#8. ¿Nerviosa?

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Seguí copiando del pizarrón de marcadores algo apresurada. Luego de dos páginas completas y bastante explicación de parte de la Señora Parker sonó el timbre de salida, y por instinto me levanté de golpe, quedándome sorprendida a mí misma, porque todos me miraban y porque no lo hice con intención.

-Señorita Johnson, no he terminado –me regañó, pero yo seguía sorprendida y quietamente avergonzada-. ¿Tiene mucha prisa? Por favor siéntense –escuché a Zoe y Jack reírse por lo bajo-. 

Me senté y me hundí en mi silla. Jack y Zoe se empezaron a reír más fuerte pero sin ser muy notorios. Los fulminé con la mirada y fijé mi vista a mi reloj blanco de mano, 3 minutos… 5 minutos… 10 minutos ¡Y la maldita profesora no se callaba! Cuando se contaron 12 minutos extras nos dijo que podíamos salir, ya más calmada, pero apresurada salí junto con Zoe del aula y esperé unos segundos a Jack, salió y yo en silencio pero ellos hablando nos dirigimos a las escaleras de salida. Jackson trajo su auto a nosotras y nos subimos en él. Yo en el asiento de atrás porque Zoe me ganó el de copiloto.

-¿Con quién necesita que la lleve Señorita Johnson con prisa? –Preguntó divertido viéndome por el retrovisor. No le dije nada, solo lo fulminé con la mirada-. Respóndeme o no iré, no sé a dónde quiere ir –casi se le sale la risa-.

-Con Mason –murmuré con los dientes apretados-.

-¿Con quién? No le escucho.

-Con Mason –murmuré un poco más alto-.

-Sigo sin escucharle, lo siento.

-¡Con Mason! –Grité fastidiada-.

Jackson y Zoe estallaron en carcajadas y yo me recosté sobre la ventana claramente fastidiada.

-¿Podrías ir ya? –Exclamé-.

Jack arrancó el auto y condujo hacia el Central Park Este donde quedamos que nos veríamos. En el camino no hablé, Zoe y Jack sí, yo estaba fastidiada, porque ellos sabían perfectamente que iba a jugar con él, y Zoe fue la de la idea, no sé por qué se “burla” o me molesta. Dejé mi mochila en el auto de Jack, no le iba a pasar nada aquí. Solo saqué un bolso blanco ni grande ni pequeño, puse mi billetera y otras cosas.

Llegamos y sin despedirme bajé del auto, porque 1) iba veinte minutos tarde y yo soy puntual y 2) porque no les iba a hablar, sí, soy una orgullosa. Zoe bajó la ventana y gritó:

-¡Me lo saludas! –Y se fueron-.

Caminé hasta el skate park y estaba recostado a un árbol alto y grueso. Fumando. ¡Fumando! ¿Qué aquí no era prohibido fumar? Me acerqué a él y rápido cuando me vio, tiró el cigarro al suelo y lo pisó.

-¿Fumas? –Levanté ambas cejas-. 

-Sí ¿Y? ¿No vas a saludar? 

-No, no tengo muchos ánimos.

-Bien… -alargó la “e”-. ¿A dónde iremos? 

-Al Centro Comercial –dije-.

-¿¡Qué!? No, odio los centros comerciales, y aún más si se trata de ir con una chica –se separó del árbol. Lo miré con los ojos entrecerrados esperando un sí por respuesta-. No, no iré, quédate con tus pruebas, no te terminaré de conocer.

-Ok, entonces me voy –me di la vuelta y caminé talvez unos 6 pasos-.

-No, no espera –me agarró del hombro dándome vuelta, suspiró vencido-. Iré.

-Bien, vamos –seguí caminando en dirección a las escaleras del metro-.

-¿A dónde vas? Tengo moto –hizo sonar las llaves haciendo que yo me volteara-.

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