibujos de mierda me lo confirman. —Se sentó al borde de la cama, ladeando su cabeza y esperando alguna respuesta—. No tardaremos mucho, no seas nena.

Naoya la miro por largos minutos, cierto era que no tenía nada interesante que hacer, y aunque estar encerrado en su habitación era cómodo, salir no le haría nada de malo.
Fue entonces que pensó en las probabilidades de conocer alguna mujer en el camino, el era atractivo e influyente y las mujeres demasiado simples y sumisas, era una buena oportunidad para quitar el estrés de las dos semanas de abstinencia en la que estaba.

𝔼𝕣𝕠𝕥𝕚𝕔 ℙ𝕝𝕒𝕔𝕖Where stories live. Discover now