Isis contaba, iba por el número diez y yo seguía sorprendida, llevé las manos a mi cuello intentando recordar algo de lo que ella dijo. Solo pasaron por mi mente momentos en los que mi madre comparaba a Isis conmigo.
Entonces, como si desbloqueará un nuevo nivel del juego, los recuerdos llegaron a haciéndome doler la cabeza.
Ella no buscaba matarme a mí, ella iba a matar a Isis, ella pensaba que yo era Isis porque eso le hice creer. Isis no me estaba protegiendo, yo la estaba protegiendo esa noche.
Salir del pequeño limbo ante esa confesión fue un poco difícil pero lo pude hacer girándome de inmediato en busca de un lugar para esconderme. Pocas cosas me iban a permitir ocultarme, al final había una casita para pájaros. Tragué en seco mientras intentaba que mis pasos no se escucharán.
Estaba empezando a hacer más frío de lo normal, el suelo se veía algo resbaloso húmedo y sucio. Empecé a decirme a mí misma que eso no importaba, que estuve meses en condiciones peor, condiciones que no debía pensar ahora porque de seguro el trauma iba a ser mayor.
Me metí bajo esta sin importar la suciedad, la humedad y a esa paloma viéndome de forma extraña. Mi corazón iba a mil por hora, mis manos seguían temblando.
Me hice un poco hacía atrás siendo fácil por mi baja estatura y la contextura que tenia después de meses de aguantar hambre.
Isis había dejado de contar al llegar al cien. Solo cubrí mi boca al escuchar pasos pero esos se alejaban de mí. Segundos más tarde unos nuevos pasos se escuchan, botas, eran botas.
Era Jaxon, lo podía reconocer. Esas jodidas botas feas eran las que siempre usaba cuando iba a verme por las noches, sonaban tanto que una vez quise tirarlas al lago.
—¿Isabella? —preguntó en voz baja.
Saque mi mano agarrando su tobillo logrando que él diera un pequeño brinco. Se agacha haciéndome un pequeño gesto para salir. No pude evitar las ganas de abrazarlo, escondí mi rostro en su pecho mientras él me correspondía pasando las manos por mi espalda, supongo que así consolaba la gente.
Miré sus cálidos ojos azules y de pronto comprendí lo que estaba intentando decirme.
—Jaxon nunca ha sido el Mcfeller más inteligente, es decir —la voz burlona nos hace separarnos de forma lenta, Isis nos apuntaba—. Caín tiene asegurado un puesto importante dentro de la política, Calibán un abogado exitoso y tú, un jodido inútil que sigue estando detrás del culo de una Sprouse.
—¿Es necesario seguir haciendo esto? —Jaxon pregunta mientras se iba colocando frente a mí encarándola.
Me sentía débil, ella se acercaba más a nosotros.
—Quiero saber algo, Isabella —dice ella.
Yo no podía verla pero Jaxon iba retrocediendo por ende haciéndome retroceder a mí haciéndome chocar con aquella casa de pájaros.
—Pregunta entonces, deja de jugar ya —repuse intentando que mi voz sonará más firme.
—El bebé que perdiste antes de irte a Canadá, dos meses o tres después del incendio —ella hace una pausa dramática— ¿Era de Jaxon o Caín? De todos modos era un Mcfeller, eso no importa.
«Mierda» , murmuró una vocecita en el fondo de mi mente. Después de todos estos años no pensé que ese tema fuera de importancia, o quizás nunca me había importado por mi condición. Caín tampoco lo sabia, solo mi padre, Cindy y yo. Esta perra estaba muy enterada de mi vida.
Jaxon de inmediato me mira y yo solo puedo tragar en seco. Entonces tuve que controlarme.
—¿De qué habla? —pregunta él, al no recibir respuesta de mi parte vuelve a preguntar casi gritando.
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Empty (1)
Novela JuvenilCuando Isabella llega a Inglaterra, los ecos de un pasado fragmentado la persiguen. Hay años de su vida que no logra recordar, vacíos que laten con fuerza tras la fachada perfecta de su realidad. Al reencontrarse con Caín McFeller, su enigmático y m...
