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El edificio era un caos por completo. Kun había llegado a las cinco con quince, viendo a Jisoo correr de allá para acá con un montón de cajas. Quiso ayudarle, pero ella solo negó corriendo. Subió el ascensor que parecía escena del crimen. Había una sustancia que estaba seguro que era sangre.

Las puertas se abrieron en el quinto piso dejando ver a Jeno junto a otro hombre, ambos miraron a Kun casi como si este fuera un fantasma.

– ¡¿Qué mierda haces aquí?! –se subieron junto a Kun, cerrando las puertas, rezando porque el séptimo piso estuviera desocupado.

El hombre de cabello castaño lucía terrible, Kun estaba algo preocupado.

– ¿Puedo ayudarles en algo? Tengo conocimiento de curaciones...

–Solo bájate, debemos ir con el jefe... por nada en el mundo salgas de aquí. A menos que quieras que te mate, Kun. ¿Entendiste? –Jeno lucía cabreado, Kun no entendía nada, así que bajo del ascensor obedeciendo.

Ten había sido el que le pidió llegar temprano, quizás había sido demasiado temprano y eso siempre sucedía cuando él aun no llegaba a la oficina.

Kun no sabía que hacer, las sillas lucían cómodas como para tomar una siesta. Pero el ruido de los demás pasillos no lo dejarían dormir.

Se acomodó en la silla que lucía más acogedora, sintiendo como los brazos de Morfeo lo llamaban. Quizás dormir una hora no le haga daño a nadie.

–Kun... –el pelinegro sintió la caricia de una pluma en su rostro, despertándolo enseguida. Casi cayendo al suelo.

–Lo siento, señor. Me dormí mientras esperaba a Jeno...

Se fijo que Chittaphon solo negaba sonriendo, su cabello ahora lucía un lindo rojo. Se veía aun más atractivo de lo que ya era.

–No te preocupes, no diré nada... Ten no podía venir... tenía asuntos con los nuevos dueños de este edificio, Jeno fue el que me dijo que deberías estar aquí. Así que vine a hacerte compañía. ¿Quieres ir a comer algo? Son pasadas las ocho de la mañana y por tus ojeras puedo notar que dormiste muy poco o nada.

– ¿Qué pasa con el trabajo?

–Ten pidió que vinieras temprano, pero las cosas se volvieron un caos justo antes de que bajaras de tu auto... así que pido perdón por ello. No debiste venir a trabajar hoy... así que como el buen amigo que soy, te invito a comer.

– ¿Está bien el otro chico? El que estaba con Jeno... no lucía muy bien.

– ¿Jaemin? Por supuesto que sí, quizás no comió lo suficiente. Ese hombre es como una roca, nada lo detiene.

Salieron del edificio, Chittaphon sonreía convencido de que Kun jamás había visto los cuerpos que serían quemados ahí mismo. Por supuesto que Kun se dio cuenta. Su trabajo constaba de la observación.

– ¿Qué quieres comer? Va por mi cuenta...

–Estoy bien con lo que sea, señor.

–Entonces yo decidiré el menú.

Llegaron a un café bastante alejados de la empresa, Kun había manejado con las indicaciones de su jefe. Era un catcafé.

–Supe que tienes un gato...

Kun rió poniendo su mano en la boca, tapando la comida que tenía dentro.

–No, no lo tengo... solo uso esa excusa para huir de conversaciones incomodas o cuando me quiero ir a casa... solo usted lo sabe, espero que lo mantenga como un secreto.

— ¿Ni siquiera Sicheng lo sabe? — el pelirrojo revolvió su café helado, fingiendo tomarle poca importancia a la pregunta. Kun bebió un poco del agua que pidió y sonrió.

—Sicheng... supongo que el señor Ten le dijo sobre él...

—Oh te equivocas, conozco personas que saben mucho... sobre todo conocen cada lugar que has pisado...

Kun lo sabía, pero debía fingir que no.

— ¿Aun no confía en mí, señor Chittaphon? Creí que teníamos una relación bastante cercana.

—No me malinterpretes, cariño. Confío bastante en ti... pero hay gente que nos vigila, a mi hermanito y a mi... tengo que tener ojos puestos en ti, para que no te pase nada malo —Chittaphon le acarició el cabello, ese suave cabello que amaba tocar.

La puerta del cat–café se abrió con ímpetu. Chittaphon cambió su rostro y se alejó bastantes metros de Kun, casi pareciendo que no iban juntos.

Un hombre alto y moreno sonrió a Chittaphon y se acercó a él, sin parecer que los había visto hace cinco segundos casi comiéndose la boca. Kun no sabía lo que pasaba, pero si tenía que poner en riesgo su misión por salvar al pelirrojo, lo haría.

Kun tenía una misión y esa era conseguir información, no dejar que los hermanos muriesen cuando él podía evitarlo.

—Buenas tardes, Chittaphon... ¿estás solo? ¿Quién es él? ¿Tu nuevo guardaespaldas? —la sonrisa de aquel hombre puso nervioso a Kun y eso no le gustó para nada.

—Por supuesto que no, ni siquiera sé quien es. Acabo de conocerlo, ¿tú sabes quién es él, Edward? —Kun entendió de inmediato el mensaje sin tener que desviar la mirada de "Edward".

—Oh, mil perdón, señor... creí que conocía a este hombre fácil —le sonrió nuevamente.

Kun comenzó a hablar en chino, borrándole al sonrisa de inmediato, casi poniéndose pálido.

— ¿Cómo es que le estabas hablando a este hombre Chittaphon si ni siquiera entiende la mierda que le digo?

"Si entender, no bien hablarlo".

El pelirrojo ahogó la pequeña risa que estaba por salir, Kun hablando de esa manera era encantador.

— ¿Entiendes?

"Si".

El arma que aquel hombre portaba se posicionó en la frente de Kun. El pelinegro había estado de esta manera tantas veces que no sintió terror, pero debía fingir y era lo mejor que a Kun se le daba.

"Por favor, dejar mi paz, nada entender mí".

—Me lo llevaré, ¿no te molesta? —Chittaphon sintió terror todo el tiempo que el arma estuvo en la linda frente del secretario de su hermano. Quería matar a Edward con sus propias manos, pero Kun no debía ver ese lado de él, no quería enseñarlo a sus lindos ojos.

—Deja en paz al pobre chinito, yo iré contigo... hablemos.

—Me gusta cuando hablas así. De acuerdo, te salvaste, lindo "chinito".

Chittaphon jamás miró hacia atrás, no quería que lo viera de esa manera. No cuando debía asesinar a un hombre.

Kun se quedó allí, mientras los trabajadores se le acercaban para llamar a la policía... actuar como un idiota le costaría caro con el paso del tiempo y él lo tenia claro. Nada podía hacer, solo llevaba un mes y unos días.

Trabajar de encubierto jamás le había parecido tan difícil como en aquel momento. Deseaba tanto poder ayudar y salvar a Chittaphon.

—Estoy bien... —sin notarlo, sus ojos se cerraron de golpe y lo último que pudo oír fue como alguien llamaba su nombre.

T.O.T.G.A. /KunTenWhere stories live. Discover now