Capítulo 1: Ethan Thompson.

3K 162 15
                                    

Al abrir los ojos me encontraba recostada sobre un pequeño colchón en una habitación color celeste. A lado de la cama había una jarra con agua y un vaso de cristal, en el lado contrario se encontraba un monitor que conectaba hacía mi brazo, junto con un suero inyectado en mi vena.

Estaba en un hospital.

¿Pero qué carajo?

Antes de ponerme histérica me percaté que vestía del mismo modo en que había salido de casa esta mañana.

Usaba unos jeans y una blusa blanca de tirantes.

En lugar de alarmarme me sentía confundida.

No sabía realmente por qué me encontraba aquí.

Escuché voces acercándose a la habitación. Mantuvieron una pequeña charla fuera y de repente la puerta se abrió haciendo un molesto ruido.

Me causó tremendo dolor de cabeza.

Entró un chico.

Vestía unos jeans negros y una camisa de botones azul marino, por encima de ésta una chaqueta de cuero.

Era bastante atractivo.

Alto, delgado, cabello negro desordenado y ojos entre azul y verde. Eran los ojos más hermosos que hubiera visto jamás.

Miró a mí dirección y me descubrió observándolo. Enrojecí.

Los ojos del chico se abrieron por sorpresa y luego esbozó una sonrisa que en cuestión de segundos desapareció dejando serías las facciones de su rostro.

-Genial. Has despertado.- Habló por vez primera acercándose a la cama.- ¿Te sientes mejor?- Preguntó sereno.

Su pregunta hizo que me diera vueltas la cabeza.

-No recuerdo cómo llegué aquí.- Dije confundida.

-Oh, es una larga historia.- Dijo él rodando los ojos.

Lo miré entrecerrando los míos. ¿Estaba burlandose?

Él se cruzó de brazos mirándome desafiante. Lo imite.

-¿Me dirás cómo llegué aquí o no?- Pregunté fingiendo una amenaza. Más bien había sonado como un graznido.

-Sólo te diré que caíste de las escaleras de un supermercado, te desmayaste y ahora estás aquí. Fin de la historia.- Dijo mirándome con desdén.

Iba a reclamarle lo primero qué se viniera a mi mente cuando una terrible punzada arriba de la oreja me dobló.

-¡Hey! ¿Estás bien?- Lo escuché decir.

-Me duele horrible la cabeza.- Respondí cerrando los ojos con fuerza.

-Te diste un golpe muy fuerte, el doctor dice que estarás bien.- Dijo el chico de repente amable.

Tenía demasiadas dudas.

¿Por qué y en qué momento me había caído de las escaleras? ¿Quién era él? ¿Por qué me había traído ÉL al hospital? ¿Cuánto tiempo había permanecido aquí?

Abrí la boca para comenzar a despejar mis dudas cuando él me interrumpió.

-Acabo de hablar con el doctor.- Hizo un gesto con la cabeza hacía la ruidosa puerta.- Dijo que cuando despertarás podría llevarte a casa.

Me mordí en labio sintiéndome demasiado mareada para abandonar el hospital.

-Está bien.- Murmuré fingiendo estabilidad.

-Iré por él para que de la alta oficialmente.- Agregó y sin esperar respuesta abrió de nuevo la chilllosa puerta y salió por ella.

En ese momento desaparecieron mis dudas anteriores y se crearon otras nuevas.

¿Quién jodido era él? ¿Qué hacía cerca de mí cuando me desmaye? ¿Por qué me trajo al hospital sí era un simple desmayo? ¿Por qué se me hacía jodidamente atractivo? ¿Por qué comenzaba a grabar sus bellos ojos en mi mente? ¿Tan mal me había dejado el golpe en la cabeza?

Un carraspeo de garganta interrumpió mis pensamientos.

-Pequeña.- Dijo dulcemente aquél joven doctor.- ¿Estás delirando?

Fruncí el ceño y rápidamente negué con la cabeza.

-Me encuentro perfectamente bien de la cabeza ¿Por qué?- Pregunté casi ofendida.

-Porque estabas con la mirada perdida y tan distraída que ni te enteraste que llevamos un rato aquí adentro.- Interrumpió el chico de la chaqueta de cuero.

Joder.

Enrojeci al instante.

-Yo, yo sólo estaba pensando en cosas.- Me apresuré a decir. Qué maldita vergüenza. Tragame tierra.

El doctor rió un poco y se acercó a mí desconectando los cables y quitando el suero de mi brazo.

-Al parecer te encuentras mejor. Creo que estás lista para irte a casa.- Dijo con voz dulce.

-En caso de que los mareos persistan será mejor que reposes no querrás volver aquí otra vez ¿Cierto?- Preguntó con una sonrisa angélical y yo negué torpemente con la cabeza.

Escuché a aquél chico reír en bajito y lo fulminé con la mirada.

-Perfecto, puedes retirarte en cuanto lo desees.- Se despidió tomando una carpeta entre sus manos y se dirigió hacía la puerta.

Otra vez el chillido. Tenía que largarme de aquí lo más pronto posible.

-Bien, te llevaré a casa.- Habló de nuevo aquél chico y sin dejarme decir una palabra se acercó a mi y me cargo en sus brazos.

-Pero qué carajo...- Dije tratando de sostenerme para no caerme.

-Será mejor que cooperes.- Dijo ignorando mi gesto de incredulidad.

-No permitiré que me lleves.- Dije cuando me di cuenta que nos dirigíamos al estacionamiento.

-Y yo no permitiré que te vayas sola a casa después de lo que has pasado hoy.- Dijo el chico mostrándose por pimera vez un tanto incómodo.

Bufé.

¿Sí él me había traído al hospital porqué tendría que desconfiar en que me llevará a casa?

Solté el aire acumulado.

Dentro del estacionamiento nos dirigimos a un lujoso auto.

-¿Qué? ¿Edward Cullen está por aquí?- Me burlé riendo cuando ví un volvo negro.

El chico rodó los ojos.

-Niñita.- Lo escuché murmurar.

Quitó la alarma al volvo.

-No me jodas. ¿Es tu auto?- Dije arrepintiendome de mi broma.

El chico no respondió, se limitó a abrir la puerta del copiloto y me ayudó a acomodarme en el asiento.

Cruzó el carro por enfrente y se subió

-Bien, ¿Cuál es tu dirección?-Preguntó arrancando el auto.

Dudé un momento. Estaba sola, en un auto con un chico de quién no sabía absolutamente nada, ni siquiera su nombre.

-Mínimo dime cuál es tu nombre.- Dije reuniendo valor.

-Soy Ethan, Ethan Thompson.- Respondió mirándome directamente a los ojos.

Con cada latidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora