Bar

1.2K 95 3
                                    

-Vaya arañita, hasta que te dignas a aparecer.- Dijo Maria detrás del escritorio.

-No me digas así.- Dije apretando la mandíbula y cerrando la puerta de la oficina.

-Ya, ya, relájate, ¿qué haces aquí?- Preguntó.

-Bueno, es mi bar.- Respondí levantando una ceja.

-Ya lo sé, ¿no crees que es muy temprano para beber?- Reprochó señalando el vaso de whiskey que tenía en la mano.

-Algo tengo de desayunar.- Contesté irritada, dándole un sorbo a la bebida.

-Pero no alcohol, tienes que dejar de hacer eso Natasha.- Contestó, yo se que le preocupa el estilo de vida que llevo fuera de los reflectores, es mi mejor amiga, es una historia bastante compleja a decir verdad, ella me ayudó durante y después de escapar de Rusia, actualmente trabaja como administradora y gerente del bar, pero también es la encargada de proteger mi identidad y de "vigilarme."

La gran Maria Hill, mano derecha de Fury el director de S.H.I.E.L.D, nos conocimos de la manera más inusual, yo me encontraba realizando un encargo que "La habitación Roja" había ordenado, eso sucedió un año antes de escaparme, estaba por terminar mi misión en Sokovia cuando un grupo de agentes de S.H.I.E.L.D aparecieron por arte de magia en el deposito donde me encontraba, eran al menos 12 agentes contra una, la verdad fue fácil vencerlos hasta que apareció Maria, su técnica de combate era fuerte y decidida, yo gané, pero alguien me noqueó por detrás y unas horas después desperté en una de las salas de interrogatorio de la nave, me dieron una absolución de crímenes si les ayudaba a atrapar a uno de los líderes más peligrosos de la mafia Rusa, dudé, claro que lo hice, no era fácil dejar de lado todos los ideales que me fueron impartidos, sin embargo, lo hice, cuando la mafia Rusa lo descubrió me torturó, meses después Maria y S.H.I.E.L.D dieron con mi ubicación y me ayudaron a salir del país, desde ese momento Maria y yo hemos sido amigas.

-No te preocupes por mi, estoy bien, estoy tan fresca como una lechuga.- Dije fríamente, tratando de apartar el recuerdo de mi salida de Rusia.

-No lo estás, te haces la fuerte, pero ambas sabemos que estás de la mierda.- Contestó ella de la misma manera, me quedé callada, y no, no era por el hecho de que no sabía que contestarle, sino, por la ojiverde que estaba llegando detrás de la barra sujetando su cabello en una coleta alta.-¿A quién ves?- Preguntó intrigada.

-A nadie.- Respondí rápidamente apartando mi vista de la ventana.

-Se llama Wanda, fue contratada hace 4 días, para ser exactos el mismo día de la inauguración del bar.- Dijo acercándose a mí, posicionándose a mi lado.

-Ya sé cómo se llama.- Respondí haciendo que volteara a verme un tanto sorprendida.

-¿Cómo lo sabes?- Preguntó cruzando los brazos.

-Ayer por la noche después de los premios vine, ella no me reconoció.- Respondí simplemente.

-Eso si es novedad.- Dijo soltando una pequeña carcajada, solamente voltee mirándola feo.

-Si no te gusta la fama, ¿por qué sigues haciéndolo?- Preguntó de nuevo.

-Me mantiene ocupada y me da de comer.- Dije irritada, hemos tenido la misma conversación por años.

-Sabes que tienes más opciones, puedes unirte a S.H.I.E.L.D, tu misma estás consciente que puedes estar más segura pero te vale un comino tu seguridad.- Dijo por millonésima vez.

-No quiero hablar de eso Maria.- Dije apretando la mano que tenía al rededor del vaso de whiskey.

-Lo hablaremos cuantas veces sea necesario, te están buscando Nat, si te encuentran no dudarán en matarte, tu identidad falsa no durará para siempre.- Respondió.

-Maria, basta.- Advertí.

-No, tienes que empezar a preocuparte por ti, deja de ser tan idiota, deja tu actitud de niña y empieza a hacerte cargo de tus demonios, o nunca te dejarán en paz, nunca serás feliz.- Esa fue la gota que derramo el vaso, apreté el vaso fuertemente hasta que se rompió, en un impulso de ira tomé a Maria y la estampé contra la pared de la oficina.

