Capítulo IV: El novio

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TOM: Destiny, soulmates, true love. All that stuff. Silly childhood fairy tale nonsense. I should have listened to you. You were right all along.

SUMMER: I was right?

(...)

SUMMER: One day I'm reading "Dorian Gray" at the corner deli and this guy sits down and starts asking about it. Now he's my husband!

What would have happened if I went to the movies instead? If i went somewhere else for lunch? If I showep up at the very same spot just ten minutes later? Tom, it was meant to be, just like you said. And as it was happening, I knew it. I could feel it. and I kept thinking to myself "Wow. Tom was right" You were right about all of it.

It just wasn't me you were right about.

"500 días de verano". Penúltima escena, diálogo entre Tom y Summer. Guión a cargo de S. Neustadter y M. Weber (2009)

Capitulo IV

El novio

El primer beso que se dieron sabía a sirope de fresa y nata con azúcar, sabía a espumante dulce y la verdad, también sabía a esperanza y anhelo. En ese beso, Felix entregó toda su vida, su presente y su futuro, y ella lo recibió como cuando se recibe al amor que se va y por fin vuelve para quedarse. Ellos eran dos peregrinos del amor, dos almas que giraban en diferentes órbitas hasta que el destino o la suerte decidió intersectarlos. Y cuando lo hicieron, un nuevo bigbang sucedió.

Quizá fue la suerte.

Quizá fue sólo una coincidencia.

Pero Félix sabía que no existían las coincidencias, "tan sólo existe lo inevitable", se dijo más tarde ese día.

Y con ese primer beso borró de un ramalazo toda duda en su mirada, en la de ella, por supuesto; y juntos, unidos por sus labios y por sus miradas, decidieron lanzarse al abismo del amor correspondido, del amor anhelado, de ese amor que muchos sueñan y que pocos obtienen; decidieron abandonarse a ese amor que a pesar de obtenerse, muchas veces, no permanece. Ellos lo lograrían, sí. Se lo prometió a él mismo, y se lo prometió también a ella. Pero su promesa no la dijo con palabras, sino que usó su aliento, su lengua, sus gemidos y su cuerpo para demostrárselo, cada día, cada noche, cada instante que fuera necesario.

Y así de esa manera, a su manera, había construido una relación con raíces sólidas, siempre pensando a futuro, siempre pensando en los dos o más bien, en ella. Porque sabía que ella necesitaba más comprensión que nadie, más tiempo que nadie, como si siempre cada paso que ella daba le hubiese costado siglos de sabiduría y antelación.

Pero la amaba así, la amaba en su soledad y en su destreza para meterse en problemas. La amaba cuando se quedaba mirando el infinito con esa mirada azulada que lo tenía hipnotizado. La amaba cuando defendía sus opiniones y sus acciones sin condicionante ninguno. La amaba cuando le susurraba al oído todas las palabras que su alma necesitaba, la amaba cuando en vez de palabras se comunicaban con suspiros ,gemidos y en fricciones.

Y amaba su cuerpo también, porque era hermosa claro que sí, con su larguísimo pelo negro, reluciente y algo ondulado, con su ligero flequillo que adoraba hacer a un lado para besarla en la frente. Amaba sus caderas contorneadas, de donde lograba sujetarla mejor cuando hacían el amor. Amaba sus suaves pechos hechos a la medida de sus manos. Y amaba cada arruga de su cuerpo, cada pliegue, cada peca en su rostro, cada estría en su piel. Amaba sus dedos largos y delgados, especialmente cuando se enredaban en su cabello. Y la amaba mucho más, cuando con esos mismos dedos era capaz de crear el más bello vestido del mundo y era capaz también de darle placer en el ejercicio de su amor, noche tras noche.

La boda -  MLB.  ****Felinette****Where stories live. Discover now