Al salir de la habitación varias personas se encontraban corriendo al final del pasillo pero para el lado contrario. Nadie había notado nada, un grito al final de este me hizo entender de donde ella había sacado el arma.
—¿Mataste a un jodido policía? —le pregunté, dejándome guiar por ella.
—No —niega ella pretendiendo estar ofendida—. Dos.
—¡Isabella! —gritó Caín detrás de nosotras.
Su bata estaba manchada de sangre, suponía que era por el esfuerzo que había hecho al levantarse para ir tras nosotras. Intenté acercarme para asegurarme de que estuviera bien, no podía ir directo a mi muerte sin saber que estaba bien. Justo en el momento que cae al piso Isis cierra con fuerza la puerta de las escaleras de incendio empezando a subir arrastrándome con ella.
Mis manos temblaban preocupada por Caín y por sentir la muerte cerca.
Que débil es una persona con sentimientos, no quería ser débil.
Subía la escalera de forma lenta, retrasando de alguna forma mi muerte. Aunque Isis tironeaba mi cuerpo apurándome, caí unas cuantas veces.
—Hoy voy a morir, ¿no? —le pregunté, mi voz tiembla un poco.
Ella solo asiente mirándome por su ojo sano —estoy orgullosa de eso—, Isis abre la puerta dejando ver que llegamos a la azotea, había ruido de fondo suponiendo que se trataba de la búsqueda de Isis.
—Tenemos todo esto para jugar, como en los viejos tiempos —su gran sonrisa no desaparecía mientras que con su mano en la cual portaba el arma señalaba el lugar—. Yo voy a contar, y si te encuentro...
—No harás eso, tuviste antes esa oportunidad y no la aprovechaste. No me vas a matar —aseguré.
Sabía que mi rostro no se movía ni un centímetro todavía, algo más por costumbre. Pero, hubiera deseado tanto tener esa cara de burla que hacen las villanas en sus escenas.
Era el momento de decidir quien era yo Elena Gilbert o Katherine Pierce.
—Que me robaras todo no quiere decir que no seas mi hermana, solo eso —apoya la punta del arma en mi mandíbula elevándola un poco—. Yo te permití vivir y así me pagas, quitándome al amor de mi vida. Maté a nuestra madre por ti, debí dejar que te matará.
—Ella se suicido —le aseguré —. Después del vídeo se suicido, se iban a divorciar, todas esas cosas la llevaron a suicidarse.
—Claro. Esa una arpía que nos golpeaba, que engañaba a nuestro padre, que se drogaba frente a nosotras y que por eso te estaba ahorcando, ibas a morir —murmuró—, no sabes como una niña de once años puede manipular a un adulto.
—Ya, claro —repuse—. ¿Y como hiciste eso? Dímelo, estoy interesada en saber.
Para ese punto no podía creer tantas cosas de Isis, si bien estaba claro que ella estaba loca me era imposible pensar en que su maldad se remota a nueve años atrás.
Isis negó con la cabeza.
—No todo lo debes saber. Eres la persona que más odio. Tu muerte debía estar en mis manos, ella no iba a matarte, ese es mi papel. Y además, el dinero escondido que tenía esa perra en el sótano hace maravillas —masculló Isis—. El dinero mueve al mundo, y también a jardineros hambrientos.
Se gira apoyando su cara en la puerta, mire el lugar antes de correr escuchando como cantaba los números.
Recordándome un juego siniestro. No entendí nada de lo que dijo, cuando nuestra madre murió apenas éramos unas niñas ¿Cómo una niña iba a matar a una mujer de treinta años? ¿Jardinero? recuerdo bien al señor Ismael, Ismael Carson...
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Teen FictionCuando Isabella llega a Inglaterra, los ecos de un pasado fragmentado la persiguen. Hay años de su vida que no logra recordar, vacíos que laten con fuerza tras la fachada perfecta de su realidad. Al reencontrarse con Caín McFeller, su enigmático y m...