-Tú que vas a saber de demonios Maria, no sabes ni la mitad de lo que se siente cargar con cientos de vidas inocentes, que vas a saber de odio y dolor si nunca abusaron de ti a tal grado de quedar inconsciente de dolor, tú que vas a saber de soledad si cada maldita noche piensas en lo peligroso que sería tener a alguien tan cercano a ti.- Dije enojada.

-Lo he vivido a través de ti Natasha, eres como mi hermana, pero no puedo permitir que dejes pasar tu vida, eres joven, hermosa y talentosa, la única opción de mantenerte a salvo a ti y a los que te rodean es en S.H.I.E.L.D.- Dijo por última vez.

-Estás equivocada, yo no necesito estar en ese lugar para que me protejan, me puedo proteger yo sola.- Dije soltándola.
-Espero y sea así, pero ojalá y cambies de opinión.- Dijo para finalizar la conversación.

-Me tengo que ir, cuídate Maria.- Dije saliendo de la oficina, caminé por el pasillo y llegué al lugar de la barra, iba a salir del lugar cuando su voz me detuvo.

-¿Todo bien?- Preguntó.

-Si.- Contesté fríamente.

-No lo parece.- Dijo señalando mi mano, bajé la mirada hacia la gran cortada que tenía en esta y después la levanté topándome con sus ojos.

-Es solo una pequeña cortada, sanará en algunos días.- Bueno realmente en unas horas, pensé.

-Siéntate, enseguida regreso.- Dijo señalando uno de los bancos de la barra, dudé en hacerle caso, pero si mirada me transmitía ¿confianza?, si algo andaba mal conmigo definitivamente. Tomé asiento y ella se perdió en el pasillo que daba hacía la sala de empleados, cuando regresó traía consigo un algodón con alcohol y una venda.

-Esto puede que arda.- Me avisó, eso ya lo sabía, cuantas heridas no me curé en el pasado, solamente apreté los dientes y aparté mi vista de sus magníficos rasgos.

-Investigué un poco acerca de ti, la intriga me estaba matando.- Habló.

-¿Qué fue lo más interesante que descubriste?- Pregunté intrigada.

-El hecho de como te describen, realmente no eres como ellos te pintan, te pintan como un libro abierto, un alma libre y llena de paz, como una mujer fuerte, en eso si estoy de acuerdo, eres fuerte Natasha pero no eres un libro abierto y mucho menos estás llena de paz, me causas mucha intriga.- Contestó tranquilamente, no supe que decir, solo fijé mi mirada de nuevo en ella y ella hizo lo mismo sobre mi, tengo que admitir que sus ojos era lo más precioso que yo haya visto en toda mi vida.

Pero por otro lado estaban sus labios los cuales eran gruesos, perfectos, de un tono rosa bajito, naturales, "¿Qué demonios pasa contigo Natasha?" me pregunté mentalmente, aparte bruscamente mi mirada de la de ella.

-No deberías sentirte intrigada por mi, es peligroso.- Dije finalmente.

-¿Por qué?, ¿la prensa me va a atacar?- Dijo sarcásticamente, me irrité, esta mujer realmente era testaruda.

-No es juego, realmente es peligroso para ti.- Dije viéndola feo.

-Si crees que tu personalidad inexpresiva y tu fea mirada harán que deje de sentir interés por ti, pues déjame decirte que estás muy equivocada .- Dijo escuetamente, regalándome una sonrisita ladina, terminando de vendar mi mano.

-Déjalo ya, esto no acabará bien.- Zanjé levantándome del asiento y conectando mi mirada de nuevo con la de ella.

-Ninguna de las dos puede saberlo, tal vez, solo tal vez esto acabe bien.- Solamente negué con la cabeza, era persistente, demasiado persistente y eso me estaba empezando a gustar.-Te espero esta noche, sirve y tal vez conozco más a la dueña de este bar.- Sonrío y yo sólo me alejé de ahí con mi mente y corazón revolucionando a mil por hora.

SAY YOU WON'T LET GOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon