21. "Inseguridad"

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—Todo salió bien, Olive. Una muy buena ceremonia—dijo, restándole importancia mientras miraba su plato de cereales y su taza de té pensando en la respuesta en cuando a la propuesta de Connor.

  Ser fotografiada por él era una de las cosas que más le encantaría y que estaba esperando hace bastante, pero era algo parecido a jugar con una aguja; sabía que corría el peligro de terminar lastimada, de salir herida... Pero de igual manera parte de su cerebro le hacia creer que nada sucedería.

  Connor era mayor que Astrid, eso no cabía duda; Astrid tenía veintitrés años (próxima a los veinticuatro) y Connor veintinueve, eran seis años de diferencia y en esos seis años Connor pudo haber hecho muchas cosas... Entre ellas conocer alguna mujer que probablemente era mejor y estaba a la altura del apuesto profesor; alta, de su edad y bastante más madura. Ella todavía estaba experimentando y no conocía a nadie, sabía que lo que tenían con Connor (lo que fuese) se terminaría pronto... Incluso más rápido que un pestañeo. No sabía lo que podría venir, pero trataría que dejarse llevar, como una hoja, solo esperando que el viento la llevase donde quiera que tuviese planeado.

  —Astrid, ¿ha pasado algo? —preguntó, Olive.

  Ella negó, comiendo de sus cereales y manteniendo la vista en el vacío del lugar.

  —Connor. Eso está pasando. —Alzó su cabeza hacia su amiga, la cual terminaba de beber su café con la mirada fija en los azulados ojos de Astrid.

  —Cuéntame, querida. ¿Qué te aflige? —Depositó con gentileza la taza sobre la mesa, mientras acomodaba su cabello en una coleta.

  —Me ha invitado a pasar un fin de semana con él. No sé qué decirle.

  —¡Le tienes que decir que si! —chilló, Olive.

  Astrid sonrió a medias, acariciando la orilla de su taza, pensativa. Quería, pero algo se lo impedía.

  —Estoy pensándolo...

  —¿Cómo que pensándolo, Astrid? —interrumpió osadamente a su amiga—. No tienes nada que pensar. Es Connor Hurst.

  —¿Y qué si es Connor Hurst? —exclamó—. Estoy pensándolo por mí, por lo que haré el fin de semana con él, que sucederá. Eso estoy pensando —Se levantó a dejar el plato con cereales para luego lavarlo—. Últimamente no he pensado bien lo que hago porque soy impulsiva, no pienso solo actúo. Y necesito pensar sobre lo que haré en donde quiere ir Connor. Quiero pensar en las elecciones que haré, porque puede cambiar todo.

                                      * * *

  Astrid estaba en su habitación mirando la televisión mientras miraba sus fotografía en su nueva cámara. Era otro modelo, no era como su vieja y sencilla Canon, era de la marca Nikon un poco más grande y era el modelo que quería hace bastante tiempo. Había dado justo en el clavo y no podía parar de sonreír. Le tendría que contar a Connor porqué razón no había querido aceptar su cámara, tarde o temprano. Pasó la manos por su cabello mientras veía de reojo su celular. Mordió su labio e ignoró la presencia de su celular para seguir viendo sus fotografías.

  Recordaba perfectamente la primera fotografía que había tomado con su nueva cámara; estaba en el centro de París admirando una vez más la gigante Torre Eiffel cuando una pareja se besó bajo ésta, como si estuviesen preparados para que Astrid los fotografiara. Y de esa manera capturo tres imágenes del beso en distinto ángulo, lo hizo rápidamente y procurando que la pareja no se diese cuenta de que estaban siendo capturados en una imagen por la curiosa fotógrafa de cabellos marrones.

Tal vez estaba en sus genes ser así, curiosa, Robbie era igual que ella, Johana, sus primos maternos y tías por el lado de su madre. Lo más probable era que fuesen los genes maternos, no tenía conocimiento de la familia de su padre y si tuviese familia no sabría en que se parecen. No recordaba a su padre, solo una silueta borrosa que se cruza por su mente cuando quería hacer un esfuerzo por recordarlo, fuera de eso nada más. Ahora que podía ir a Florencia haría lo posible por encontrarlo, aunque fuese el mismo alcohólico de hace muchos años.

Across ParisWhere stories live. Discover now