Toge Inumaki

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Dacrifilia: Excitación al ver llorar a alguien.

El joven Inumaki, un chico en lo que cabía tímido y alguien que no hablaba mucho. Su personalidad era sosa y para nada espontánea, la gente pensaba de todo menos que a alguien llegará a gustar de el.

Porque no importaba ser lindo si eras un rarito inadaptado.

Eran palabras duras, pero así se regia el instituto en el que estaban. Por supuesto, Inumaki era la sombra de personas tan relucientes como lo eran sus amigos, Maki era una chica hermosa y sobre saliente en los deportes; panda era amable, con una extraña afición a los pandas, pero su personalidad podía sobre salir entre muchos; sin contar a sus otros tres amigos que parecían ser el resultado de todo lo que estaba bien, Itadori, buen físico, un pan de Dios, Megumi, hermoso y misterioso, Nobara, linda y fuerte. La gente hablaba tan buen de ellos, pero cuando sus miradas caían en Inumaki, no había ni una sola buena palabra por parte de ellos. Aún así, Inumaki tenía otra buena amiga, T/N era la misma imagen de todo lo bueno que había podido recibir, era encantadora, una amiga con quién podías confiar indudablemente, alguien que era dura al hablar pero que nunca decía algo que no fuera cierto.

Su amistad había comenzado desde muy niños, habían pasado tanto tiempo juntos que tenían una relación amistosa genuina y cercana, algo que no parecía tener un punto de perturbación. Ella se acercaba a el como un brillante rayo de sol, e Inumaki dejaba que su vibra le bañara como el sol a las flores, si tuviese que decir algo, para Inumaki su relación era la del sol y el girasol, T/N era una hermosa y gran estrella que traía felicidad, y el era el girasol que estaba destinado a mirarla.

La admiración que sentía por ella era especial, algo que no quería dañar con sus “rarezas” a pesar de que compartían gustos. Para el, los buenos días de la joven no debían ser interrumpidos por sus estúpidas ganas de sobre salir y llamar su atención, el se confirmaba con verla sonreír, porque eso era lo que más le gustaba.

Ese día no era diferente a los otros, todo estaba relativamente tranquilo. Había decidido quedarse tarde por temas del club de canto, porque si, aunque no fuera popular a él le gustaba cantar y tocar la guitarra.  Estaba dejando la guitarra en el soporte, recogiendo cables y enrollando el cable del micrófono.

Toda su atención estaba en el silencio de la habitación, mientras el lugar empezaba a ser revestido por el naranja del atardecer. Inumaki giro a ver la ventana, era un clima agradable, teniendo las ventanas abiertas, no le molestaba que lo único que escuchará era las hojas de los árboles golpeándose entre si.

La puerta del aula se abrió rápidamente y se cerró con fuerza, Inumaki giro rápidamente su cabeza para poder ver de quién era tan repentina acción.

La chica estaba recostada contra la puerta, con la cabeza baja y su respiración levemente entre cortada, como si hubiera corrido toda una maratón.

—T/N, me asustaste, pensé que había sido alguien más, ¿Por qué estás aquí? Pensé que ya te habías ido a casa—Inumaki le miró con preocupación, ella no contestaba, solo intentaba igualar su respiración. El silencio se hizo más agudo cuando se escuchó el pestillo de la puerta como último sonido—¿Estás bien?

—Inumaki—Susurro, con sus manos apretando el borde de su falda, mientras sus labios se apretaban entre sí—¿Qué debo hacer?—El viento serpenteo en el silencio del lugar, estaba empezando a oscurecer el cielo y los pasos de los pocos estudiantes ya no sonaban.

Tal vez nunca lo había detallado con claridad, por supuesto, estaba tan ocupado consigo mismo que nunca lo noto. T/N jamás había llorado en frente suyo, todo lo que recibía eran risas por parte de ella, pero en esa situación, caían genuinas lágrimas por sus mejillas y se escurrían por su mentón.

𝔼𝕣𝕠𝕥𝕚𝕔 ℙ𝕝𝕒𝕔𝕖Where stories live. Discover now