- Sans, está es la quinta vez esta semana que me llaman. - le dijo mientras conducía a casa, era evidente por el tono de voz que usó que se encontraba molesto, pero mantenía la calma porque sabía que no se encontraba bien; era evidente que el problema se trataba de Sans y su tutor fumador, Papyrus entró en un conflicto interno, algo que solo había tenido una sola vez en toda su vida; cuando tuvo que decidir si él mismo se hacía cargo de su hermano.

- ¿Qué está haciendo ese bueno para nada? Su trabajo es evitar que te metas en problemas. - estaba molesto y eso era poco, Papyrus se sentía frustrado, no tenía idea de qué hacer para que Sans dejará ese comportamiento agresivo, estaba claro que alejarlo de ese fumador no había dado buenos resultados, pero no quería dejar a su hermano cerca de un depredador.

Sans se guardó para sí todo lo que quería decir, por dentro Sans gritaba que Honey no tenía la culpa, que la culpa la tenía él, por ser una persona inútil que solo sabe meterse en problemas, que las cosas serían mucho mejor si él no estuviera, pero lo más importante, quería decirle algo importante a Papyrus.

- Lo siento... - dijo e un susurro demasiado bajo para ser escuchado con facilidad.

- No es tu culpa... no te presto la atención que mereces... - Papyrus nunca sabrá el verdadero significado de aquellas palabras.

Sans quería disculparse por siempre estar en problemas, porque desde muy chico se vio obligado a dejar todas sus cosas para buscar un empleo y mantenerlos a ambos, porque tuvo que optar un papel que no le correspondía, porque siempre le hacía las cosas pesadas, Sans tenía la vaga esperanza de que una vez que él desapareciera de la vida de su hermano, él finalmente sería feliz.

Papyrus también guardaba secretos, pero en ninguno de ellos se encontraba la idea de algo erróneo sobre las decisiones que tomó y que los tenían en esa situación en esos momentos; sabía que no le había brindado las atenciones que un niño pequeño merece, pero no era por gusto, se vio obligado a tomar tiempo extra en su trabajo para comprar cosas indispensables del hogar, nunca tuvo tiempo para coquetear o hacer amigos, siempre estaba al pendiente de lo que Sans necesitaba... hasta hace unos meses.

Cuando Sans comenzó a estar bajo la tutela de Honey, Papyrus vio la oportunidad perfecta para poder hacer algo que siempre quiso, tener una cita con una chica y formalizar una relación, sentía que era su culpa que la relación de su hermano con Honey se hiciera íntima, pero por solo unos pocos minutos deseaba saber cómo se sentía realmente ser un hombre que ama y es amado por alguien más que no sea su familia y lo estaba logrando, tanto así que era posible que antes de que Sans terminará con la escuela se convierta en tío; esa satisfacción que sintió se desmoronó cuando se dio cuenta de que Honey no tenía una relación de tutor, sino una mucho más íntima.  Rabia e impotencia sintió cuando le hicieron los estudios médicos a su hermano y descubrió que su ano se encontraba cicatrizado, producto indudable de una práctica sexual forzada.

Aprieta con fuerza el volante, haciendo que sus guantes de piel rojos rechinen al hacer fricción con el plástico.  Si no hubiera sido egoísta, su hermano nunca habría sufrido; pero amaba a Undyne, cómo alejarse de la persona que siempre estuvo a su lado y que le ha enseñado durante toda su juventud la rectitud y la visión de un mundo justo donde todos sean respetuosos los unos de los otros.  Estaba en una encrucijada.

Lo deja en casa, le advierte que no tolerará más ese comportamiento, si sigue comportándose de esa manera tomará medidas y no le agradaran, Sans no contesta, permanece mirando al suelo con los puños cerrados, apretando de vez en cuando el agarre.

Una vez que se queda solo  toma su mochila, una en la que tiene bocadillos y un libro y sale corriendo de casa, tan rápido que el pecho le duele, más no importa. Llega a un parque, no hay gente; el parque se había vuelto lo bastante peligroso para que las madres se pensarán más de una vez en llevar a sus hijos a divertirse al lugar; los maleantes rondaban el lugar, a pesar de el constante patrullaje de la policía se habían detectado algunos pequeños disturbios, la mayoría por el control de la zona de las pandillas circundantes; Sans se mete a uno de los juegos y se sienta, prefiere mil veces estar en ese lugar que quedarse en casa solo pensando que nada vale la pena.

Honey lleva tiempo al lado del río, pensando en lo que haría, estaba completamente desanimado; se ha pasado todo el tiempo suspirando como un hombre enamorado, tiene la cabeza confusa; piensa en Sans y en lo complicado que se ha vuelto todo, le gustaría tener una respuesta, pero ya no hay marcha atrás con los papeles entregados y la aprobación de Asgore se da cuenta de lo cruel que sonará todo cuando decida decirle a Sans.

- Esto es un fastidio. - estaba seguro de que Sans no reaccionaría, con lo cruel que ha estado siendo con él para tener distancia, era muy probable que simplemente lo ignorara.

No se había dado cuenta de lo tarde que era hasta que la noche lleno de estrellas el cielo nocturno, la luz de la luna llena era lo que iluminaba el pavimento.  Nunca imaginó que caminar por aquel parque sería algo de lo más peligroso; no era tarde el reloj apenas marcaba las nueve de la noche pero la oscuridad por la falta de iluminación fue suficiente para provocar los deseos más bajos de las personas menos indicadas.

Una persona como Honey no llama mucho la atención, sin embargo, con el celular en una mano y un cigarrillo en la otra daba la impresión de ocultar algo más; no tardó en llamar la atención de amantes de lo ajeno, se acercó por la espalda y colocó sobre su cintura lo que parecía ser la punta de un arma.

- Dame todo lo que traigas. - le dijo al oído mientras que el sonido del gatillo alarmó a Honey.

Sans pido escuchar el ajetreo que se formó cuando Honey se reusó, pues solo tenía consigo su celular y lo necesitaba para ponerse en contacto con su hermano, por lo que no podía permitirse el lujo de perder tan valiosa posesión.

- Que me des tus cosas, ¿No escuchaste? - volvió a gritar, aquella rana era nueva en el asalto, por lo que no tardo en sentirse nervioso  y comenzar a sudar.

- Oye, amigo, porque no tomamos las cosas con calma, no traigo nada y el celular lo necesito, no te lo puedo dar. - la voz de Honey trataba de sonar tranquila, aunque en esa situación era muy poco convincente.

- Sino me das las cosas disparo... - volvió a amenazar.

Cuando vio quién era la persona en problemas Sans no dudo en correr, sus pies se movieron más rápido de lo que su mente proceso el peligro en el que podría someterse, cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando las cosas se volvieron de color rojo cual hormiga.

- ¡Sans! 

Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora