1.4

233 28 0
                                    

El reloj de la pared marcaba las cinco y Kun ya debía irse. Había dicho enserio lo de terminar lo que habían comenzado, pero no podía esperar demasiado para estampar a Ten en ese sofá o en el escritorio.

Esperó al menos diez minutos, hasta que Jisoo le dijo que podía irse.

—Entonces... lo tendré que dejar para otro momento.

Arregló sus cosas con lentitud, dándole más tiempo a su jefe, pero parecía que aquel día no se podría. Quizás el destino le estaba dando más tiempo de pensar las cosas.

Numero desconocido

Kun

Espera, estoy subiendo

Por cierto, este es mi número privado

Guárdalo con tu vida

Porque eres uno de los pocos que lo tienen

Bueno, el destino podía irse a la mierda, ahora mismo su mente la controlaba su pene y no se iría sin hacer algo con ese delgado y hermoso hombre.

Ten apareció unos minutos mas tarde, sudado y con poco aliento, como Kun deseaba dejarlo.

—Camina —dijo Ten, mientras corría a su oficina.

Sin hacerse esperar, Kun entró cerrando la puerta con suavidad.

—Jamás había corrido tanto para tener sexo, así que siéntete... —Kun lo interrumpió robándole un beso.

Kun sujetó a Ten por las piernas, haciendo que las enrollara en su cintura. Ambos se sentían desesperados por tocarse.

La mano de Kun acarició esas lindas piernas, haciendo reír a Ten. Por otro lado, Ten intentaba meter su lengua a la boca de Kun con suavidad o eso esperaba él.

Cayeron en el sofá donde se quitaron las camisas y la corbata de Kun, Ten aprovechó para quitar el botón de su pantalón y bajarlo, enseñando su ropa interior que parecía molestarle en demasía.

— ¿Dejarías que te quitara ese lindo pantalón, Kun? Deseo demasiado...

—Adelante...

Sus manos temblaban en anticipación, el torso de Kun era una obra de arte y sabía que aquellas piernas también lo serían. Bajó los pantalones de Kun con lentitud, mientras acariciaba cada parte de ellas con la yema de sus dedos, aumentando el calor de ambos.

—¿Cómo es posible que seas tan perfecto, Kun?

—No lo soy, pero usted, señor. Dios... está hecho para que sea admirado y deseado.

Ten se sentó nuevamente en las piernas del mayor, acomodándose para que pudieran sentirse con mas facilidad, aunque siguieran con ropa interior.

Las manos de Kun le acariciaron el torso a Ten, mientras su boca succionaba ese bello cuello que moría por morder. Por otra parte, Ten solo podía mover su cuerpo para generar una fricción deliciosa.

—Ah, no muerdas... son muy sensibles... —las perforaciones que Ten tenía estaban en esos lindos pezones que ahora Kun mordía con entusiasmo.

—Lo siento, señor. Pero creo que sería un delito no hacerlo.

Con una mano Kun acarició la espalda de Ten, mientras la otra viajaba hacia su trasero. Quiso quitarle aquella prenda, pero verlo perdido en una mar de gemidos, era mucho más divertido para Kun.

Su dedo más largo se metió entre las lindas nalgas de Ten, haciéndolo saltar. Iba de arriba hacia abajo con lentitud, mientras gemidos y gruñidos salían de Ten.

— ¿Por qué me torturas? —gimió mordiendo sus labios.

Kun sonrió, llevando sus labios a su cuello, dejándole marcas en su camino. Ahora ambas manos fueron hacia el elástico, bajándolo casi con desespero. Ten se levantó y quitó su ropa interior, yendo directo hacia la de Kun.

— ¿Deberíamos ir lento o quiere que lo haga ahora mismo?

—Házmelo, Kun.

Como si aquella frase fuera un interruptor, Kun se levantó, quitó su ropa interior y puso a Ten boca arriba en el sofá. —Quisiera ver su rostro mientras lo hago mio...

—Deja de tratarme de usted... estamos a punto de hacerlo...

—Bien... quiero verte gritar y gemir mi nombre, Ten.

—Mierda, sí.

Kun vio en la mesita junto al sofá un frasco de lo que supuso era lubricante.

— ¿Cuándo llegó eso allí?

—No estabas prestando atención, pero lo puse ahí cuando me quité el abrigo...

Tomó ese frasco y lo untó en su erecto pene, sujetando una de las piernas largas de Ten. La puso en su hombro, abriéndose paso y untando ahora en la bonita entrada de su jefe. Con lentitud y casi como una tortura introdujo su dedo, luego dos y tres. Ten no podía dejar de gemir en ese momento y tampoco quería hacerlo.

— ¿Te importaría dejar mis piernas débiles? Hace días que no tengo nada y quiero volver a sentir... ah... Kun... déjame hablar... ah —Kun se había introducido mientras Ten hablaba de sus antiguos amores.

—No me interesa oír sobre quien lo hizo contigo o cuando... ahora mismo, solo quiero oírte gritar de placer...

Sus embestidas fueron duras y placenteras, Ten no podía dejar de gritar el nombre de Kun y sus piernas estaban a cada lado de la cabeza del mayor, permitiéndole mas acceso. Kun por otra parte no podía dejar de darle lamidas a ese exquisito cuello que se había vuelto su obsesión.

La velocidad y profundidad aumentó cuando Kun tocó ese delicioso punto, donde Ten se corrió y gritó mientras cerraba sus ojos. Ese orgasmo lo había sentido hasta la punta de sus cabellos.

— ¡Kun! —gritó mientras se volvía a correr con las embestidas en ese punto dulce. Lo había encontrado más rápido que cualquier otro.

Kun se vino momentos mas tardes, besándole los labios con hambre.

Se quedaron allí unos segundos, mientras seguían besándose y acariciando.

—Supuse que podías hacerme esto, pero no creí que sería así de intenso —Kun besó sus labios—. Siento que todo el estrés se marchó con esto... ah... no te muevas...

—Debería irme... Jisoo podría venir a revisar mi estado...

—Le dije que no te molestara, que debíamos hablar de algo.

—Creo que hicimos más que hablar.

—Ella no debe saberlo.

Kun salió de Ten y limpió el estómago y pecho de su jefe con los pañuelos que siempre llevaba. Los lanzó al tacho de basura y suspiró cansado. Llegaría a casa solo a descansar, ese orgasmo se había llevado todas sus ganas de entrenar.

Entre besos y caricias se vistieron, riendo de las cosas que decían.

—Nos vemos mañana, señor Ten —Kun le besó los labios a Ten y se marchó a casa, dejando a Ten con las piernas débiles y con el corazón entregado a Kun.

—Efectivamente... estoy enamorado de ese torpe... —suspiró, recostándose en el sofá que había sido testigo de las cosas que habían hecho. 

T.O.T.G.A. /KunTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora