La boda - MLB. ****Felinette****

Capítulo V: La fiesta

¡Bésame con los besos de tu boca!

¡Porque más embriagantes que el vino son tus amores!

Suave es el perfume de tus bálsamos...

Tu nombre va manando de aceites aromáticos

¡Por eso te aman las doncellas!

- "Cantar de los Cantares, Capitulo I". Versión castellana de A. Perez Alencant. 2008.

CAPITULO V

La fiesta

La fiesta nos ahoga con su alegría, con los bailes, los brindis y los discursos. Estamos cansados, pero seguimos sonriendo porque en verdad estamos felices. Llevamos horas bailando y bailando. Alya coge su móvil y nos graba mientras giramos tomados de la mano. Nos pide un beso y unas palabras. Félix alza una copa imaginaria y brinda mirando a la cámara: "Por Alya Cèsayre, para que algún día logré ser madrina de algún matrimonio". La historia entre estos dos es larga y cansina, no se llevan bien, quizá hasta se odien. Alya apaga el móvil, mientras le canta algún insulto, yo me hago la sorda y sigo bailando. He aprendido que Félix no se llevará bien con algunas personas para siempre, y una de esas personas es Alya Cèsayre.

Sin embargo con otras, Félix ha logrado hacer buenas migas. Una de ellas es nuestro padrino, mi mejor amigo y ex-novio, Luka Couffaine. Es él quien ha arrastrado a mi esposo hacia el escenario para acompañarle con algunas canciones, le dió una pandereta, un ridículo sombrero y un matasuegras. Oh, Luka Couffaine! ¡gracias por ser su amigo! ¡gracias por entenderlo como yo lo entiendo!. Quizá si hubiera olvidado a Adrien cuando estuve con él, otra sería nuestra historia. Pero tal vez es mejor así, ninguno de los dos estaba listo para el amor.

Ahora vamos de mesa en mesa, agradeciendo a nuestros invitados, él ya no lleva su chaqueta, y se ha quitado el sombrero y el fajín. Los gemelos los lleva en el bolsillo porque ya se ha subido las mangas de la camisa. Lleva sueltos los dos primero botones, y su apariencia es la de un hombre feliz y terriblemente guapo, que me quita el aliento de sólo verlo. Sus ojos me regalan chispas de verde esmeralda reluciente. Su sonrisa me da expectación, deseo y pasión. Cada vez que puede, interrumpe nuestro tour para volver a bailar, una y otra vez.

Es nuestro último baile y cuando la fiesta ya está por terminar, Félix se acerca a mi oído y empieza a cantar. Porque Félix canta, claro que sí, canta cuanto está contento, cuando está feliz. Canta cuando prepara el desayuno de las mañanas, cuando cepilla mi pelo antes de salir, canta de madrugada cuando ambos estamos saciados del amor. Canta en la ducha, sí, sólo si está junto a mí. Canta, y sus canciones suenan bajito, casi como un susurro, sin desafinar, no pierde acorde y siempre da a la nota, siempre despacio. Su voz me suena a caricia, me sabe a beso, me huele a amor. Para él, su cantar suena a una plegaria llena de felicidad, o de agradecimiento. Para mí, es un bálsamo que calma mi turbulento corazón, que me traslada a un paraíso de paz y dulzura.

Es hora de marcharnos a nuestra luna de miel.

Luka pide por el micrófono, un último beso antes de irnos. Félix me mira, sonriendo. "Vamos cielo, tiene que ser un beso intenso, ¿podrás hacerlo?". ¡Qué tonto! , pienso, yo sé que puedo, claro que sí. Y no sólo le daré un beso hoy; esta noche, se llevará todo de mí, no me dejaré nada sin decir, nada sin hacer. El resto de mi vida empezará hoy, pero quizá empezó antes, mucho antes. El resto de mi vida empezó quizá el día cuando lo conocí, pero no París, sino en Londres. Quizá empezó esa noche después de un concierto, cuando nos pilló una tormenta y ninguno de los dos llevaba paraguas, o empezó la tarde cuándo él me invitó un café, o quizá, al menos de manera oficial, empezó cuando nos dimos nuestro primer beso. Si los besos tuvieran colores, yo diría que nuestro primer beso fue de color rojo, como el rojo del destino, o de la pasión. Un rojo que puso en blanco toda mi vida, un rojo que dejó en blanco mi corazón. O rojo como el rojo de una señal de peligro. Ahora todo está lleno de él, y hay más colores en él, también. Diría que mi corazón ahora, es color arcoíris.